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Historia de las relaciones de Panamá con las Estados Unidos I

Enviado por   •  3 de Diciembre de 2018  •  5.545 Palabras (23 Páginas)  •  431 Visitas

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La compra de Luisiana

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La república estadounidense nace en medio de un periodo muy convulso de la historia de la Humanidad: el periodo de las Revoluciones Atlánticas. Entre 1789 y 1824, el mundo atlántico vivió una etapa de gran violencia e inestabilidad política producida por el estallido de varias revoluciones socio-políticas (Revolución Francesa, Guerras napoleónicas, Revolución Haitiana, Guerras de independencia en Hispanoamérica). Estas revoluciones tuvieron un impacto severo en las relaciones exteriores de los Estados Unidos y en su proceso de expansión territorial.

Para el año 1801 Europa disfrutaba de un raro periodo de paz. Aprovechando esta situación Napoleón Bonaparte obligó a España a cederle a Francia el territorio de Luisiana. Con ello el emperador francés buscaba crear un imperio americano usando como base la colonia francesa de Saint Domingue (Haití). Luisiana era una amplia extensión de tierra al oeste de los Estados Unidos en donde se encuentran ríos muy importantes para la transportación.

Esta transacción preocupó profundamente a los funcionarios del gobierno norteamericano por varias razones. Primero, ésta ponía en peligro del acceso norteamericano al río Misisipí y al puerto y la ciudad de Nueva Orleáns, amenazando así la salida al Golfo de México, y con ello al comercio del oeste norteamericano. Segundo, el control francés de Luisiana cortaba las posibilidades de expansión al Oeste. Tercero, la presencia de una potencia europea agresiva y poderosa como vecino de los Estados Unidos no era un escenario que agradaba al liderato estadounidense. En otras palabras, la adquisición de Luisiana por Napoleón amenazaba las posibilidades de expansión territorial y representaba una seria amenaza a la economía y la seguridad nacional de los Estados Unidos. Por ello no nos debe sorprender que algunos sectores políticos norteamericanos propusieran una guerra para evitar el control napoleónico sobre Luisiana. A pesar de la seriedad de este asunto, el liderato norteamericano optó por una solución diplomática. El presidente Thomas Jefferson ordenó al embajador norteamericano en Francia, Robert Livingston, comprarle Nueva Orleáns a Napoleón. Para sorpresa de Livingston, Napoleón aceptó vender toda la Luisiana porque el reinició de la guerra en Europa y el fracaso francés en Haití frenaron sus sueños de un imperio americano. En 1803, se llegó a un acuerdo por el cual los Estados Unidos adquirieron Luisiana por $15,000,000, lo que constituyó uno de los mejores negocios de bienes raíces de la historia.

La compra de Luisiana representó un problema moral y político para el Presidente Jefferson, pues éste era un defensor de una interpretación estricta de la constitución estadounidense. Jefferson pensaba que la constitución no autorizaba la adquisición de territorios, por lo que la compra de Luisiana podía ser inconstitucional. A pesar de sus reservas constitucionales, el presidente adoptó una posición pragmática y apoyó la compra de Luisiana. Para entender porque Jefferson hizo esto es necesario enfocar su visión de la política exterior y del expansionismo norteamericano. Jefferson era el más claro y ferviente defensor del expansionismo entre los fundadores de la nación norteamericana. Éste tenía un proyecto expansionista muy ambicioso que pretendía lograr de forma pacífica. Según él, los Estados Unidos tenían el deber de ser ejemplo para los pueblos oprimidos expandiendo la libertad por el mundo. De esta forma Jefferson se convirtió en uno de los creadores de la idea de que los Estados Unidos eran una nación predestinada a guiar al mundo a una nueva era por medio del abandono de la razón de estado y la aplicación de las convicciones morales a la política exterior. Esta idea de Jefferson estaba asociada a la distinción entre republicanismo y monarquía. Las monarquías respondían a los intereses de los reyes y las repúblicas como los Estados Unidos a los intereses del pueblo, por ende, las repúblicas eran pacíficas y las monarquías no. Jefferson rechazaba la idea de que las repúblicas debían de permanecer pequeñas para sobrevivir. Éste creía posible la expansión pacífica de los Estados Unidos, es decir, la transformación de la nación norteamericana en un imperio sin sacrificar la libertad y el republicanismo democrático.

Para Jefferson, conservar el carácter agrario del país era imprescindible para salvaguardar la naturaleza republicana de los Estados Unidos, pues era necesario que el país continuará siendo una sociedad de ciudadanos libres e independientes. Sólo a través de la expansión se podía garantizar la abundancia de tierra y, por ende, la subsistencia de las instituciones republicanas norteamericanas. Al apoyar la compra de Luisiana, Jefferson superó sus escrúpulos con relación a la interpretación de la constitución para garantizar su principal razón de estado: la expansión.

Doctrina de Monroe

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El fin de la era de las revoluciones atlánticas a principios de la década de 1820 genero nuevas preocupaciones en los Estados Unidos. Los líderes estadounidenses vieron con recelo los acontecimientos en Europa, donde las fuerzas más conservadoras controlaban los principales reinos e imperaba un ambiente represivo y extremadamente reaccionario. El principal temor de los norteamericanos era la posibilidad de una intervención europea para reestablecer el control español en sus excolonias americanas. A los británicos también les preocupaba tal contingencia y tantearon la posibilidad de una alianza con los Estados Unidos. La propuesta británica provoco un gran debate entre los miembros de la administración del presidente James Monroe. El secretario de Estado John Quincy Adams desconfiaba de los británicos y temía que cualquier compromiso con estos pudiesen limitar las posibilidades de expansión norteamericana. Adams temía la posibilidad de una intervención europea en América, pero estaba seguro de que darse tal intervención, Gran Bretaña se opondría de todas maneras para defender sus intereses, sobre todo comerciales. Por ello concluía que los Estados Unidos no sacarían ningún beneficio aliándose con Gran Bretaña. Para el, la mejor opción para los Estados Unidos era mantenerse actuando solos.

Los argumentos de Adams influyeron la posición del presidente Monroe quien rechazo la alianza con los británicos. El 2 de diciembre de 1823, Monroe leyó un importante mensaje ante el congreso. Parte del contenido de este mensaje pasaría a ser conocido como la Doctrina Monroe. En su mensaje Monroe enfatizo la singularidad (“uniqueness”)

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