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Ensayo la cabeza sobre la tribuna

Enviado por   •  14 de Enero de 2019  •  2.040 Palabras (9 Páginas)  •  427 Visitas

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“Habría sido la suya la gloria imperecedera de haber tenido los poderes de un dictador y haberlos restaurado voluntariamente al pueblo”, son las palabras del autor para referirse a lo que pudo haber aprovechado Cicerón de esta oportunidad, no obstante es imposible ignorar que a diferencia de otros pensares de la época, el sentido de responsabilidad y en aquellos momentos de indecisión que abundaba en Cicerón, impedía que se dejara dominar por la idea de infundir miedo y derramar sangre.

Los conspiradores, a los que hasta el momento había considerado como héroes, los apreció como débiles criaturas, a punto de huir de la sombra de sus propias hazañas. Se encontró pues, con la desgracia de un pueblo donde no había una sola alma que tuviera devoción con la idea de libertad, llegando pues, a considerar la sangre derramada del Cesar como un acto vano.

La intranquilidad en Roma crecía mientras Cicerón trataba de apartarse de ese mundo. El Senado y el populacho no sabían si los asesinos debían ser ensalzados o condenados, mientras que Marco Antonio se preparaba para la guerra en contra de Bruto y Casio. En este proceso, aparece un nuevo personaje, Octavio, quien había sido designado por Cesar y aprovechaba para acumular la herencia. El mismo, apenas llega a Italia, le pide apoyo a Cicerón. Simultáneamente Antonio le invito a ir a Roma, mientas que Bruto y Casio le llamaban a sus campamentos. Todos deseaban el apoyo de sus causas, deseando que este gran estadista declarara que sus pretensiones eran justas.

Cicerón, por su parte, hizo caso omiso a los llamados y solicitudes, pues en ese momento lo único que deseaba era culminar su libro, por lo que optó en cerrar sus oídos a los halagos de los que buscaban el poder. No miró alrededor hasta que concluyó con su testamento, a pesar de que el país para ese momento se encontraba al punto de iniciar una guerra civil.

Antonio después de haber saqueado las arcas del cesar y los tesoros del templo, se encontraba en condiciones de reclutar mercenarios. Opuestos a este, había 3 ejércitos equipados: Octavio, Lepido, Bruto y Casio. En este momento el asunto central era determinar si Roma iba a continuar el cesarismo con Antonio, o si la República debía continuar. Cicerón por su parte, acababa de escribir su obra Officiis y decidió que era momento de volver a la vida política bajo el ideal de que no abandonaría en su vejez lo que en su vida entera ya había abogado por la República. Se dirigió al Foro, lanzó catorce Filipicas contra Antonio, quien había rehusado a obedecer al Senado y al pueblo.

Paralelamente, Lepido e inclusive Octavio, a quien Cicerón había enaltecido como defensor de la República, prefirieron hacer convenios privados con Antonio, puesto que ninguno se sentía en condiciones de amordazar a Roma por sí mismos. Estuvieron reunidos durante tres días en una campaña en Bolonia para discutir de tres puntos principales: 1. Partición del imperio. 2. Dinero para sus soldados: robarían las propiedades de los más ricos, redactando una lista de más de dos mil hombres con más riqueza de Italia. 3. Silenciar a los opositores.

Es a partir de entonces donde empieza a ponerse en juego la vida de Marco Tulio Cicerón y sus días ya eran contados, pues Antonio propuso que este encabezara la lista, debido a que tenía energía mental y anhelo de independencia. Se produjo pues, mediante la unión de estos tres generales, en desobediencia del Senado e irrespetado de las leyes de Roma, un triunvirato.

Cicerón supo que desde el momento en que los tres llegaron a un acuerdo estaba perdido y su vida se encontraba en constante peligro. Se pasó los últimos meses refugiándose de un lugar a otro, pero sin ocultarse del todo, pues consideraba que para un hombre fuerte de alma ninguna muerte es vergonzosa. Fatigado llego a su pueblo natal Cajeta, y fue allí donde este campeón de la libertad Romana, desarmado y sin espanto, recibió su muerte de un solo golpe por el Centurión.

Marco Antonio, enaltecido y ansioso de haber quitado de en medio su mayor enemigo, ordenó que la cabeza y las manos del cuerpo fueran clavadas en la tribuna desde la cual Cicerón había llamado al pueblo para que se levantara contra Antonio v y la defensa de Roma. Sin embargo, este terrible e intimidante acto tuvo un efecto contrario, pues el espectáculo de esta inhumana tortura tuvo más poder elocuente sobre las masas que los famosos discursos pronunciados por él desde ese deshonrado foro. Así pues, lo que se pretendía que fuera una deshonra, logró ser su más magna victoria.

“Pero los que ansían el poder lo valoran no por sentimiento dignos de alabanza, sino pensando solo en el saqueo y no en el honor”. Finalmente cabe destacar como de forma deplorable estos hombres ignoraron toda conciencia e instinto sano que pudo alguna vez encontrarse en su alma en favor del pueblo, para alimentarse de la codicia y de manera depravada preparar planes en detrimento de lo que sería la historia de Roma junto con un hombre que vivió por el ideal de este Estado.

Nos encontramos pues, frente a un relato histórico que ejemplifica la eterna lucha de un campeón de la humanidad, entre la razón y el poder que viene de la ambición y la inmoralidad. La muerte de Julio Cesar, pasó a sustituir una dictadura por otras tres cabezas manejadas por el poder y la lujuria que acabaron con la vida de un hombre, pero no con ello la herencia de sus ideales y el fruto de su esfuerzo en mejorar la salud de un pueblo y no de destruirlo.

De ahí el aporte de este texto, al reflejar a través del pensamiento de este pensador, la necesidad de que en nuestras sociedades estén conformadas por ciudadanos y líderes que dispongan sus intereses en favor del porvenir general y no en construir ventajas personales y acrecentar su propio poder, de ello depende la armonía de los pueblos. La cabeza sobre la tribuna, refleja el resultado de un pensador romano que luchó aun apostando su vida por conservar el sistema republicano de Roma, que peligraba y perdía su ímpetu entre las fuerzas de oposiciones crueles y dictatoriales.

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