Bola de Sebo, de Guy de Maupassant

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¿Quién sabe?

Es, además de un extraordinario cuento fantástico sobre la incertidumbre, una nouvelle de las más de trescientras escritas por Guy de Maupassant, publicada en 1890

Un narrador en primera persona confiesa su necesidad de conjurar el miedo que lo devora y se da a la escritura como catarsis para exorcizar su mal.

La historia se divide en cuatro capítulos y en ella, el protagonista, narra el por qué de su decisión de recluirse en un sanatorio.

Era un hombre de buena posición social al cual le obsesionaban coleccionar objetos, a tal punto que la gente lo visitaba exclusivamente para contemplar sus reliquias. Con el correr del tiempo se volvió un hombre solitario al que la sola presencia de la gente lo molestaba, por eso decide construirse una casa alejada de la ciudad. Un día, cuando volvía de ver una ópera (paradójicamente titulada Sigurd y basada en el cuento folclórico "El muchacho que aprendió a temer", recogido por los hermanos Grimm, donde el protagonista invulnerable no conoce el miedo) siente un temor que lo invade y no comprende. Finalmente al entrar en su hogar y luego de que un extraño ruido lo atormente, todos sus muebles comienzan a marcharse de la casa. El hombre queda totalmente desconcertado y sabe que no puede contar a las autoridades lo sucedido porque nadie le creería, es por eso que declara que ha sido víctima de un robo.

Consulta a diversos especialistas por lo vivido y lo aconsejan realizar un viaje. Este lo hace y al retornar a París una pequeña parada en Rouen. Mientras contemplaba la ciudad, en una casa de antigüedades divisa todos sus objetos extraviados, y procede a comprar un par de sillas prometiendo volver por mas. Al salir se dirige a la comisaria del lugar y radica la denuncia que es confirmada por el comisario de su ciudad natal, pero al volver al lugar en cuestión este estaba cerrado y su dueño (amigo íntimo de la bruja del pueblo) prófugo. Deciden entrar a la casa de antigüedades forzando la cerradura, y una vez allí, el protagonista descubre que ninguno de sus muebles estaban allí y que incluso en su lugar, habían sido colocados otros. Pasaron quince días y el vendedor seguía sin aparecer. El día dieciséis, el hombre recibe una carta de su criado, en la que le cuenta que así como todos sus muebles habían desaparecido, nuevamente se encontraban cada uno en su respectivo lugar y en perfectas condiciones.

Nunca atraparon al vendedor de la casa de antigüedades y el protagonista, paranoico ya del todo, y con temor a que este hombre tome represalias decide internarse en un manicomio con el único temor de que este hombre se vuelva loco y decida también internarse allí.