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La administración de uno mismo.

Enviado por   •  23 de Marzo de 2018  •  1.625 Palabras (7 Páginas)  •  252 Visitas

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Cuáles son mis valores no se trata de entrar en el terreno de la ética ya que en esta materia las reglas son siempre igual para todos y para chequearla, se puede recurrir a la prueba del “espejo”. La ética requiere que te preguntes a ti mismo qué tipo de persona quieres ver en el espejo todas las mañanas.

Sin embargo, éticas son sólo parte de un sistema de valores particularmente en el sistema de valores en las organizaciones. Las organizaciones y las personas tienen valores y para ser efectivos en una organización, sería conveniente que tus valores personales fuesen compatibles con los de la organización, lo cual no significa que tengan que ser exactamente los mismos, pero si lo suficientemente similares para poder existir y de esa forma evitar la frustración y la falta de resultados.

A qué lugar pertenezco Pocas personas, desde temprana edad, saben cuál es su vocación como podría ser el caso de un matemático, músico, biólogo, entre otros. La mayoría de las personas empiezan a tomar contacto con su vocación pasados los 25. No obstante, para ese momento todo el mundo debería conocer las respuestas a las 3 preguntas que se han formulado en éste artículo: ¿Cuáles son mis fortalezas?, ¿Cómo hago para concretar las cosas?, ¿Cuáles son mis valores? Con las respuestas podrán y deberán decidir a qué y “a dónde pertenecen”. En su defecto, este mismo ejercicio debería permitir definir a “donde no pertenezco, cual no es mi vocación”. Una persona que ha aprendido que no es buena para trabajar dentro de una organización de gran tamaño debería decir no a propuestas que impliquen ese perfil. La persona que ha aprendido que ser un hacedor de decisiones no es lo suyo no debería aceptar propuestas en ese sentido.

Desde el comienzo de la historia la mayoría de las personas nunca tuvo que hacerse esta pregunta: ¿Con qué debería contribuir? Esto sucedía ya que la gente era indicada con lo que tenía que contribuir y ya se tratara de un trabajador o un artista, este sabía lo que tenía que hacer.

En muchos casos, y hasta épocas recientes, las organizaciones eran vistas como “estructuradoras” de carreras profesionales. A partir de los años 60s, una nueva corriente de interpretación se puso en práctica a partir de la cual muchos empezaron a no querer recibir indicaciones de lo que tenían que hacer, y por el contrario plantearse cosas como ¿Qué quiero hacer? Y se escuchaban cosas como “haz lo tuyo”. Muy pocas personas trabajan en solitario y consiguen resultados por sí solas: algunos grandes artistas, algunos grandes científicos, algunos grandes atleta la mayor parte de la gente trabaja con otras personas y es efectiva con otras personas. Gestionarse a sí mismo requiere asumir la responsabilidad en las relaciones asumir la responsabilidad de las relaciones es una necesidad fundamental.

Es una obligación. Tanto si soy miembro de una organización como si soy un consultor, un proveedor o un distribuidor de esa organización, debo esa responsabilidad a todas las personas con las que trabajo: a aquéllos de cuyo trabajo depende el mío, así como a aquéllos que dependen de mi propio trabajo.

Cuando el trabajo para la mayoría de la gente significaba trabajo manual, no había necesidad de preocuparse por la segunda mitad de la vida. Uno sencillamente seguía haciendo lo que había hecho siempre. Y en el caso de que tuviera la gran suerte de sobrevivir a 40 años de duro trabajo en la fundición o en la construcción de la vía férrea, se contentaba con pasar el resto de su vida sin hacer nada. Es posible que las personas que gestionan la segunda mitad de sus vidas sean siempre una minoría.

La mayoría puede “jubilarse en el trabajo” y contar los años que faltan para jubilarse de verdad. Sin embargo, los integrantes de esta minoría, los hombres y mujeres que contemplan una larga esperanza de vida laboral como una oportunidad tanto para ellos mismos como para la sociedad, serán los que se convertirán en líderes y modelos.

Es importante tener en cuenta que para tener uno éxito profesional, no sólo debemos tener una manera activa durante el aprendizaje sino que debemos corregir lo que hacemos para que nuestros resultados sean positivos para nosotros mismos. A pesar de amar lo que hacemos debemos reconocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades para saber cuándo podemos trabajar individualmente y cuando puedo requerir de la ayuda de mi compañero o de un equipo de trabajo. Todas las sociedades existentes, hasta la más individualista, dan por sentadas dos cosas, quizá inconscientemente: que las organizaciones sobreviven a los trabajadores, y que la mayor parte de la gente permanece en el lugar en el que está. Pero la realidad de hoy demuestra exactamente lo contrario. Los trabajadores del conocimiento sobreviven a las organizaciones, y registran alta movilidad.

La necesidad de autogerenciarse, por lo tanto, se está impulsando una revolución social. Es una revolución social como dice Drucker por la que estamos atravesando, además no podemos olvidar que somos nosotros los que le permitimos a una empresa un crecimiento activo, veloz y duradero cuando tenemos claro nuestros objetivos, nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Somos seres en construcción por la tanto no podemos estancarnos sino que debemos aumentar cada día nuestros conocimientos y desarrollar más habilidades

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