Desigualdad de género. La misoginia como problema de salud públican?
Enviado por Rebecca • 21 de Agosto de 2018 • 994 Palabras (4 Páginas) • 325 Visitas
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en algunos estados aún existe mucha desigualdad. Por ejemplo las mujeres que viven en Aguascalientes, Durango y Guerrero tienen más desventajas que los hombres para acceder al mercado laboral, la salud reproductiva y el empoderamiento, establece el Sistema de indicadores para el seguimiento de políticas de desarrollo, elaborado por el Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República.
En cuanto a la distribución de las propiedades y la división del trabajo dentro del hogar, también puede ser muy desigual. Es bastante común en muchas sociedades se dé por sentado que los hombres naturalmente trabajarán fuera de casa, mientras que las mujeres sólo podrán hacerlo si tienen la posibilidad, y sólo en tal caso, de combinar ese trabajo con las diversas obligaciones domésticas como son responsables del cuidado psicológico de los demás, crianza de los niños y limpieza del hogar. El alcance de esta falta de equidad incluye no sólo relaciones desiguales dentro de la familia, sino desigualdades derivadas de ellas y que tienen que ver con el trabajo y el reconocimiento en el mundo exterior.
En el día a día es posible identificar la discriminación y segregación que padecen las mujeres en todos los ámbitos: educativo, familiar, laboral, político y de justicia. Las diferencias biológicas entre hombres y mujeres han sido, y continúan siendo, el soporte de una valoración social diferenciada entre ellos, con un impacto decisivo tanto en la definición de ámbitos de competencia, roles y funciones que corresponden a unos y otras, como en lo concerniente a la asignación de las oportunidades, recursos y espacios de decisión.
Algunos modelos económicos han tendido a relacionar la negligencia que sufren las mujeres con su falta de poder económico. Ester Boserup, una de las primeras economistas del feminismo, en su libro clásico “El papel de la mujer en el desarrollo económico”, publicado en 1970, planteaba que la posición social de las mujeres se eleva con la independencia económica. Otros han intentado vincular la negligencia que afecta a las niñas con los más altos rendimientos económicos que, a la larga, proporcionan los varones a la familia, en comparación con las mujeres; pero, independientemente de qué interpretación se escoja, el empleo remunerado, especialmente en puestos más gratificantes, tiene claramente un papel en el mejoramiento de las perspectivas vitales de las mujeres y las niñas, tal como sucede con la escolaridad.
A pesar de los avances culturales y de la igualdad formal entre hombres y mujeres, nuestra sociedad continúa siendo una sociedad desigual. Las formas de dominación no son las mismas de años atrás, ni se utilizan tan abiertamente. Por estas razones lograr la igualdad y caminar hacia un desarrollo equitativo desde el punto de vista de género debe ser un compromiso que debemos adoptar para que las generaciones posteriores puedan vivir bajo un paradigma distinto. Esto solo será posible lograr mediante cambios educativos que promuevan una cultura distinta, más igualitaria, tolerante, crítica, solidaria y responsable.
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