La construcción de paz en la postviolencia colombiana y la participación de la Policía Nacional para lograr la seguridad ciudadana

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Son muchos los retos que la institución debe afrontar, pues si bien la intención de los diálogos de paz se basa en el fin de un conflicto armado interno que tiene más de medio siglo de antigüedad, también es cierto que el orden gubernamental debe reconocer con responsabilidad que muchos de estos excombatientes no se adaptaran a la vida social y terminaran delinquiendo y afectando bienes jurídicos de los ciudadanos comunes; por esta razón se prevé que los fenómenos delictivos pueden sufrir alteraciones reflejadas en la mutación, aumento, aparición, expansión y hasta la reincidencia en la conformación de grupos armados al margen de la ley.

Por esta razón la Policía Nacional se está dotando de los recursos necesarios para afrontar los nuevos retos, preocupándose por fortalecerse en: aumento del pie de fuerza debidamente preparado en las Escuelas de Formación Policial, donde se está haciendo énfasis en temas como “La participación de la fuerza pública en el periodo de postviolencia, Educación Ciudadana en Convivencia y Participación y Cátedra para la paz”; también en construcción de nuevas instalaciones policiales con capacidad para albergar al funcionario de policía bajo condiciones óptimas de bienestar; ampliación del parque motorizado y automotor para contar con la capacidad de respuesta oportuna ante los casos de policía; plataformas tecnológicas que permiten utilizar medios técnicos como cámaras, computadores, GPS y además, administran la información de las jurisdicciones en tiempo real para contribuir a la oportuna toma de decisiones.

Es importante resaltar que todos los recursos, tanto humanos como técnicos, tecnológicos y de infraestructura; se conjugan en la prestación de un servicio focalizado en sectores reducidos (cuadrantes), a los cuales son asignadas tres patrullas de vigilancia (una para cada turno de 8 horas), que cuentan con movilidad, medios de comunicación, armamento, uniformes y toda una estructura administrativa para prestar el servicio de vigilancia durante las 24 horas ininterrumpidas.

Gracias a la intervención de la Policía, se generará puentes de interacción entre comunidad y estado, para lograr un periodo de postviolencia que se pueda sostener en el tiempo a través del fortalecimiento de la participación y educación ciudadana.

Igualmente, la inclusión de las comunidades dentro de las decisiones administrativas del Estado, traerá desarrollo a los barrios y sectores, donde la ciudadanía se sienta representada y protegida por sus autoridades político administrativas y de policía.

Por último, la educación ciudadana jugará un papel importante en el sostenimiento de la paz, pues influirá directamente en las nuevas generaciones de ciudadanos, los cuales comenzarán a crecer con pensamientos de reconciliación y solo conocerán la historia bélica de su nación, para no pisar jamás las huellas dejadas en el camino de la guerra.

CONCLUSION.

La seguridad no se limita solo a reducir niveles de vulnerabilidad en las personas; también debe prever evitar factores que pongan en peligro la estabilidad del orden social. De hecho la seguridad debe de ser un requisito básico para que las personas puedan desarrollar potencialidades como seres humanos, convirtiéndose en un derecho humano exigible y en obligación.

Esta no puede ser resuelta con soluciones simplistas. La sensación de inseguridad que se caracteriza en la vida urbana, producto de la percepción del ambiente en el que vive el ciudadano promedio, lleva a amplios grupos de la población a pedir más policías, mas cárceles, mas penas, mas presos. Estas medidas pueden aminorar el problema.

Los ciclos de violencia que ha vivido el país a través de la historia, han dejado grandes consecuencias a nivel nacional, en el desarrollo político, social y económico en la seguridad pública. Por tanto, es el momento de que el país vigorice el fin del último ciclo de violencia que viene desde el siglo pasado, generado por los grupos guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, la delincuencia común y organizada y hasta el flagelo de la corrupción como eje transversal de todos ellos.