VIDAS DESPERDICIADAS – LA MODERNIDAD Y SUS PARIAS. BARCELONA, PAIDOS, 2005
Enviado por Kate • 27 de Febrero de 2018 • 2.338 Palabras (10 Páginas) • 413 Visitas
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Y así, este autor nos expone que los llamados ‘residuos humanos’ están siendo utilizados por gobiernos de países desarrollados y cita casos de Estados Unidos y Reino Unido, para crear temor entre la población, claro la población de “no residuales” con el objetivo de hacerlos conscientes de la existencia de una inseguridad latente (amenazas terroristas, conflictos callejeros…) contra la que los estados se deben enfrentar para garantizar el orden.
A pesar de que el libro no es un tratado de cuidado del medio ambiente, “vidas desperdiciadas” reflexiona sobre el efecto de la sociedad de consumo, el progreso económico y la búsqueda de la satisfacción total de las necesidades cada vez más complejas del hombre. Mientras determinadas regiones del mundo crecen en tecnología, capacidad y consumo, otras (la gran mayoría) están destinadas a cumplir el rol de "pensiones", donde los desperdicios y desechos humanos son absorbidos para no estorbar. Contraste enorme con la cantidad de marginados, excluídos, personas casi olvidadas, donde el bienestar personal y la mala distribución de la riqueza y la justicia nos golpean en la cara.
El autor hace la advertencia de que la línea trazada para separar los residuos del producto útil no permaneceraá incuestionada por consiguiente, nadie se puede sentir realmente seguro. Nadie sabe en qué momento puede acabar en el cesto de la basura.
En los primeros tres capítulos del libro, el autor analiza las principales fuentes de residuos humanos: el progreso económico, el orden y la globalización. Las dos primeras están activas desde los inicios de la modernidad; la globalización se ha sumado últimamente para potenciar a las dos primeras y es lo llamado "modernidad líquida".
En el último capítulo se presenta una lectura general del problema desde la perspectiva de la cultura. Zigmund Bauman precisa señala que no hay orden sin residuo. Aún a pesar de las especiales particularidades de cualquier orden específico, es la noción misma de orden la que requiere, necesariamente, que algo se recorte y se excluya. Esta producción de desechos inherente al diseño de lo "positivo" se agravó exponencialmente con la llegada de la modernidad. De manera que, precisamente en virtud de la modernidad, a medida que el orden avanza, los desechos, ya sean naturales o humanos, crecen en las fronteras o son desplazados hacia la nada. Y en consecuencia, junto con la expulsión de las fronteras del orden se pierden también los derechos. “No hay ley para los exluidos”.
Zigmund Bauman precisa en su libro un concepto: "superpoblación". Habitualmente, afirma, el peligro de la superpoblación se asocia con regiones como Africa, país que actualmente cuenta con menor densidad de población, sin embargo países cuya densidad de población es muy superior no se les considera superpoblados, quizás porque pos su condición económica no se considera que tengan un “peligo de superpoblación”, porque van unidos posiblemente los conceptos de superpoblación con baja capacidad económica. Talvez porque como lo sostiene el sociólogo- quienes se consideran “demasiados” son los que no están en condiciones de producir y consumir como “ciudadanos normales”.
La llegada de los inmigrantes representa para quienes los odian la encarnación visible, tangible, física, el doloroso presentimiento de nuestra propia “desechabilidad”. Nadie sabe cuándo puede terminar en el cesto de la basura. Antes de esta era de globalización, aún había un “afuera” donde podrían ser arrojados los desechos. Pero hoy ya no hay un afuera". Antes de la globalización, los desechos podían ser arrojados "lejos", "fuera". Hoy ya no hay un "afuera". Hoy por hoy , los expulsados por el sistema en países subdesarrollados intentan reingresar en él en las grandes ciudades, caravanas de desplazados de las regiones rurales pululan por las grandes ciudades buscando que hacer. Entonces, como el sistema no tiene ningún tipo de propuesta para "reciclar" a esos hombres residuales, busca al menos aparentar ante quienes aún no lo son que se ocupa del problema. Así se establece el paso del "Estado social" inclusivo, a un "Estado excluyente", sustentado en el control de las fronteras.
Al mismo tiempo, las cárceles que eran vistas antes, en el “estado social” como instituciones para el reciclaje ahora han pasado a ser casi que centros de “destrucción de residuos”.
El autor se plantea la pregunta: “porqué deben buscarse soluciones locales a problemas creados globalmente? Porqué solo algunas poblaciones se deben hacer responsables de los efectos y consecuencias ocasionados por las llamadas civilizaciones mas desarrolladas? El problema de la superpoblación ha venido destapándose, se han ido ocupando todas las regiones consideradas “aptas” para la ocupación de desperdicios humanos.
En el ensayo de Bauman se señala que los problemas generados de forma global, como el aumento en la ‘producción de desechos humanos’, precisan de soluciones locales, en razón a que no quedan ‘vertederos’ en el exterior de los países modernos. De esta manera, el escritor expone en su obra una serie de iniciativas locales que ya pueden observarse con frecuencia en múltiples estados: mayor defensa en las fronteras para evitar el ingreso de de inmigrantes, más represión interna, políticas de cero tolerancia a la inmigración ilegal, condenas de prisión de mayor duración para desmotivar a los mas osados, más circuitos cerrados de televisión, mayor control por parte de guardias de seguridad, más ataques preventivos, más arrestos cautelares, más controles en aeropuertos y mayor vigilancia en los guetos.
En la última parte de su obra, el autor amplía su análisis de los residuos. Analiza cómo la ‘cultura del desecho’ está expandiéndose a áreas como las relaciones humanas, el consumo, el mundo laboral o el arte. Utilizando un nuevo concepto al que denomina “modernidad líquida’, se fundamenta en postulados como “nada en el mundo está destinado a perdurar, y menos aún a durar para siempre” o “todo nace con el sello de la muerte inminente, con fecha de caducidad”. Lo efímero como patrón.
El autor nos lleva a mostrarnos cómo no sólo las personas, sino también sus relaciones están íntegramente atravesadas por la incertidumbre, la precariedad, la liquidez. Todo es temporal, los contratos laborales, los matrimoniales, se efectúan "con una cláusula de rescisión” en mente. Desde el momento de su nacimiento, los compromisos se contemplan y se tratan como residuos potenciales".
En una mirada a la
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