El color en los espacios arquitectonicos interiores

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Así mismo, otro punto importante son los esquemas básicos del color, donde se mencionan los colores análogos que producen armonía. Los colores complementarios que son los más agresivos y los colores monocromáticos que dependen de la luz y de la intensidad de tonos de un mismo color.

Los colores también se dividen en dos secciones: los colores cálidos (rojos, amarillos y naranjas con sus diversos tonos y gamas), que se oponen a los fríos: azules, verdes y violetas.

Wong (1992:74) afirma: “Los tonos pueden mezclarse para conseguir una sensación regular entre sensaciones cálidas y frías. En una determinada fase de la mezcla el color quizá no muestre ninguna inclinación hacia la calidez o la frialdad”, por tanto al escoger esquemas cromáticos, la mayoría de las personas prefiere los tintes pasteles conseguidos al mezclar los colores primarios con el blanco o bien tonos apagados, que resultan de la combinación de colores primarios y secundarios entre sí, con distintas proporciones de negro.

Los rojos, naranjas y amarillos, situados en la sección cálida del círculo, producen la sensación de acercarse al que los contempla, por lo que empequeñecen los espacios, dándoles una mayor intimidad. Pueden utilizarse para llamar la atención hacia un determinado elemento, aunque si eso se lleva al exceso puede resultar agobiante.

En habitaciones grandes los colores cálidos y oscuros ayudan a disminuir visualmente el espacio. En un esquema de líneas predominantemente horizontales, los colores cálidos sirven para aumentar aparentemente el tamaño de los muebles y elevar los techos.

Los colores situados entre azul y el verde dan la impresión de alejarse del que los mira, por lo que hacen que una estancia parezca más grande. Por el contrario se debe utilizar tonalidades pálidas si se desea agrandar un espacio pequeño.

También, pueden utilizarse para colocar en un segundo plano algún elemento que no queramos hacer muy visible. Ya que estos colores fríos pueden dar un aspecto gélido a un lugar, por lo que lo mejor es reservarlos para habitaciones muy soleadas.

Recapitulando, reitero que, uno de los temas más importantes en la arquitectura es el color. Ya sea el blanco, el marrón o toda la paleta de colores que manchen una pared, se logrará que la construcción adquiera vida, de no hacerlo sería tan neutral como todo el entorno gris, debido a que, al igual que nosotros la obra necesita momentos de alegría que solo con el color seremos capaces de introducir.

Y serán esos puntos alegres, donde los ecos de la naturaleza representados con la versatilidad del verde, los colores de mar y cielo a través de los azules, la alegría y el sabor representados con un amarillo brillante, nos acompañaran el resto o parte de nuestras vidas, por lo que no debe desestimarse ninguna opción en cuanto a la combinación de gamas y colores por muy atrevida o novedosa que parezca, pues solo se valorará el resultado final en su conjunto.

A fin de cuentas, el miedo a utilizar colores sigue restringiendo la dinámica de la arquitectura, el cómo emplearlos debidamente debe concientizarnos a elegir los lugares precisos y las proporciones adecuadas, porque un color puede ayudar, pero del mismo modo también perjudica de no ser empleado con la conciencia armónica necesaria. Es momento de enseñar al ojo humano a jerarquizar los colores, pues la apariencia de un color no depende de su lugar en el espacio, más bien de la percepción correcta que cada individuo haga de éstos.

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