"Es evidente que un hombre puede plantear y resolver bien un problema moral sin saber Ética. Pero no puede hacerlo sin algún saber y, por regla general, sin auxilios".
Enviado por karlo • 13 de Julio de 2018 • 4.677 Palabras (19 Páginas) • 713 Visitas
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A su vez, tanto las cuestiones más universales de la Ética como las de la ciencia del hombre dependen de problemas más generales aún, de índole metafísica: ¿qué es el bien? ¿Qué es la verdad práctica o verdad de y para la acción?
Pero hay una cuestión que parece estar en la raíz misma de todo problema ético y ser condición de todo problema moral. Problema, sin dudas antropológico, también. Entiendo que inevitablemente, para poder entender esta clase de fenómenos, el pensamiento moral debe formularse esta pregunta: ¿por qué el hombre es un animal moral? o, lo que viene a ser lo mismo, ¿por qué hay en la vida humana una dimensión moral, y no la hay -o al menos parece no haberla- en la vida animal o en la de las plantas?
Del problema radical formulado, surgen otros problemas que conducen a la ciencia moral en la dirección de sus grandes capítulos.
También constituyen problemas de esta ciencia las aporías que surgen en la historia de los pensadores éticos, a cuya crisis hemos hecho mención en el capítulo primero. Y por cierto, nada impide que se use el método dialéctico para avanzar en la ciencia a partir de la consideración de las aporías que surgen en el pensamiento de otros autores que, entendemos, han equivocado el rumbo. Sin embargo, en esta obra privilegiaré los problemas reales, los que surgen de los propios fenómenos morales, porque es en este plano donde cabe considerar el orden.
2. El problema moral radical
Este problema podría calificarse como originario. Lo es en el sentido que está en la raíz de toda consideración científica de la moral, y del que, de alguna manera, surgen todos los demás problemas éticos. Puede aparecer a partir de la consideración de una propiedad del hombre, que permite definir a éste como un "animal moral" (de modo análogo a como pueden hacerse otras definiciones tomando una propiedad específica humana: "animal social y político", "animal que habla", "animal histórico y tradicional", "animal económico", etc.).
Lo moral, tal como lo entendemos nosotros, hombres, no se verifica per se y directamente ni en el animal, ni en Dios. En estos casos no hay problema moral en sentido estricto, aunque acostumbremos a efectuar predicaciones antropomórficas acerca de los animales y de Dios.
La moral aparece empíricamente respecto del hombre a partir de un problema específico que deriva de dos hechos:
a) En primer lugar el hombre, como todo animal, como todo lo que existe, tiene una naturaleza. Y toda naturaleza tiene unos fines perfectivos, una entelequia que es la plenitud perfecta, máximamente desarrollada, de su forma natural o específica. Esto constituye una afirmación metafísica que no es otra cosa que la constatación de un hecho. Lo mismo que un animal o que una planta, el hombre tiene una naturaleza que tiene que desarrollarse a partir de un modo originario (que corresponde al momento de la generación y del nacimiento) en el que la forma específica sólo está actualizada en un grado apenas suficiente para vivir, para existir como tal ente.
b) Pero, a diferencia de lo que pasa con el hombre, el animal y la planta están dotados de una cierta infalibilidad disposicional hacia el fin; en el caso de las plantas, éstas están vegetativa o ejecutivamente orientadas hacia el fin natural; y en el caso de los animales, están dotados de unos esquemas, más o menos rígidos y automáticos de conducta como respuestas frente a estímulos determinados; esquemas disposicionales complejos que suelen ser llamados instintos. Ahora bien, a diferencia del animal, en el hombre existe el fenómeno de la libertad, que provisoriamente puede considerarse como un fenómeno de indeterminación o de contingencia respecto de los medios ordenados a alcanzar el fin. De ahí que en el hombre se suscite la posibilidad de que la conducta se desordene intencionalmente respecto del fin natural. Existe, por esta razón, la posibilidad de que el hombre, como animal o como sujeto de una especie, fracase en la consecución del fin específico. Si cada conducta de un animal, si cada acto vegetativo de una planta o cada acto de un hombre son momentos tentativos de alcanzar un fin, o en dirección a un fin, resulta que, mientras en el animal y en la planta -supuesto la normalidad biológica- desde el punto de vista intrínseco no suele verse frustración, sino que ésta suele provenir más bien de un elemento extrínseco a su naturaleza respectiva, en el hombre pueden haber tentativas intrínsecamente equivocadas de alcanzar el fin. Y éste es el problema moral central u original, que puede analizarse desde muchos puntos de vista.
Uno de ellos es el punto de vista del valor o del bien. Y así puede decirse que, a diferencia de un animal, aunque en cada conducta del hombre se intenta la realización electiva de un bien o valor, de hecho puede resultar algo malo o disvalioso; es decir, en cada conducta del hombre se actualiza la posibilidad de la elección entre un bien real o un bien aparente. Y dado que el hombre puede equivocarse en la elección de ciertos objetos inmediatos que parecen buenos o valiosos pero que -aunque desde algún punto de vista lo sean- resultan malos o disvaliosos en función del bien íntegro de su naturaleza y de su personalidad, en cada elección de hecho se ve comprometido su fin natural, su entelequia, que, como se verá, puede identificarse con su felicidad. Para entender mejor esto anticipemos algunas ideas. Todo fin se alcanza a través de ciertos medios. El fin es, pues, principio intencional y especificante de ciertos medios, pero éstos constituyen principios eficientes de aquél -eficientes porque conducen a su realización-. En consecuencia, el fin se realiza y se concreta (se determina como resultado de una totalidad dinámica) por los medios, de tal modo que al equivocarse el hombre en la elección de los medios equivoca en concreto el fin, de hecho elige en concreto otro fin. Ahora bien, al elegir un fin concreto equivocado -y en tanto persevere en la elección del medio equivocado- puede verse frustrado en la consecución de su fin natural y personal.
3. Otra perspectiva del problema
Otra perspectiva posible, que en rigor es una variante del mismo problema anterior, surge del análisis de las pasiones o, dicho de otro modo, de la dualidad natural que se verifica en el hombre, que es a la vez animal y espiritual. En efecto, de una parte, el hombre parece espiritual; hay muchos elementos empíricos que lo indican: la conciencia, la capacidad de abstracción, la propia capacidad de elección o libertad, la posibilidad
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