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Ensayo sobre Ambrosio de Milán

Enviado por   •  30 de Abril de 2018  •  2.602 Palabras (11 Páginas)  •  301 Visitas

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Ambrosio se esmeró siempre en el cumplimiento de sus deberes como obispo, del mismo modo que se había esmerado en cumplir sus deberes como gobernador. Escribió mucho, especialmente en tono homilético para provecho de los clérigos de su diócesis. Pero donde mejor es conocida su actividad pastoral es en su ministerio oral, con lo que contribuyó decisivamente a la conversión de Agustín de Hipona. Aunque en sus escritos teológicos no dio origen a ningún sistema nuevo, bosquejó la doctrina del pecado original de forma parecida a como, más tarde, lo había de hacer Agustín y, en cuanto a la Misa, fue el primero de los teólogos occidentales que habló de un cambio en la naturaleza del pan y del vino. Al insertar la cultura griega en el pensamiento occidental, Ambrosio fue uno de los primeros que introdujeron en la Iglesia

occidental la exégesis alegórica de la Biblia, el neoplatonismo y el ascetismo. [10] Finalmente, podemos decir que Ambrosio de Milán tuvo una amplia influencia en el desarrollo de la teología, liturgia y pensamiento de la iglesia Cristiana. Entre estas podemos mencionar las siguientes:

El Monasticismo Occidental

Para el año 350 existían varias comunidades monacales en Roma fundadas por mujeres de alcurnia. Había también una liturgia para la dedicación de las vírgenes o una ceremonia para la colocación del velo que las identificaba. Ambrosio de Milán sugiere que la virgen María era un modelo para las vírgenes en la iglesia y su ministerio. Varios monjes se destacan en Occidente por su fama y contribución al movimiento monacal.[11]

Pneumatología

Ambrosio de Milán fue uno de los teólogos occidentales que abordó responsablemente la cuestión reumatológica. A él “le pertenece el mérito de ser el primer escritor occidental que dedicó una obra separada de cierta magnitud a la doctrina del Espíritu Santo. No tiene pretensiones de originalidad. Aquel que haya leído a Atanasio, a Basilio y a Dídimo sobre la misma cuestión, encontrará poco que sea nuevo en Ambrosio.” Su propósito es ofrecer a sus lectores una explicación cuidadosa y completa de la naturaleza y obra de la tercera persona de la Trinidad. No obstante, el gran teólogo occidental y quien presenta la pneumatología más

elaborada hasta sus días es Agustín de Hipona (354–430), discípulo de Ambrosio. [12]

Las Siete Virtudes Capitales

Las siete virtudes capitales provienen del campo de la ética cristiana y a veces se las relaciona con los siete dones del Espíritu (véase Isaías 11:2). Estas virtudes las seleccionó la iglesia medieval como elementos básicos del carácter. Ellas son: fe, esperanza, amor, justicia, prudencia, templanza y fortaleza.

Se llaman “cardinales” porque todas las demás virtudes cristianas dependen de una de estas siete. A las tres primeras a menudo se las llama virtudes teológicas, porque están firmemente basadas en el NT (véase 1 Co. 13:13). Las otras cuatro se conocen como virtudes naturales o morales, porque se basan principalmente en la filosofía griega: La República de Platón recalca las virtudes de sabiduría, valor, templanza y justicia.

Aunque estas cuatro virtudes naturales fueron prominentes en la filosofía antigua, los creyentes encontraron apoyo amplio para ellas en las Escrituras. La justicia fue una característica de los profetas; la sabiduría inspirada vino de maestros hebreos; y Pedro ordenó la templanza o dominio (2 P. 1:6) y también Pablo (1 Co. 9:25; Gá. 5:23; Tit. 1:8). En las Escrituras, “valor” es similar al griego “virtud”, pero la fuente del “valor” bíblico casi siempre se deriva de la confianza en las promesas y el poder de Dios.

Los miembros de la iglesia de la Edad Media vieron así que lo mejor del pensamiento ético griego corroboraba la revelación de Dios en las Escrituras. A. B. D. Alexander escribe: “Bajo la influencia de Ambrosio y Agustín, las virtudes cardinales de aquí en adelante forman un esquema generalmente aceptado para el tratamiento cristiano de la ética sistemática” (ERE, 11:431). Esto ha sido especialmente cierto para la teología católica romana.

La ética protestante ha dado menos atención a las virtudes cardinales. Pero tanto católicos como protestantes están de acuerdo en que es la relación del hombre con Dios la que da cohesión y unidad a su vida moral. En el NT las actitudes de fe, esperanza y amor hacia Dios son los elementos primarios para formar el carácter cristiano. [13]

Creacionismo

Posee dos significados en el pensamiento actual. Uno de ellos se refiere al “creacionismo científico”, la suposición de una creación inicial especial que surgió de la nada. El otro se relaciona al origen del alma humana, el “creacionismo teológico”.

En la historia de la iglesia se adoptó la teoría del creacionismo teológico, favorecida por los escolásticos de la Edad Media, por la Iglesia Católica Romana y por la iglesia reformada. Quienes sostuvieron esta posición fueron Jerónimo, Pelagio, Cirilo de Alejandría, Teodoreto, Ambrosio, Hilario e Hirónimo.

El creacionismo teológico mantiene que Dios crea directamente cada alma humana, mientras que el cuerpo se propaga por medio de los padres. Wiley declara que “el creacionismo como teoría parece estar relacionado íntimamente con los esfuerzos de hacer hincapié en la importancia del individuo, en contraste con el énfasis que se hace en la continuidad y solidaridad raciales” (CT, 2:27). De acuerdo al creacionismo, el alma se crea pura y libre de pecado. Sin embargo, llega a ser pecaminosa por su relación con el complejo de pecado que agobia a cada miembro de la raza humana.

Los seguidores del creacionismo basan su apoyo bíblico en Eclesiastés 12:7; Isaías 42:5; Zacarías 12:1; Hebreos 12:9 y Números 16:22. También se afirma que el creacionismo hace la impecabilidad de Cristo más natural y lógica.

Opuesta al creacionismo está la doctrina del traducianismo, que sostiene que el alma de cada persona se propaga en forma natural juntamente con el cuerpo. [14]

Conclusión

Mientras trabajaba sobre este ensayo no podía dejar de pensar en las bendiciones que tiene la iglesia cristiana de hoy día. Ciertamente nosotros citamos y repetimos enseñanzas sobre la revelación divina pero muy pocas veces hacemos una pausa para conocer la forma en que Dios utilizó a personas escogidas para entregarles la revelación que hoy nosotros poseemos. En ese sentido resulta admirable la

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