Chile y perú en la Haya

...

La antesala a la resolución de esta situación de controversia fue que se buscará el arbitraje del presidente de EEUU, pero a pesar de que se decide llevar adelante la consulta, el árbitro de aquel entonces decide que no se puede realizar debido a la falta de condiciones democráticas producto de la conducta del gobierno chileno contra la población peruana (Zapata 2011: 18). Esto produjo que se llegase a una negociación directa entre Chile y Perú, resolviéndose la situación de controversia sin intermediarios mediante el regreso de las relaciones diplomáticas entre las embajadas en 1928 (Zapata 2011: 19).

Todo ello produjo que la situación de controversia por Tacna y Arica fuese resuelta bajo el gobierno de Leguía en Perú, e Ibáñez del Campo en Chile, cuando se firma el histórico Tratado de Lima de 1929 en el cual se dividen las dos provincias, una para Perú y otra para Chile. Este acontecimiento produjo que se desatara la sensación de posibilidad de paz, y al respecto el historiador Riva Agüero pronunció un mensaje en donde refiere que existen dos condiciones necesarias para lograr que la relación entre Chile y Perú sea fructífera. Por un lado él mencionó que se debían desarrollar intereses comunes que se concretaran mediante instituciones conjuntas (para que se generen vínculos permanentes). Por otro lado, tanto Chile como Perú deberían tratar a Bolivia como un tercero con sus propios intereses, sin intentar someterlo a ninguna alianza estratégica con el otro, ya que estas actitudes serían una de las causas de las profundas tensiones entre Chile y Perú (Zapata 2011: 19 -20).

Sobre el tema del mar, esto fue en principio muy positivo, ya que ambos países se sumaron en conjunto a la campaña de extender las fronteras nacionales al mar con el establecimiento del límite de 200 millas. Fue en 1952 y 1954 cuando esto se materializa mediante la firma de acuerdos en materia marítima que surgieron como parte de mecanismos de cooperación existentes entre ambos países, y que culminó en la Convención del Mar de 1982 (Zapata 2011: 21-22). Sin embargo esto fue posteriormente materia de discusión en el marco de la demanda que impuso Perú sobre Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, lo cual da cuenta de que si bien los esfuerzos por mejorar las relaciones de ambos países mediante mecanismos de cooperación es un acto importante, esto no es definitorio si es que no existe una verdadera voluntad política de finiquitar los detalles irresueltos posteriores a la Guerra del Pacifico.

El fantasma de la Guerra en la demanda de La Haya

Como se mencionó anteriormente, en principio los acuerdos de 1952 y 1954 fueron entablados en el marco de mecanismos de cooperación entre ambos países. Sin embargo estos fueron parte de los puntos clave discutidos mediante la demanda que impuso Perú a Chile. La pregunta que surge es ¿por qué siguieron habiendo tensiones en materia de límites que llevaron al extremo de interponer una demanda en la Corte Internacional de Justicia? La respuesta más simple es que a pesar del tiempo transcurrido, los conflictos desatados producto de la Guerra no han tenido una resolución definitiva, lo cual se traduce en este tipo de acciones. Sin embargo, como esta respuesta no es suficiente se realizará un breve recuento sobre cómo surgió esta demanda.

Para poner un punto de inicio a los antecedentes de la demanda, es necesario remontarnos a fines de la década de los 70’s. El contexto presente en aquella época era muy adverso para las relaciones entre los tres países, en principio, porque se avecinaba el centenario de la Guerra del Pacífico, además había presencia de gobiernos militares en cada país con ideologías distintas, también existían acusaciones de espionaje contra Chile, y por último, los niveles de relaciones diplomáticas eran muy malos (Cabrera 2011: 109). Es en este contexto que surge la tesis de que existía un tema pendiente entre Chile y Perú en materia de límites marítimos el cual fue elaborado por el Almirante peruano Guillermo Faura. Esto es mencionado en un contexto en el que Perú se encontraba en una situación de constante inseguridad debido a la posibilidad de alguna agresión bélica chilena, ya que este país se encontraba en mejores condiciones de ataque militar producto de la frontera marítima establecida en aquel entonces (Cabrera 2011: 109). Es necesario resaltar que este discurso quedó solamente en el círculo académico y no pasó a ser parte de ninguna posición oficial.

Sin embargo, más adelante y como producto de las nuevas formas de delimitación marítima establecidas en la CONVEMAR de 1982, la tesis de Faura se traduciría a una falta de equidad en la delimitación, ya que las partes no habían suscrito un tratado de límites ni fijado un mecanismo para determinarlos en acuerdo común (Cabrera 2011: 110). De hecho, en 1986 el Canciller Wagner emite un memorándum entregado al Canciller del Valle que establece como primer antecedente oficial la existencia de un asunto pendiente sobre los temas limítrofes (Cabrera 2011: 110). Esta situación es respondida mediante el silencio desde la posición oficial chilena, y es seguido por la política exterior de mejorar el intercambio económico y realizar mecanismos que contribuyan a mejorar las relaciones de confianza entre ambos países.

Como es sabido, a fines de la década de los 80’s y principio de los 90’s, tanto Chile como Perú vivieron una serie de procesos internos muy convulsionados que resultaron en un periodo de transición y de reordenamiento institucional. Por un lado, Chile estaba atravesando un cambio desde un régimen político autoritario a uno democrático, tras 17 años de dictadura; y por otro lado, Perú estaba viviendo unas turbulentas elecciones en un contexto político adverso que incluía el resultado de una fuerte inflación económica y el alza del Conflicto Armado Interno, lo cual desembocó en la elección de una figura outsider para la política peruana como Alberto Fujimori.

Sin embargo, es necesario mencionar que a comienzos de los 90’s se produce una fuerte mención a los temas bilaterales pendientes respecto al no cumplimiento de algunos aspectos del Tratado de Lima y del Protocolo Complementario de 1930. Esta situación llevó a que entre Chile y Perú se realizaran esfuerzos por generar acuerdos llamados “Convenciones de Lima”, los cuales no llegaron a concretarse (Cabrera 2011: 114-115). A pesar de ello, en 1999 ambos países se suscriben al Acta de Ejecución de los temas pendientes derivados del Tratado de Lima de 1929, lo cual es interpretado como fin de las disputas que pudiese producir aquel tratado. Esta posición fue aparentemente respaldada por la primera visita oficial en