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La Mediación e Intervención en Asuntos de Personas de Edad Avanzada

Enviado por   •  15 de Marzo de 2018  •  2.396 Palabras (10 Páginas)  •  487 Visitas

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La atención y el cuidado de las personas mayores es una tarea difícil que genera estrés y requiere de mucha dedicación y buena voluntad. Si a ello le añadimos los problemas de injusticia y los enfrentamientos por los asuntos económicos, tenemos el caldo de cultivo idóneo para el desarrollo de conflictos intrafamiliares que puede llevar a una situación insostenible y difícil de resolver sin una intervención por parte de profesionales.

Existen varias ventajas para resolver los conflictos que ocurren con las personas de edad avanzada, entre estas se encuentran: En ocasiones las relaciones entre los hermanos están muy deterioradas y apenas tienen comunicación entre ellos, es por ello que la intervención de una tercera parte es necesaria y puede ayudar a apaciguar la controversia. Un profesional que tiene mucho que decir en este asunto es el mediador familiar, experto en impulsar a las personas a construir un acuerdo que les lleve a solucionar su disputa. La mediación familiar es una herramienta adecuada para facilitar la toma de decisiones y acercar las posiciones que en principio parecían insalvables. El proceso va a facilitar la toma de conciencia de los implicados en la necesidad de salvaguardar en todo momento el bienestar de las personas mayores, proporcionando un lugar seguro en el que trabajar de manera conjunta en la búsqueda de una estrategia que funcione para todos los miembros de la familia. Colaborar en la construcción de un acuerdo de reparto justo de responsabilidades preservando sus relaciones fraternales, es posible.

Un mediador familiar es un profesional neutral que ayuda a la familia a que alcancen por si mismos un acuerdo sobre las decisiones relativas al cuidado de sus padres ancianos. Es importante dejar claro, que todos los temas que aparecen en el proceso de mediación son totalmente confidenciales, siendo necesario que los participantes sientan plena confianza para poder expresarse de forma abierta y exponer cuáles son sus inquietudes y sus intereses. La mediación ayuda a aclarar malentendidos, al predisponer a todos los participantes a escuchar el punto de vista de los demás sin interrupciones, facilita la expresión de sentimientos y guía a la familia hacia la búsqueda de soluciones nuevas que no habían sido capaces de contemplar antes y además posibilita futuras modificaciones en el acuerdo en caso de cambiar las circunstancias familiares. Permite desarrollar soluciones creativas a los retos a los que tiene que hacer frente.

Si la disputa se estuviera resolviendo en los juzgados, el proceso sería muy diferente. En los tribunales no se exploran las diferentes opciones para obtener la mejor solución que refleje el mejor interés para las personas mayores. El juez toma las decisiones basándose en una interpretación de las leyes, y estas decisiones con frecuencia no son satisfactorias para nadie de la familia. Otra de las consecuencias perjudiciales de la resolución de disputas de índole familiar en los juzgados es que las relaciones acaban totalmente destruidas y el coste emocional de todos los implicados suele ser bastante alto.

El cuidado familiar puede ser considerado como un indicador de la solidaridad o del conflicto familiar. Las relaciones que se establecen durante el cuidado son muchas veces contradictorias y ambivalentes. En la situación previa a la dependencia una relación cordial se asocia a una actitud favorable hacia el cuidar, por el contrario, si las relaciones anteriores fueron conflictivas, la nueva situación las complica aún más. Se entremezclan vivencias de la infancia que resurgen al enfrentarse al hecho de que los padres ya no son los de entonces, también afloran viejos recuerdos y pueden transformarse en reproches. Todo ello se agrava y puede dar lugar a discusiones y desacuerdos cuando varios hijos deben hacerse cargo del cuidado del padre, la madre o de ambos.

Otro cambio que afecta las funciones familiares del cuidado, es la disminución de las familias tradicionales en las que el padre trabaja y la madre se dedica al cuidado de sus hijos. La participación de las mujeres en el mercado de trabajo aumentó de forma sostenida en la segunda mitad del siglo pasado. En Uruguay, por ejemplo, los datos del Instituto Nacional de Estadística muestran que, en las dos últimas décadas, la tasa de actividad femenina se elevó del 41% al 54% mientas que la masculina se mantuvo en el 73%. Uno de los cambios más notables en relación a las formas de convivencia, es que las mujeres que viven en pareja tienen un alto crecimiento en su participación laboral.

Tan sólo un 28 % de los hogares urbanos se ajusta al modelo tradicional de familia nuclear compuesta por madre dedicada exclusivamente a las actividades domésticas y padre único proveedor de ingresos. El cuidador principal es quien provee casi todo el cuidado, el resto de familiares, o bien no apoyan en absoluto, o realizan actividades de apoyo muy acotadas y puntuales. En muy contados casos el cuidado se reparte entre los miembros de la familia. La supervisión de parte de un familiar o amigo, es un tipo de cuidado que no es identificado explícitamente como tal. Sin embargo, el estar pendientes de la persona dependiente, supone una limitación importante para realizar otras actividades en su vida diaria.

Se trata de una supervisión activa, que se transforma en intervención en los casos de necesidad. Estos cuidadores también suelen llevar adelante las gestiones con las obras sociales y los servicios de salud. Cuando se trata de describir los cuidados directos que recibe la persona dependiente, se dan diferentes atenciones según sea el vínculo de consanguinidad entre el cuidador y la persona dependiente. La distribución de los sexos, según la edad, debe vincularse a las diferentes relaciones de parentesco que mantienen los cuidadores con la persona dependiente a la que asisten: la mayor parte de los hombres cuidadores son cónyuges o hijos, en tanto que las relaciones predominantes en las mujeres son las de hijas o cuidadoras formales. Ser hijo/a de la persona dependiente explica el aumento de la probabilidad de sentirse sobrecargado al cuidar a su padre y/o madre dependiente.

El abandono o desplazamiento tiene consecuencias sobre las personas como ser social y problemas que afectan directamente sus emociones, salud, sentimientos, etc. Algunas de las repercusiones son gracias a las razones o circunstancias antes nombradas y descritas anteriormente.

La tercera edad es afectada en un principio con un abandono social familiar, es decir, se rompe la comunicación dentro del grupo familiar, los sentimientos pasan al olvido en combinación con el aislamiento desplazando al sujeto a un margen del olvido que es una persona y no un objeto que sirve para decorar el hogar. Los

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