La fiesta de Moros y Cristianos en Brasil. Las Cavalhadas.

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Finalmente, la población de Pirenópolis[7], en el estado de Goiás celebra las Cavalhadas a la advocación del Divino Espíritu Santo, quarenta días después de la Pascua. Su antigüedad data de las primeras décadas del siglo XIX, siendo las actividades más significativas el duelo de Carlomagno y sus caballeros[8] enviados a combatir los musulmanes de la Península Ibérica. Con una duración de tres días, se recrea el auto de los cristäs e mouros, en un espacio habilitado para los actos folklóricos, amenizado con bandas de música y tambores.

La Cavalhada[9] tiene origen en los torneos medievales, de los cuales conserva todavía, entre otras reminiscencias, el uso de cintas como premio, que son ofrecidas por el ganador a una mujer o a otra persona que desee homenajear. En Portugal es fiesta cívico-religiosa, envolviendo temas del período de la Conquista de la Península Ibérica. Su difusión en Brasil empezó en el siglo XVII, partiendo del noreste[10] y difundiéndose por el resto del país. En 1641, cuando la aclamación de Don Juan IV, fueron promovidas varias cavalhadas como parte de los festejos oficiales.

Las Cavalhadas entre Cristiäos e Mouros fueron introducidas en el estado de Goiás y en el resto de la planicie central brasileña en los inicios de la centuria del XIX. Desarrollan una temática en torno a las luchas simuladas de las tropas de Carlomagno y se representan después de la procesión del domingo, por la tarde, con la victoria de los cruzados. Ciertamente, antes de las luchas entre las dos huestes, surgen de las calles de la ciudad diversos grupos de caballeros llamados Mascarados, con indumentaria pizarra. Gritan, golpean sus látigos y promueven las pantomimas, aderezados con máscaras artesanales que representan los personajes del demonio, vacas, gorilas, etc. Los caballos, enjaezados, mantienen diferentes elementos metálicos con el fin de provocar alboroto cuando los

animales van al galope. Por lo que se refiere a los caballeros[11], se agrupan al son de un tambor y se dirigen al campo de la exhibición. Allí, el primer día se producen los desafíos, embajadas entre los principales de cada tropa y carreras. A la jornada siguiente, se lleva a cabo la rendición, bautizo y conversión de los sarracenos y, finalmente, el último día los dos bandos se hermanan a través de juegos de adiestramiento y habilidades ecuestres. Es aquí cuando se ejecutan competiciones reales de resultados imprevisibles con posibilidad de victoria para cualquier bando.

La entrada de los caballeros en el campo está precedida por una banda de música, un grupo de gimnastas, mozas llevando banderas de los Cristianos, de los Moros, de la Fiesta del divino y de la Banda, de los grupos de Villanos, de Contradanza y de los Mascarados[12]. Estos Cavaleiros usan trajes lujosos, predominando el rojo para los musulmanes y el azul para los cruzados, a esto hay que sumarle las armas y los caballos magníficamente enjaezados. Al final de la representación, los Cavaleiros se retiran a galope en conjunto y, manteniendo una jerarquía, se dirigen, al paso, hacia la iglesia de Nuestro Señor del Buen Fin, donde depositan sus armas. Estas volverán a ser utilizadas en el año próximo.

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