Como es que comienza el Colapso Siria

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Por otro lado, entre una de las víctimas de esta guerra podemos encontrar al medio ambiente. Dentro del impacto ambiental que ha tenido la guerra está la contaminación del suelo y los recursos hídricos de la región debido a los residuos tóxicos que deja la artillería, las bombas, la destrucción de edificios y la industria ilegal de petróleo que encabezan los rebeldes (Veo Verde, 2014). A esto debemos sumarle la contaminación química que ha tenido el uso, precisamente, de armas químicas, la destrucción física de fauna y hábitat debido al aumento de presión humana causada por los movimientos masivos de personas que huyen de la guerra, la contaminación toxica de la fauna y los hábitats y la desaparición de humedales debido a las tácticas militares de tierra quemada, que consisten en destruir absolutamente todo lo que pudiera ser de utilidad al enemigo cuando una fuerza avanza a través de un territorio o se retira del mismo.

Finalmente, cuando se podría pensar que las cosas no pueden estar peor, hay que notar que el cambio climático también la ha jugado una mala pasada a Siria. A partir del 2006, Siria se vio cada vez más afectada por una intensa sequía, volviéndose más calurosa y árida. Entre 2002 y 2008, los recursos hídricos totales del país se redujeron a la mitad (Worth, 2010). La sequía afecto en mayor medida a zonas rurales del creciente fértil (Saleeby, 2012) provocando la desertificación de las zonas de cultivo y un éxodo masivo de miles de personas a zonas antes dominadas por otras etnias, aumentando así las tensiones entre estas. Además, tras la sequía, paso de ser de un país autosuficiente en trigo a depender de sus importaciones (Ahmed, 2013).

En conclusión, hoy en día sí estamos frente a situaciones de colapso y un vivo ejemplo es el caso de Siria, donde vimos que interactúan los cinco factores de colapso de Diamond. Abusos de poder, conflictos étnico, apoyo armamentístico, erosión, contaminación y sequías han dado como resultado cifras estremecedoras. A principios del año 2015 ya se hablaba de 220 mil muertos, 4 millones en campos de refugiados, ciudades completamente destruidas y de la crisis migratoria más grande desde la segunda guerra mundial. Es por eso que me quedo con las recientes palabras del primer ministro italiano, Matteo Renzi, el mundo “no solo debe conmoverse, debe moverse”. Debemos ser capaces de detectar los problemas antes de que nos lleven al fracaso, solucionar los errores ya cometidos o, por lo menos, dar refugio a personas inocentes, como el pobre niño sirio, que huyen desesperadas de un colapso, provocado en cierta medida por la inactividad de cada uno de nosotros, y así no tengan que sucumbir ante el frio del azul del mar.

Bibliografía

Ahmed, N. (2013). Peak oil, climate change and pipeline geopolitics driving Syria conflict. The Guardian.

Diamond, J. (2006). Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Barcelona: Debate.

Saleeby, S. (2012). Sowing the Seeds of Dissent: Economic Grievances and the Syrian Social Contract's Unraveling.

Veo Verde. (Julio de 2014). www.veoverde.com. Obtenido de https://www.veoverde.com/2014/07/el-impacto-ambiental-de-la-guerra-en-siria/

Worth, R. (2010). Earth Is Parched Where Syrian Farms Thrived. The New York Times.

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