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E.E. CARLA MARLEN MENDOZA SANTIAGO

Enviado por   •  24 de Diciembre de 2018  •  2.910 Palabras (12 Páginas)  •  345 Visitas

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Hablar de morir en en domicilio es algo de igual manera difícil si la familia no está preparada para este hecho. Requerimos de cuidados médicos fundamentales, así como de cuidados de enfermería, pero de una forma muy específica de acompañamiento emocional y afectivo, si no caeríamos en la misma polémica que el morir en una cama de hospital, se supone que el morir en casa debería ser más reconfortarle para la persona en cuestión. En este caso la familia debe estar activa completamente ya que se requerirá no solo de la familia directa si no de varios familiares para poder llevar a cabo este trabajo como lo es el acompañamiento teratológico (Maglio, Wierzba, Belli, & Somers, 2016).

Aunado a todo esto debemos saber cuál es la voluntad del paciente en cuestión, si es que los deseos del mismo era terminar su vida en casa o simplemente quería que fuera en un hospital, porque hay de los dos caso, lamentablemente o siempre se lleva a cabo la última voluntad de la persona, dado a que la familia se aferra a que el paciente permanezca en este mundo a costa de lo que sea.

Hablemos un poco de lo que es el ensañamiento terapéutico como lo cita el artículo (Gómez, Xavier, Gómez, & Ortega, 2008) se ha transformado en un problema ético de primer orden para las ciencias de la salud, una vez que un conjunto de procesos biológicos que tenían alta probabilidad de muerte, pasaron a ser pasibles de control mediante los avances tecnológico-médicos.

El ensañamiento terapéutico, lejos de ayudar produce una gran problemática tanto al paciente como al familiar, amenazan la vida del enfermo en un plazo de meses donde las condiciones se vuelven infrahumanas, conectados a un respirador artificial, quizá recibiendo terapias de hemodiálisis, sonda nasogástrica o gástrica para ser alimentados, sonda vesical para poder vaciar su vejiga, catéter venoso central para administrar líquidos parenterales y postrados a una cama sin poderse mover, sabiendo que con el tiempo comenzaran problemas de ulceras por presión y la integridad de su piel se verá afectada. Aparte de hacer más larga, se ven afectados psicológicamente ya que algunos de ellos en su gran mayoría escuchan y pueden darse cuenta de cada una de las cosas que nosotros les realizamos, aparte también se producen sentimientos en la familia al verlos presos de tantas cosas, al verlos invadidos de todo su cuerpo por sondas y maquinas que solo les ayudan a permanecer más tiempo en la tierra pero sin esperanzas de curarse.

El hecho de que nuestra sociedad haya comenzado a demandar que los profesionales de la salud (los médicos) deban actuar, en ciertos casos, como “agentes de muerte” (es decir “ejecutores”) ha generado un buen número de polémicas y discusiones que lo cuestionan, contraponiendo tanto principios morales como cuestiones referentes a la seguridad o ideas acerca de la autonomía de la voluntad de las personas que presentan enfermedades terminales. Una cuestión que, sin embargo, nos parece muy relevante —en este debate— es la referente al valor que, en estos supuestos, hay que otorgar a la propia conciencia moral de los profesionales médicos, pues no se trata de agentes ajenos a cualquiera de los procesos que se cuestionan en el debate acerca de la muerte terapéutica y menos aún de autómatas exentos de juicio moral (Morales, 2013). Si esto se analiza desde el punto de vista bioético esto no podría ser, ni podría ocurrir porque el personal médico esta para perseverar la salud y no para ayudar a morir deliberadamente, ya que no en todos los estados de nuestro país está aprobada la eutanasia, y no se puede ser partícipe de algo así. Por otro lado recaería más la responsabilidad sobre el personal de enfermería ya que ellos serían los ejecutores directos de cualquier indicación que hiciera el médico para realizar la eutanasia.

El panorama de enfermería es diferente en estos casos ya que somos los profesionales que por nuestras responsabilidades inherentes, estamos continuamente enfrentados a la realidad de la muerte de otras personas. Esta confrontación a menudo resulta dolorosa o difícil, pero debemos encontrar una actitud serena y equilibrada para aliviar nuestros sentimientos de tensión y cubrir al mismo tiempo las necesidades del paciente con enfermedad terminal. (Míguez Burgos & Muñoz Simarro, 2009)

El acompañamiento durante el sufrimiento humano se vuelve un reto a la especulación bioética, debido a que nos enfrentamos a diferentes tipos de pacientes con los que se trabaja día con día, pacientes de edad avanzada, dependiendo de la gravedad de la enfermedad, la condición terminal en la que se encuentran, y por tanto al dilema de la utilidad de algunos procedimientos, que sabemos ya no servirán de mucho o casi nada. También a la actitud del profesional de enfermería y al abandono familiar de personas en estas situaciones. En el centro de estos problemas está el sentido que se debe de dar a los cuidados de enfermería y a la relación enfermera - paciente en una situación de enfermedad terminal.

Enfermería independientemente de la especialidad que tenga debe ser el personal altamente capacitado para realizar el acompañamiento a este tipo de pacientes, ya que tenemos conocimiento suficiente del ser humano, de todo el funcionamientos biopsicosocial ya sea de manera estable (sano) o en la enfermedad, valoramos, diagnosticamos, planeamos, ejecutamos y evaluamos para detectar las necesidad del ser humano así como los desequilibrios y alteraciones, previniendo y recuperando la salud, por medio del autocuidado para que se puedan integrar de nuevo a la sociedad o en todo caso ayudar a tener una muerte digna a cada paciente que lo necesite. (Aguilar, 2010)

Para todas las personas es necesario saber de la muerte, puesto que es una etapa vital. Sin embargo, para los profesionales sanitarios saber de la muerte es imprescindible, porque el dolor, la enfermedad, y la muerte están presentes en las situaciones de cuidados. El saber sobre la muerte no se aprende como una asignatura más, como un saber científico, ni tampoco se aplica como se aplica este último. El saber científico se transmite por el lenguaje a través del cual establecemos una relación única y unidireccional entre una palabra y una cosa. Sin embargo el saber sobre la muerte se aprende en las relaciones con otras personas. En estas relaciones descubrimos dónde y cómo se manifiestan las rupturas de comunicación entre personas, entre grupos, en la sociedad en general. Allí es donde se filtra la muerte, en los puntos donde falla el sentido compartido. (Míguez Burgos & Muñoz Simarro, 2009)

El profesional de enfermería debe estar totalmente capacitado en el tema de los los cuidados paliativos ya que son una

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