¿A qué le tenemos más miedo a morir o a ser olvidados?

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El hecho de pensar que al llegar el momento de nuestra trágica muerte y que cabe la posibilidad de un olvido inminente, nos causa un miedo que va desde lo más profundo de nuestro ser, nos corroe en vida propia; es así como nos vemos cegados sin saber que el olvido no nos importará cuando nuestra vida haya llegado a su fin, por lo que el solo pensarlo solo nos atormentará mientras vivimos y no al ya estar muertos.

“Mi terror ha sido el aniquilamiento, la anulación, la nada más allá́ de la tumba”.- Del sentimiento trágico de la vida (1913), Miguel de Unamuno

El individuo solo puede conocer la muerte o afirmar su existencia como la muerte de otros individuos; nunca podría conocerla como su propia muerte. Definida la vida como un estado permanente de conciencia, y cuanto la falta irreversible de dicho estado consciente indique la muerte, entonces esta no tiene representación para el individuo mismo, como si su propia muerte no existiese. Uno mismo se reconoce siempre vivo, y es esa sensación de eternidad del yo la que permite a nuestra consciencia aseverar la inexistencia de su propia muerte.

Le temo al olvido. Le temo como el proverbial hombre ciego que tiene miedo a la oscuridad.- John Green “Bajo la Misma Estrella”

Este otro autor también relata que el mayor temor de una persona es el olvido, el no trascender en su vida, el que nadie lo recuerde y que poco a poco el mundo no sepa quien fue esa persona.

Es así como asimilamos que el olvido es inevitable, siendo lo único que podemos afirmar con seguridad si no hacemos algo para ser recordados, no podemos existir para siempre ni estar recordándoles a las personas sobre que algún día vivimos.

“Te mueres en medio de la vida, a mitad de una frase… Porque llegará un día en que todos nosotros estaremos muertos. Todos nosotros. Llegará un día en que no quedara ni un ser humano que recuerde que alguna vez existió alguien o que alguna vez nuestra especie hizo algo. No quedara nadie que recuerde a Aristóteles o a Pitágoras por no hablar de nosotros. Todo lo que hemos hecho, construido, escrito, pensado y descubierto será olvidado.

Quizás ese día llegue pronto o quizá tarde millones de años, pero, aunque sobrevivamos al desmoronamiento del sol, no sobreviviremos para siempre.”- Peter Van Houten “Un dolor Imperial”.

Esta simple referencia de “No sobreviviremos para siempre” hace acopio de que el ser humano es un ser finito, ósea que la vida es por un tiempo, que no podemos ser inmortales.

Nosotros decidimos que hacer o no a lo largo de nuestra vida para que las personas nos recuerden, pero a fin de cuentas todos aquellos que guardaron el más mínimo recuerdo de nosotros también morirán y serán olvidados.

Es un círculo infinito, llegara un tiempo en el que ningún ser humano exista sobre la tierra, y ahí es cuando decimos: ¿Todos los descubrimientos que hemos realizado hasta ahora tienen algún beneficio a largo plazo?

Ahí es cuando toca preguntarte: ¿Vale la pena el esfuerzo?

Por eso mismo es que la vida se creó, no es momento de tomar decisiones rápidas, es momento de cometer errores, de cambiar de idea y de volver a cambiar porque no hay nada permanente, así si algún día nos preguntaran si nos aterroriza el olvido responderemos “No” ya que no hemos perdido el tiempo en siquiera pensarlo porque lo hemos ocupado para decidir, hablar, amar, llorar, opinar, crear, cambiar pero más que nada, actuar.