En las faldas del país

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Ellos son los verdaderos necesitados, los costarricenses que con mucho esfuerzo sobreviven el día a día con lo mínimo y dándolo todo.

No debemos pensar que la centralización y la concentración son sinónimos de riqueza y de bienestar, no hay que confundir las necesidades que abundan en todo nuestro territorio y aún más allá, porque en el primer anillo colorado de las faldas de nuestra bella Costa Rica, donde la concentración es demasiada y a veces pareciera que ya no cabe ni una sola alma más, también hay carencias, también hay dolor y no se salva la gente de conocer necesidades de todo tipo, pero se puede decir que la tienen un poco más fácil.

No es lo mismo que sufre un estudiante de la Gran Área Metropolitana teniendo que devolverse a casa caminando, cruzando calles y usando aceras a lo que un estudiantes de Talamanca debe pasar, subiendo y bajando montañas de tierra sin ninguna especie de pavimento que le respalde, muchas veces descalzo con apenas un pedazo de yuca sancochada en el estómago.

Y felicidades a él o ella si está aún estudiando, porque así como los servicios básicos se disipan y desaparecen conforme se va entrando en la montaña, también lo hacen las ganas, los esfuerzos y la esperanza.

Ahí entre los senderos medianamente marcados por los pasos, nuestros costarricenses se juegan la vida y su bienestar para tratar de conseguir lo que nosotros tenemos en los primeros dos anillos, tratando con uñas y dientes de hacerse un espacio y forjarse un mejor futuro, para dejar de padecer aunque sea esas necesidades que pueden tratar de combatir, aunque muchos se pierden en el intento.

El abrazo despiadado del sentir que no se puede o que no lo vale los asfixia y los arrastra al interior de la montaña, donde se alimentan de resignación para dejar de sentirse necesitados y conformarse con lo poquito que pueden, lo que la tierra les da y lo quel Sol junto con la lluvia les ayuda a cosechar, entonces vemos la imagen del tico contento, del tico agricultor y que vive fácil y tranquilo, aquél que como en el libro “Welcome to Orosí” se conformaba con una yuca sancochada y un cafecito para los tres tiempos de comida, el que cree que su propósito en esta vida es recoger café desde antes de que salga el Sol hasta que el mismo se esconde en el horizonte y llegar a la casa directo a dormir porque ya no puede con el cansancio del día.

Ahí es donde los anillos de colores de aquella bella falda que mencionamos al inicio se destiñen y se muestran tristes, Costa Rica se apaga cuando sabe que sus hijos deben resignarse a sus necesidades para vivir una vida tranquila, para tratar de verse lo menos vulnerables y superar los obstáculos hasta que el corazón aguante.