GESTION DE OPERACIONES Y SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL

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Terminada la Segunda Guerra Mundial, y de la mano de las lecciones aprendidas de dicha tragedia, se diseñaron y firmaron diferentes acuerdos internacionales; a los cuales se adhirieron algunos paises, para evitar efectos negativos sobre aspectos puntuales como son: la contaminacion con petroleo sobre los mares, manejo de residuos nucleares, manejo de humedales, y especies amenazadas, entre otros.

Según lo anterior, es importante preguntarse: ¿Si la Segunda Guerra Mundial terminó en 1945, por que hasta el 2015 se logra materializar en un acuerdo mundial, la voluntad de los paises por mitigar el daño ambiental?, y mejor aun, ¿la voluntad deberia ser de los Jefes de Estado o de cada ciudadano que vive sobre la faz de la tierra?. El anterior interrogante solo tiene una respuesta: Falta de conocimiento y de conciencia del ser humano, al momento de interactuar con el ambiente; asi como la aplicación equivocada de los Gobiernos, del concepto de desarrollo, para satisfacer sus necesidades e intereses, por encima del concepto de respeto y correcta administración de los recursos naturales.

“El uso de los recursos naturales depende del modelo de desarrollo imperante en una sociedad. El modelo fordista de sociedad - basado en la producción a escala y en el consumo masivo de bienes - impulsado a partir de la década de los treinta en Estados Unidos y Europa, era altamente consumidor de energía no renovable, fuertemente presionador de los recursos naturales y, consiguientemente, muy depredador y contaminador. Este modelo tiene sus raíces en la filosofía del progreso, inspirada en la concepción positivista de las corrientes ilustradas de la modernización decimonónica. Al amparo de este modelo, surge la industria, y en torno a ella crecen violentamente las ciudades, ocupándose territorio cultivable y echando mano de manera incontrolada e irracional a los recursos naturales: al suelo, agua, aire, minerales y recursos energéticos”. (Rojas Hernandez, 2003)

Lo señalado por Rojas Hernández evidencia la falta de conciencia en las acciones de las personas, sin calcular nunca las consecuencias de las mismas, colocando en riesgo el medio que los rodea. Quizás, la única manera de empezar a mitigar lo anterior, antes de que sea demasiado tarde, es colocando en práctica lo siguiente: Primero, el ser humano debe preocuparse por entender los procesos básicos de funcionamiento del medio que lo rodea, lo que sin lugar a dudas lo conducirá a armonizar su comportamiento con el de la naturaleza y no a interrumpirlos o acabarlos. Segundo, aplicado lo primero, el ser humano debe entender que la solución al problema ambiental empieza por casa, con pequeñas acciones, y a partir de allí, se debe generar comportamientos que demuestren la participación ciudadana en la solución de un problema que es de todos; es decir, se requiere un cabio cultural.

“La participación ciudadana refuerza la confianza pública y mejora los objetivos de la gestión gubernamental. Pero, sin duda, lo más importante es que proporciona información adicional a los responsables de las políticas públicas de desarrollo, información valiosa contenida en la memoria histórica de las comunidades”. ((PNUMA), 2005, Pag 23).

Sin lugar a dudas, hoy en día, los gobiernos tienen el deber de realizar administraciones participativas e incluyentes; tomando decisiones que realmente influyan en el cambio climático, eviten la pérdida de la biodiversidad y administren los recursos; que, de la mano con un cambio de actitud por parte del ciudadano, debe generar una sinergia en el desarrollo de la comunidad. Lamentablemente, también se presenta una polarización de criterios, que impide la aparición de punto intermedio donde converjan el concepto de desarrollo y el de conservación. Según Sen Amartya “La cultura en cada uno de los países de la Tierra, se ha transformado a lo largo de los siglos. La retórica de lo sostenible, a diferencia de tener libertad para crecer y desarrollarse, coloca el debate cultural en términos prematuramente conservacionistas” (S.F., Pag. 3)

En conclusión, las acciones encaminadas a conservar por más tiempo el buen estado y la salud de la diversidad biológica, deben comenzar por un compromiso del ciudadano, materializado en su interés por conocer lo que lo rodea y el aumento de su participación con los gobiernos; sin limitar e impedir la respectiva gestión de los mismos. Según Isaias Tobasura “Los Estados son los responsables de la preservación de la biodiversidad. Ellos planifican el uso del territorio; diseñan las políticas de investigación y promueven la educación para el conocimiento y el buen uso de los recursos”. (S.F., Pag 3).

- CONTAMINACIÓN AMBIENTAL.

La ausencia de fundamentos ambientales en el ser humano, alejado totalmente de una conciencia ecologica acorde a la problemática actual; asi como el comportamiento negativo de las Economias depredadoras actuales, ha traido como consecuencia que los recursos renovables se agoten de manera precipitada, y de manera adicional, un incremento acelerado en la contaminacion del aire, el suelo y el agua.

Según la Organización Mundial de la Salud “en el 2012 unos 7 millones de personas murieron –una de cada ocho del total de muertes en el mundo- como consecuencia de la exposición a la contaminación atmosférica” (2014). Lo anterior se debe según los expertos, a una relacion estrecha; antes inimaginada, entre la contaminacion ambiental y el aire de interiores, con las enfermedades respiratorias, las enfermedades cardiovasculares como los accidentes cerebrovasculares, las cardiopatías isquémicas y el cáncer.

Sin lugar a dudas, en la contaminación de los elementos naturales, tiene un alto compromiso el desarrollo del proceso de globalización; concepto definido por algunos como el proceso económico, tecnológico, político y cultural a escala planetaria que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo. Sin embargo, así como es considerado por algunos como un proceso inevitable, que elimina las fronteras y comunica al mundo; también es cuestionado por otros por sus consecuencias ecológicas, como es el caso de la Fundación Heinrich Böll quien afirma lo siguiente:

“El precio ecológico de la globalización es horrendo. En los últimos años se ha alcanzado el mayor incremento de las emisiones de CO2 en el mundo y no sólo en países emergentes como China. Conforme a los datos de la Agencia Internacional de Energía, las emisiones llegaron a un valor punta de 30,6 giga toneladas durante el año 2010 en todo el mundo” (Unmübig, Fatheuer, & Sachs, S.F.)

Según lo anterior, una vez más está abierto

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