Efectos de la violencia psicológica hacia la mujer cusqueña
Enviado por Helena • 1 de Agosto de 2018 • 875 Palabras (4 Páginas) • 394 Visitas
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su creencia en que ser víctimas es parte de su destino de ser mujer” (Deza 1998: 44). En su autocompasión influye la relación que tenían con su familia cuando eran niñas. Al repetirse estas situaciones de violencia psicológica, física, sexual u otro tipo durante diferentes generaciones, las mujeres se resignan al maltrato viéndolo como una situación normal. Por eso, muchas veces, no recurren hacia su familia cuando están siendo víctimas y quieren dejar de serlo. Saben que no recibirán el apoyo que necesitan, y aun hasta sus padres pueden maltratarlas, también, tildándolas de insolentes por huir de su hogar o sus madres, de carácter sumiso, pueden reprocharlas por no satisfacer las necesidades de sus parejas. Por lo general, ellas tienen la costumbre de casarse desde una edad muy temprana. No experimentan un espacio transitorio de paz, un tiempo para experimentar la sensación de libertad, de estar libre de violencia. De una vida familiar violenta pasan a una vida conyugal también violenta.
Este tipo de violencia se da, por lo general, en sociedades machistas. Es necesario entender la forma de pensar de estos hombres maltratadores para poder comprender mejor el siguiente efecto: la disfunción sexual de la mujer de origen no orgánico. El hombre machista se siente superior a su mujer por diversos motivos, entre los principales, el sustento económico; es decir, que al ser él el único que provee dinero en la familia puede tratar como inferiores al resto de sus miembros. “Su mujer” debe tener un carácter obediente. La disfunción sexual de la mujer, entendida como la dificulta de disfrutar del coito o cualquier etapa del acto sexual y que muchas veces le causa dolores físicos, empeora la situación de violencia. El hombre machista cree que su esposa debe satisfacer todas sus necesidades, sobre todo sus necesidades sexuales, y estar dispuesta cuando él así lo disponga. Sin embargo, la disfunción sexual influye en la actitud negativa de la mujer al querer tener relaciones sexuales con su pareja. Ante el rechazo, el esposo machista la maltrata otra vez, ya sea con insultos o golpes. Por consiguiente, en contra de su voluntad, por su carácter sumiso, por querer detener los actos violentos, ceden ante la presión de su agresor. No obstante, al no disfrutar del acto sexual, el típico hombre machista de ego elevado no acredita que “su mujer” no sienta placer. Y como represalia vuelve a humillar, a maltratarla, a ser violento con ella. Es un círculo vicioso que no tiene dónde acabar.
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