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Sylabo de Hematologia

Enviado por   •  22 de Enero de 2018  •  6.333 Palabras (26 Páginas)  •  321 Visitas

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Citomorfismo. El despliegue técnico tiene por base los trabajos de los primeros microscopistas. A pesar de ello, fue Erlich (1880) el que ganó la paternidad de la morfología hematológica al introducir sus técnicas de coloración celular, que adquirieron notoriedad con la invención de los colorantes neutros (Jener y May Grünwald), base de las coloraciones panópticas de Komanwsky. El espectacular poder resolutivo de este tipo de tinciones hizo posible el comienzo de una sistemática morfológica de la sangre, en condiciones normales y patológicas.,

Durante varios lustros, los grandes maestros de la morfología hematológica se vieron enfrascados en una polémica que llego en algunos momentos al más puro bizantinismo dialéctico, al intentar descubrir el carácter único, doble o triple de la célula germinal hemopoyetica. Así, frente a unicistas a ultranza (Weidenreich, Maximow, Ferrata y Pappenheim), se sitúan los partidarios del dualismo hemopoyetico (Ehrlich, y Naegeli) y la postura trialista de Schilling.

Todo ello creó la necesidad de nuevos métodos citomorfológico de identificación celular, de esta manera aparecieron las primeras técnica de oxidasas (Schütz y Fischet), que permitieron separa los elementos de origen mieloide y linfoide. Se abrió entonces el camino de la citoquímica, desarrollada en estos últimos decenios, que ha establecido a nivel celular una aproximación entre las líneas de desarrollo morfológico y bioquímico en Hematología. El análisis citoquímica ha permitido una clasificación más exacta de las leucemias agudas (Hayhoe).

Igualmente se ha podido demostrar (Valentine, 1951) una diferencia citoquímica en la tasa de fosfatasa alcalina leucocitaria entre la población granuocitica normal y la mieloleucocis crónica.

Aunque los estudios de medula in vivo por métodos de trepanación biópsica se empezaron a practicar a principios de los años 20 del siglo XX, fue preciso esperara a 1929 para que Arinkm introdujese el método de la punción esternal, y con ello se desarrollase de manera progresivamente rutinaria el estudio del órgano hemopoyético mieloide. Ha sido pionero y maestro indiscutible de este nuevo enfoque central de la citomorfología el gran hematólogo suizo Karl Rohr. Este avance técnico permitió tener una idea clara de la imagen en espejo (convergente o divergente) entre sangre y médula ósea, al mismo tiempo que permitía un estudio mucho más sólido de la hematopoyesis de base celular. En la exploración de otros ángulos de enfoque de la citología hematológica merece destacarse la observación histórica hecha por Sabin, Doan y Cunningham (1925) que abrió las puertas a las coloraciones supravitales, y con ello al mejor conocimiento de algunas estructuras citoplasmáticas y al estudio in vivo del monocito y células fagocíticas.

La microscopía de contraste de fases, obra de Zernicke (1935), dotó a la Hematología de un nuevo método para estudios morfológicos que, al intensificar las diferencias en densidad óptica, ha permitido analizar mejor ciertos detalles de la estructura celular. En 1951, Dameshek introdujo el concepto de “trastorno mieloproliferativo” para encuadrar una serie de procesos hematológicos (leucémicos o potencialmente leucémicos) que hasta entonces se encontraban aislados en su posición nosológica, y que sin embargo guardan una cierta relación en su evolución patodinámica. En 1960, Nowell y Hungerford descubren el cromosoma Filadelfia como anormalidad adquirida del cariotipo en la mieloleucosis crónica. El hallazgo de esta deleción cromosómica no solo en granulocitos, sino también en eritroblastos y megacariocitos divisibles demuestra el carácter clonal del fenómeno leucémico, al menos en esta enfermedad.

La posibilidad de cortar una célula en 1.000 secciones y estudiarla aprovechando las diferencias de densidad de las estructuras subcelulares al paso de los electrones, ha proporcionado un arma definitiva a la investigación citomorfológica en Hematología: la microscopía electrónica.

Inmunohematológico. En el año de 1900, Landsteiner comunica el descubrimiento del grupo sanguíneo ABO, que le convierte por derecho propio en padre de la Inmunohematología. Landsteiner, junto a Levine, 27 años después, descubre los grupos sanguíneos M, N y P. En 1939, siempre el inagotable Landsteiner (junto a Wiener) realiza el descubrimiento trascendental del sistema Rh, mientras que Levine y Stetson abrían las puertas etiopatogénicas de la eritroblastosis fetal al descubrir la sensibilización trasplacentaria (1939).

La puesta en marcha en 1945 del test de antiglobulinas (Coombs, Mourant y Race) y otras técnicas inmunohematológicas, permitieron el conocimiento cada vez mayor del mosaico antigénico eritrocitario, en una serie casi ininterrumpida de descubrimientos de sistemas de grupos sanguíneos (Lewis, Lutheran, Kell, Duffy, Kidd, etc.).

Bioquímica. A través de los factores anteriores, la Hematología iba perfilando un cuerpo de doctrina, en la medida que el tronco de arranque anatomoclínico estaba siendo moldeado por los enfoques morfológico e inmunológico. Sin embargo, esto no bastaba. La Hematología necesitaba urgentemente el apoyo de otra ciencia básica de la Biología, la Bioquímica, para llevar la patología lesional hasta las mismas fronteras moleculares. Dejando aparte hechos anecdóticos de interés relativo, el punto crucial de este vector hay que situarlo al final de los años 40. Fue en 1949 cuando Linnus Pauling descubre que los pacientes afectos de anemia drepanocítica tenían una hemoglobina de movilidad electroforética anormal. Este autor tuvo la genial idea de considerar que esta diferencia electroforética debía traducir una anormalidad bioquímica a nivel molecular, y con ello creo el término de “enfermedad molecular”. El descubrimiento de la hemoglobina S abre el fecundo capítulo de las hemoglobinopatías moleculares que rápidamente han ido ampliándose en los años siguientes. Itano y Neel (1950) descubren la hemoglobina C; Itano (1951) la hemoglobina D, y así sucesivamente, en una cadena ininterrumpida de descubrimientos que eleva a más de 100 el número de variantes genéticas de hemoglobinas humanas. Fue nuevamente Itano (1957) quien sugirió que el mecanismo patogénico de las talasemias debía ser una anomalía heredada en la cuantía de la síntesis globínica.

El desarrollo histórico del estudio bioanalítico de las diátesis hemorrágicas y trombóticas, y con ello el estudio de las interrelaciones vasculoplaquetarias y del juego coagulación-descoagulación, merecería por su peso específico ser considerado como resultado de un factor independiente. Sin embargo, la metodología de estudio ha sido fundamental físico-química

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