LA MUJER Y EL TRABAJO -ARGENTINA-

LA MUJER Y EL TRABAJO

-ARGENTINA-

• Valentina Ramos
• Micaela Cardozo
• Elizabeth Peralta

INTRODUCCION

Tradicionalmente, las representaciones sociales han contribuido a construir un estereotipo de mujer y asignarle una función dentro de la sociedad, el hogar y los hijos, lo cual es percibido como inmodificable. Aceptando la existencia de un estereotipo de género, considerando como tal al conjunto de cosas esperadas de un hombre o una mujer.

El siguiente trabajo va basarse en cómo estos estereotipos determinan un lugar inamovible de la mujer, desmotivando y dificultando su ingreso y desarrollo en el mundo laboral y las desigualdades que estas presentan frente a los hombres.

LA MUJER Y EL TRABAJO

Para las mujeres argentinas acceder al mercado laboral sigue siendo más difícil que para los hombres, por el único motivo de su sexo biológico.

 Según Susana Rueda, secretaria gremial de la FATSA, en el país existen 65% de varones trabajando frente al 41% de mujeres. Las actividades mayoritariamente femeninas son: 17,47% en el servicio doméstico, 16% en el comercio minorista, 13% en la enseñanza, 10,85% en los servicios sociales y de salud,  8,18 % en la administración pública, 6,18 % en actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler. O sea, ese 41% está trabajando  en las áreas con menores salarios. Cuando se comparan todos los niveles salariales y no hay un grado de calificación se registra que las mujeres ganan 32,3% menos que los varones. Y las divisiones se intensifican mas y en todos ámbitos, convirtiéndose en algo indiscutible ya que el 41% de los avisos que ofrecen puestos de trabajo solicitan exclusivamente varones, el 9% sólo mujeres y el 50% es indistinto. Pero en este último segmento se produce la gran diferencia. Porque frente a iguales condiciones de formación,  preparación y experiencia, estos empleadores casi siempre eligen al varón.

Pero acabar con esto no es tan fácil como algunos podrían considerar, se asegura que las medidas para terminar con esta discriminación y división sexual en el ámbito laboral, más que aclamadas y aceptadas serían totalmente rechazadas ya que obligarían a remover relaciones de poder establecidas eliminando hombres de su pedestal de jerarquía en el área laboral.

La opinión predominante tanto en hombres como en algunas mujeres es que a la mujer tiene todo el derecho de conseguir un trabajo “productivo” mientras por enfocarse en este no abandone su estereotipado trabajo “reproductivo” establecido por el patriarcado ya que según este históricamente existen dos esferas sociales diferenciadas: el mundo del trabajo (productivo) y el mundo de la casa  y la familia (reproductivo). Estos espacios marcan diferencias, distribuyendo tiempos, lugares, cotidianeidad y personas. Entre los/as miembros de la familia, las mujeres son responsables del mundo privado y los hombres del mundo público y responsables, a su vez, de la manutención económica de la familia.

Según las políticas de empleo se realizarían modificaciones que combatirían la desigualdad y facilitan el ingreso a mujeres de categoría de pobreza, pero de manera indirecta se promueven actividades desde los programas reforzando las división sexual del trabajo promoviendo el trabajo productivo en mujeres pero que realmente son solo una extensión de las labores reproductivas, en ocasiones generando que el hogar se transforme en el lugar de trabajo. Así intentando tapas la desigualdad como una falsa igualdad, impidiendo ver las pasadas y presentes discriminaciones hacia la mujer.

Analizando datos según “Argentina investiga”, tenemos una pirámide basada en la división sexual; los puesto jerárquicos son ocupado en su mayoría por hombres, los puesto medios están distribuidos equitativamente entre hombres y mujeres. Y los puestos más bajos están compuestos en su mayoría por mujeres.

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Históricamente entre los años 60 y 70, gracias al desarrollo industrial, las mujeres comenzaron a participar en el mercado laboral. En los años 80 se produjo una fuerte segmentación: bajó el empleo laboral y se precarizaron las relaciones laborales, pero a pesar de esto la participación femenina seguía siendo de un 31%. El ajuste de la década de los 90 empujo a las mujeres a las ocupaciones de baja calificaciones para sumar ingresos sin dejar las tareas del hogar.