Discurso de Octavo Paz.
Enviado por Ledesma • 12 de Junio de 2018 • 1.042 Palabras (5 Páginas) • 395 Visitas
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Nos cuenta que el sentimiento de separación lo confundía es sus recuerdos más antiguos, su infancia fue en un pueblo en la ciudad de México, en una vieja casa ruinosa que tenía un jardín selvático y una gran habitación llena del libros, ahí fue donde tubo sus primeros juegos y aprendizajes, su jardín se convirtió en su centro del mundo y su cuarto de libros en una caverna encantada, el leía y jugaba con sus primos y compañeros de escuela.
El tiempo pasó y el espacio se fracturo. Ya no estaba en el presente, el verdadero tiempo estaba en otra parte, su tiempo de infancia feliz se estaba acabando. A pesar del testimonio de sus sentimiento no podía volver el tiempo atrás ni tampoco el de los demás esa era la verdad pero acepto lo inaceptable que se había convertido en adulto y así fue como empezó su expulsión del presente
Decía que hemos sido expulsados del presente puede parecer un acertijo. No: es una experiencia que todos hemos sentido alguna vez; algunos la hemos vivido primero como una condena y después transformada en conciencia y acción. La búsqueda del presente, es la búsqueda de la realidad real. Para nosotros, ese presente real no estaba en nuestros países: era el tiempo que vivían los otros, los ingleses, los franceses, los alemanes. El tiempo de Nueva York, París, Londres. En esos años fueron donde el descubrió su talento por la literatura. Comenzó a escribir poemas pero no sabía cómo escribirlos estaba movido por una necesidad interior difícilmente definible. La poesía está enamorada del instante y quiere revivirlo en un poema; lo aparta de la sucesión y lo convierte en presente fijo. “Pero en aquella época yo escribía sin preguntarme por qué lo hacía. Buscaba la puerta de entrada al presente: quería ser de mi tiempo y de mi siglo.” Paso el tiempo y decidio convertirse en un poeta moderno y así comenzó su etapa de la búsqueda de la modernidad.
En busca de la modernidad me perdí y me encontré muchas veces. Volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer. Presente intacto, recién desenterrado, que se sacude el polvo de siglos, sonríe y, de pronto, se echa a volar y desaparece por la ventana. Simultaneidad de tiempos y de presencias: la modernidad rompe con el pasado inmediato sólo para rescatar al pasado milenario y convertir a una figurilla de fertilidad del neolítico en nuestra contemporánea. Perseguimos a la modernidad en sus incesantes metamorfosis y nunca logramos asirla. Se escapa siempre: cada encuentro es una fuga. La abrazamos y al punto se disipa: sólo era un poco de aire. Es el instante, ese pájaro que está en todas partes y en ninguna. Queremos asirlo vivo pero abre las alas y se desvanece, vuelto un puñado de sílabas. Nos quedamos con las manos vacías. Entonces las puertas de la percepción se entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia.
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