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De la dignidad como fundamento de los Derechos Humanos

Enviado por   •  19 de Diciembre de 2018  •  2.503 Palabras (11 Páginas)  •  459 Visitas

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Es un concepto además de difuso, complejo ya que para su análisis, caracterización y definición es necesario recurrir de manera pluridisciplinar a otras disciplinas entre las que incluyen la Ética, la Antropología, la Política, la Etnografía, la Filosofía y por supuesto el Derecho. De la suma de todo ello se conforma la moderna definición de la dignidad humana. Pero va a ser Emanuelle Kant quien desde la Filosofia del Derecho la incorpora y define, como señala María Luisa Castan; “la ética kantiana, expresada en algunos textos de la “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”, la que contiene una expresión más clara de la idea de la dignidad como categoría ética, vinculada a la dimensión moral del hombre. A ella se deben también los primeros intentos de fundamentar los derechos humanos en la idea de dignidad.” (Castan, 2007)

Imaginemos: Si el día de hoy perdieras todo valor patrimonial, tu familia, tus cosas, tus libros favoritos, fueras víctima del despojo más cruento y cuando más infortunado te puedas sentir, la única certeza absoluta es que mantendrías contigo tu dignidad que sería también tu valor frente al resto de la humanidad, aun en el supuesto desgraciado de que lo hubieras perdido todo. ¿Pero qué sucedería si también perdieras tus facultades mentales y no pudieras estar consciente de tu valor seguiría existiendo tu dignidad? ¿Qué sentido tiene la defensa de tu dignidad? Los derechos humanos pierden su sentido si no están fundamentados en el reconocimiento de la dignidad aun cuando no estuvieras consciente de ellos, como señala Krystian Complan:

La dignidad existe independientemente del entendimiento subjetivo de cada cual sobre sí mismo y ligada de manera inseparable con cada ser humano. No se pierde incluso cuando la edad avanzada reduce al hombre al denominado estado vegetativo…La dignidad es siempre de índole defensiva; protege al hombre contra una violación de lo que es más humano en él. El hombre es una especie de fusión simbólica de todo lo que es común para la gente. Se trata de una cualidad que permite decidir con anticipación sobre la integración al género humano. Solo de la dignidad dimanan los derechos que están estrechamente ligados con la idiosincrasia del individuo y por eso, al salvaguardarlos se le pueden mermar otros. (Complak, 2005)

Sin embargo este concepto de dignidad siempre será difícil de trabajar ya que es confuso y se maneja más allá de características y atributos como una seña de identidad del ser humano, como ser dotado de inteligencia y libertad, como ser moral. Y manejar el término dignidad humana, dignidad de la persona humana, o dignidad personal, queda como una discusión irrelevante cuando ontológicamente hablamos de que todo ser humano por el simple hecho de serlo es digno.

En el mundo occidental ha sido muy atractivo el poder utilizar la idea de la dignidad como justificación del discurso moral occidental y como resultado de estos dos siglos de aprendizaje en donde el genocidio, la discriminación y la intolerancia predominaron, me refiero al siglo XIX y siglo XX en materia de derechos humanos, los cuales nos han llevado a comprender que la propiedad, la libertad, la seguridad la misma vida pierde sentido sino es para vivirse de manera digna. Tan es así que en los principales instrumentos internacionales protectores sus preámbulos inician mencionando y estableciendo que su sentido máximo es la búsqueda de la dignidad personal. Es un valor absoluto sustentado en el ser mismo que por solo ese sentido le hace merecedor de respeto y consideración, inclusive aun cuando el ser humano pueda actuar de manera indigna y aun así desde el punto de vista ontológico la seguiría conservando.

Para profundizar en el concepto de la dignidad me remito a lo citado por Cesar Landa.

Por ello, si bien a priori se puede partir de una idea general de la dignidad humana, como concepción del hombre en tanto persona, en la cual se corporeizan los más altos valores espirituales y costumbres éticas, individuales y comunitarias, constituyendo un principio y un límite de la actuación de todas las personas, la sociedad y del Estado; resulta más comprensible encontrar un concepto de dignidad de la persona humana, cuando se la viola, por la actuación consciente o inconsciente del Estado, la sociedad y de los particulares que produce, positiva o por omisión, daño a los valores innatos de la persona humana, codificados en la conciencia jurídica y social. (Landa, 2002)

El término “Dignidad” como fundamento de los derechos humanos es relativamente reciente, de hecho en los tres principales documentos históricos: La Carta Magna de Juan Sin Tierra dada en Inglaterra en 1215 y posteriormente el reconocimiento del Habeas Corpus en 1325, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776 y La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de Francia de 1789 no lo mencionan ya que se centraban en el reconocimiento de los derechos civiles y políticos y en frenar el poder de la autoridad estatal. Fue hasta después de las grandes guerras (incluyendo la Guerra que da origen a la Creación de la Cruz Roja Internacional y al Derecho Internacional de finales del siglo XIX y la Primera y Segunda Guerra Mundial del siglo XX) cuando la dignidad de la persona y sus derechos humanos se convierten en parte fundamental de los estados democráticos y de la comunidad internacional que se estaba conformando.

Por lo que podemos leer en el preámbulo de la Carta de Naciones Unidas de 1945, la voluntad consagrada de las naciones ahí reunidas de “ reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana...”, más adelante cuando el equipo redactor de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, establecerían en su artículo 1o.: “ todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. (Landa, 2002)

Al día de hoy, no podemos imaginar siquiera la inexistencia del no reconocimiento a la dignidad humana, a la negación de su valía y su discriminación. Hoy más que nunca cobra vigencia el postulado Kantiano que señala que: “En el reino de los fines todo tiene o bien un precio o bien una dignidad. Lo que tiene precio puede ser reemplazado por alguna otra cosa equivalente; por el contrario, lo que se eleva sobre todo precio y no admite ningún equivalente tiene una dignidad.” (Valls, 2015)

A manera de conclusión:

Por sobre el instinto natural de sobrevivencia único elemento constitutivo primigenio, el ser humano se construye

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