La Droga: Un Camino sin retorno.

...

Para calmar los nervios, Tom decide ir al baño a drogarse con lo que le quedaba en la billetera, era tanto el nerviosismo, que la droga no era suficiente. Ya era tanta su locura, que decide aspirar los sobrecitos de azúcar.

Al estar unos días en Europa y viendo que la plata se le iba acabando de a poco, en vez de buscar un trabajo decente y salir de todo como le había prometido a María. Decide volver a vender, pero esta vez no tenía droga, empieza a vender azúcar y engañar a sus clientes. No le duro mucho la aventura, los clientes ya se empezaban a dar cuenta, y hasta recibió palizas muchas veces.

María viendo estas situaciones y que no había forma de que se recupere, le dice que la única salvación que tenía era internarse. Vos me prometiste que yéndonos a otro continente te ibas a alejar de todo lo malo, pero sigues en la misma. No veo que tengas intenciones de salir. Si sigues así me iré de tu lado, ya no puedo soportar más esta situación.

Tom le promete que se va a recuperar que lo ayude, que solo quiere estar a su lado. Ella poco convencida, le da otra oportunidad, pero le advierte que es la última, la próxima se va de su lado.

Pasaron varios meses, Tom parecía recuperado, trabajaba en un bar, no salía por las noches, hacia vida de pareja normal, pasaba mucho tiempo María, y hasta planeaba tener un hijo con ella. Hasta que una tarde llega la policía a su domicilio buscándolo, María desconcertada pregunta por qué motivo lo buscaban. La policía le responde por un crimen que había cometido a causa de la droga.

Ya sin aspiración de su recuperación y encima ya se había vuelto criminal, decide armar sus cosas y marcharse de vuelta a Colombia, dejándole una carta sobre la mesa diciendo el motivo de su partida.

Tom, ya sin María, y con la policía buscándolo, decide nuevamente entrar en las pandillas, pensaba que así podía estar más protegido y resguardado. Pero no tuvo suerte, en un allanamiento de la policía, fue baleado y se terminó su vida.

María nunca supo más nada de Tom. Aunque se moría de ganas por saber de Tom, en el fondo sabia su final, y prefería no enterarse nunca.

En el mundo de la droga una vez que entras no salís más.