Japon, naturaleza como molde de la sociedad

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literatura, me gustaría hacer referencia a una famosa frase japonesa que existe desde tiempos ancestrales y que representa la relación que el pueblo posee con la naturaleza: “Setsu-Getsu-Ka”, significa “Nieve, Luna y Flores” y podríamos decir que es una frase que representa la esencia de la cultura japonesa. Éstas tres palabras están ligadas y no se ocupan por forma separada, ya que esta expresión representa el fundamento de la cultura japonesa y fragmentarla significaría destruir esta cultura. La razón por la que decido incluir esta frase en el análisis es porque demuestra claramente la forma en que la naturaleza forma parte de la cultura, lo que se puede demostrar fácilmente si analizamos algunas costumbres japonesas. Las tres costumbres que me gustaría relatar son el “Ohanami”, “Tsukimi” y “Yukimi”, el primero es el nombre que recibe el hábito de contemplar los cerezos en primavera, Tsukimi es la costumbre de observar la luna en el mes de septiembre y Yukimi es contemplar el paisaje nevado durante el invierno. No existe mejor forma de certificar lo cerca de la realidad del concepto Setsu-Getsu-Ka, tres costumbres japonesas que aluden directamente al concepto. Lo importante de éstas costumbres es el carácter de admiración de la naturaleza, elemento que no encontramos en casi ninguna cultura a lo largo del mundo y nos demuestra el estrecho lazo que tiene el pueblo japonés con sus orígenes, en cierta forma, el japonés busca la salvación dentro de la naturaleza.

Cómo hemos dicho anteriormente la naturaleza se manifiesta en todas las aristas de la sociedad japonesa y una buena forma de demostrarlo es a través de la poesía y los haikus, solo con leer unos cuantos nos damos cuenta que la naturaleza es un tema muy recurrente y en el caso de no serlo se manifiesta de una u otra manera. Matsuo Basho, reconocido escritor de haikus nos deja el siguiente poema.

Montaña y jardín a una

se van adentrando

hasta la habitación en verano .

Pasa la primavera:

Lloran los pájaros

y son lágrimas los ojos de los peces .

En éste poema podemos ver como la naturaleza se mezcla con la cultura japonesa, creando un todo donde no se puede separar uno de otro, “montaña y jardín a una se van adentrando hasta la habitación en verano” esta frase es una clara muestra de la fusión que vive algo creado por el hombre con lo natural, la pieza o el hogar no significa una barrera para la naturaleza, sino un espacio del que forma parte.

Para terminar con el tema de la literatura se expondrán algunos haikus clásicos que nos hacen dar cuenta de cómo la naturaleza forma parte de la literatura japonesa.

Masaoka Shiki (1867-1902) Yosa Buson (1715-1783)

Primavera en el hogar. Bajo la lluvia de verano

No hay nada El sendero

y sin embargo hay de todo Desapareció

En el primer haiku vemos la importancia que se le da a la primavera, periodo increíblemente importante para la cultura japonesa, “no hay nada”, sin embargo, la primavera hace que esté todo. En cuanto al haiku de Yosa Buson es más fácil de interpretar como interactúa la naturaleza representada por la lluvia con el sendero que representa al humano, siempre existe una interacción y la naturaleza aborda y se apodera de lo humano, efecto que claramente se vive en la cultura japonesa, donde la ciudad se construye al margen de la naturaleza, no se invade, sino que se busca ocupar los lugares que la naturaleza le otorga al hombre. Un dato interesante y que corrobora en parte esta visión es que al año 2002 Japón contaba con más de un 65% de su territorio en forma de bosques, mientras que en países occidentales éste porcentaje no alcanzaba un 50%.

Ya terminando con el análisis hacemos referencia a otro famoso habito japonés que re afirma la tesis del ensayo y todo lo discutido anteriormente, el festival de hanami, éste festival se realiza en la época de primavera, donde el árbol de cerezo florece por un corto periodo. Éste periodo comienza en marzo y termina con las ultimas flores de abril. Si bien el festival de hanami muestra el valor otorgado a los arboles investigando nos damos cuenta que el significado va más allá, ya que los japoneses asocian este proceso a la vida de los samurái, ambos de corta vida, pero intensa. El color rojizo de las flores simboliza la sangre demarrada en batalla y es por esto que hay que rendirles un homenaje en su corta época de floración. Éste festival se trata de ir a los parques con la familia o los amigos y sentarse a admirar la belleza de las flores mientras se tiene un abundante picnic para saciar el hambre. La belleza de las flores viene en gran parte por su escasez ya que solo se pueden apreciar durante 2 meses y el resto del año sólo se pueden ver hojas y tronco.

En conclusión, podemos decir que el pueblo japonés tiene una cultura muy apegada a la naturaleza y que esto no se debe a una convención aleatoria o reciente, sino que todo tiene un significado y una razón mas allá. El pueblo japonés adora la naturaleza y encuentra una paz que no se puede obtener de otro modo, esto debido a eventos y situaciones importantes a lo largo de su historia que han ido modificando su percepción sobre lo que los rodea. Otro modo acertado de ver las cosas es que la diferencia geográfica les ha facilitado esta forma de ver el mundo, ya que Japón se encuentre en un lugar donde la vegetación es increíble y se da con mucha facilidad, así como los fenómenos naturales que han hecho que el hombre se asombre y les otorgue un carácter divino a los sucesos desde tiempos ancestrales. Para el pueblo japonés la naturaleza es parte fundamental de su vida y es por esto que la respetan y alaban como si fuera parte de ellos mismos, ya que, en efecto, lo es.