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Ejemplario de ensayos realizados por los alumnos de sexto año del Colegio Nacional “Rafael Hernández”

Enviado por   •  14 de Enero de 2019  •  6.134 Palabras (25 Páginas)  •  446 Visitas

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En conclusión, sostengo en este texto lo expresado por A. Schopenhauer, la idea de que es evidente que el placer, el bienestar, la alegría dependen más de nuestro yo-interior, de nuestra esencia y de cuáles consideramos nuestras prioridades. Pero aun así en la práctica es muy común ver como dan más importancia a las posesiones, la riqueza, los bienes, el capital.

Porque tener mucho, suele significar a su vez tener poco. Y estar lleno de cosas, el vacío del alma.

Ejemplo 2:

Otro animal

El planeta está en alerta roja. No es ninguna novedad que los recursos naturales que se han explotado se están agotando: queda poca agua dulce, el suelo se erosiona y la tierra pierde su fertilidad, el aire que respira cada ser está contaminado, la capa de ozono tiene un agujero que sigue creciendo. También crecen los basurales al punto de invadir países enteros, mucho de todo lo que nos rodea puede producir cáncer, año tras año desaparecen diferentes especies de plantas y animales, el efecto invernadero descongela los polos y produce sequías e inundaciones y sin temor a equivocarme, afirmo que sólo una de las especies es responsable de esta crisis, que tiene innumerables consecuencias.

El ser humano es el único animal de esta tierra que en la actualidad, debido al proceso evolutivo, se ha dotado de conciencia. Esto le fue permitiendo modificar la naturaleza a medida y del modo que le fue satisfaciendo, lo que hoy por hoy, en un nivel avanzado de desarrollo hizo creer a las personas que son las dueñas indiscutibles de todo lo que las rodea, y que son libres de obrar como gusten utilizando todos los recursos que de momento tengan.

Esta libertad que parecía no tener límites está llegando a su inevitable fin; llegó ahora una nueva etapa de consecuencias, en la que se intenta concientizar felizmente a toda la especie sobre el “leve” estado de emergencia, y con esto me refiero a la reciente moda (que no tiene más de veinte años) de cuidar el medioambiente, que por cierto han adoptado la mayoría (sino todas) las grandes empresas multinacionales de alcance global. Esto consiste en disimular o minimizar todo lo que contaminan “tapándolo” con un costado Greenpeace, con simpáticas publicidades que enseñan los beneficios que trae consumir productos con envases reciclables, materiales biodegradables, productos de menor impacto ambiental y fomentando la separación de residuos con bolsas de dos colores.

Los hombres y mujeres de las generaciones que se integran al sistema tienen (o tenemos) sobre la espalda el peso de pagar la cuenta de lo que consumieron generaciones anteriores, y puede que todas las campañas de concientización del mundo no sean suficientes para reparar el daño, porque éste fue demasiado grande y significativo.

Desde el inicio de la sociedad como la conocemos predominó a nivel mundial una religión que además tuvo siempre mucho peso, que predica que todo lo que existe, todo lo que conocemos, está al servicio del hombre y gracias al progreso, y de años de lucha por la flexibilización mental, se ha logrado incluir a la mujer.

Está comenzando a existir conciencia respecto de la problemática ambiental sólo porque ya no se la puede ignorar, y éste es el resultado de siglos, milenios de actuar como si la realidad fuera esa. Como si el mundo estuviera realmente hecho para nosotros y nosotras. Es el inevitable inicio de la destrucción de todo lo que nos rodea, y con ello, de nuestra propia destrucción.

Desde el principio, el primer gran error fue ignorar que el ser humano nunca ha dejado de ser otro animal. Como dice el jefe indio Noah Sealth en una carta al hombre blanco: “La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos: todo va enlazado, como la sangre que une una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él solo es un hijo. Lo que hace con la trama se los hace a sí mismo”.

Ejemplo 3:

El hombre, hijo de la Tierra

El hombre, según algunos el ser más evolucionado del planeta, pero pareciera el que ha evolucionado menos; esto es consecuencia de lo que es y lo que fue a lo largo de la historia humana: fue egoísta.

El egoísmo es una cualidad inherente al ser humano. Éste siempre busca su propia satisfacción antes que nada, sin reparar en los intereses de los demás ni en las consecuencias que podría acarrear la búsqueda de su satisfacción; lo primero que le importa es él mismo. No le va a interesar si el resto de los seres vivos o incluso el planeta se ven perjudicados por una decisión que tomó mientras él se sienta cómodo y con sus necesidades satisfechas.

Como él es el ser más evolucionado de la Tierra debería ser más responsable por cada acción que toma, reparando en las consecuencias negativas que la mayoría de sus decisiones conlleva. Pero no sería el caso.

Al ser más evolucionado que el resto de los seres vivos, se cree el amo y señor del planeta, y hace con él lo que le place. Así, por ejemplo, crea fábricas, productos o elementos que, en la mayoría de los casos, hacen dañó y van destruyendo al mundo, a su flora y a su fauna sin saber que el daño que provoque al mundo él también lo padecerá. Por ejemplo: la polución ambiental, los cambios climáticos como las sequías o las inundaciones, el uso de pesticidas muy contaminantes en cultivos que posteriormente se van a consumir, etc.

El hombre, además de parecer el menos evolucionado (por su conducta), es un “mal hijo” para con su madre, la Tierra. Aunque la Tierra es la “madre” de todo ser viviente, se podría decir que el hombre no la “quiere”, ni a ella ni a sus “hermanos”. Se cree superior, especial, diferente y/o “desconectado” del resto del mundo, y ve a éste más como una posesión suya que como algo que pertenece a todos y no solamente a él.

Pero la Tierra no pertenece al hombre, él pertenece a la Tierra. Esto se sabe: todo está enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo lo que la Tierra le ocurra le ocurrirá a sus “hijos”. El hombre no tejió la trama de la vida; él solo es un hijo, y lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Todo en el mundo, en la naturaleza, cumple una función. Nada está de más y todo está, por decirlo así, “interconectado” con todo, y no hay nada que resulte más afectado particularmente y no perjudique al resto. Por ejemplo, el calentamiento global derrite los polos, hogar de los osos polares,

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