“La luz del futuro debería irradiar la acción del presente”
Enviado por poland6525 • 12 de Abril de 2018 • 2.852 Palabras (12 Páginas) • 372 Visitas
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Como medio audiovisual, la cinematografía está relacionada y totalmente sujeta a los avances de la tecnología. Hoy en día, el mundo tecnológico es uno de los más trabajados y en los cuales se invierte más. Consecuentemente, de una u otra manera mi industria de interés resulta beneficiada. Cada vez que las herramientas como: computadores, televisores y cámaras mejoran, el cine tiene una oportunidad de brindar innovaciones al público. Sin embargo los cambios tecnológicos son cada vez más acelerados y veloces. Y esto implica una adaptación de la sociedad que no es nada fácil de lograr.
Los cineastas dejaron de hacer videos convencionales, de grabar y editar sobre películas. Las computadoras, los semiconductores, esos son los elementos revolucionarios que han sido absorbidos y utilizados por la comunidad cinematográfica que, claramente, se ha fusionado con la tecnología. Los cambios sociales son lentos y a las personas no les gusta que se les saque de la zona de confort. Cierto es que las generaciones actuales están más motivadas a aprender cosas nuevas y se entusiasman con el desarrollo tecnológico, pero hay que recordar que en el mundo el 65,9% de la población está en edades entre los 15-65, según el World Factbook de la CIA (Central Intelligence Agency, 2015) lo cual indica que existen muchas personas dentro del rango de edad mencionado que se interesan por la tecnología, más otra gran parte de la población sigue siendo adulta y distante. Adicionalmente, las generaciones jóvenes en la actualidad, han venido experimentado el auge de innovación en todas las industrias, y algunas en su corta edad ya han visto aparecer tecnologías revolucionarias y en corto tiempo ser destituidas para dar paso a un producto realmente revolucionario que sustituya al mencionado. Y esto, vivido de forma repetitiva y constante lo ha hecho normal. Al contrario de lo que sucede con las generaciones adultas, quienes tratan de entender un medio tecnológico que al rato les es sustituido por otro que resulta aún más complejo de manejar y cuya “gran diferencia en contenido y técnica” es difícil de comprender y asimilar.
Y esta es una de mis mayores preocupaciones con la industria cinematográfica, pues lo cambios que están por suceder sorprenderán a los jóvenes, pero alejarán cada vez más a los adultos mayores quienes con nostalgia recordarán los días de autocine o proyectores con filmes en blanco y negro vistos en casa. Es relevante advertir que socialmente los cambios y desarrollo de esta industria serán en cierto modo más atractivos para las generaciones del Milenio[1] que para la población restante pues se prevé que el cine integrará el neuromarketing, el 4D e inclusive los hologramas. El cine en unos años será más una mezcla entre el teatro y los videojuegos a gran escala. El 3D evoluciona tanto que se considera ya 4D, donde los personajes salen del film, se desgajan de la pantalla, y las escenas son una fusión de la ficción con la realidad. Por el momento, esto será más viable que los futuristas hologramas, que se darán eventualmente pero que por el momento son bastante costosos, por ejemplo, un proyector de holograma del tamaño de una naranja puede costar 180.000 euros. Pero sin duda llegará el día en que los personajes se salgan del visor y caminen entre los espectadores. El alcance será tal, que quienes estén en las salas podrán con unos botones controlar el curso de cómo se dan las cosas. Y los hologramas podrán interactuar con el público, e incluso hacer preguntas que guíen a que se desarrolle de uno u otro modo el filme. La mezcla del cine y los videojuegos está clara, e incluso con el teatro, teniendo en cuenta que los personajes virtuales saltan de la pantalla y charlan con los espectadores.
Retomando a la población más adulta, este sufrirá un gran shock. Hoy en día, el porcentaje de adultos mayores que asisten a cine, a ver películas distintas a las normales, 3D o en IMA, es bastante reducido. El 4D y los hologramas sin duda significarán una disminución también. Si bien las gafas de 3D les resultan molestas, con seguridad estas modalidades también serán atractivas sólo para ciertos segmentos como jóvenes y en especial los niños en el segmento de cinematografía infantil. (elEconomista.es, 2015)
Por eso no está fuera de lugar decir que a pesar de que si es una actividad que muchos disfrutan, la crisis que vive de forma interna el cine, de cara a su relación con la audiencia, es un rechazo a acudir a las salas sea por precios, sea por oferta o sea por competencia de otras actividades que para el espectador, especialmente joven, tienen más valor. Cada vez es más elevado el número de personas que no ve el sentido de acudir a una sala de cine a ver una película por la relación con la experiencia que se llevan al ir. Esto último supone una oportunidad para los cineastas, en caso de que esperen sorprender al consumidor y lo logren, o de forma contraria, una mala noticia para la industria por que el descontento podría aumentar con los años. (elEconomista.es, 2015)
Este análisis nos lleva a considerar también el aspecto económico. Como podemos ver, estas nuevas tecnologías son excesivamente costosas. Y aunque, poco a poco, estén brindando apoyo los gobierno a esta industria y se hayan logrado los primeros indicios de los avances pertinentes, la piratería y otras modalidades más económicas y “cómodas” de ver películas están creciendo y en cierto modo despojando el dinero que antes se destinaba para ir a cine.
Todo lo que se refiere a la producción de programas audiovisuales vía internet, ha tenido un despliegue bastante simbólico. Sitios como Netflix, que inclusive tienen convenio con las macaras de televisores como los TV Smart de LG para conexiones más rápidas, o páginas web que han desarrollado aplicaciones como Cuevean Storm, han permitido que la gente, en poco tiempo tenga en sus manos las mismas películas que presentan en cine, en la comodidad de su hogar y por una módica suma al mes, que equivale a lo que costaría una boleta de cine de una sola persona, por programación ilimitada todo un mes o inclusive de forma gratuita. El desarrollo ha sido tal, que existen televisores 3D y sin duda, nos llegaran a ofrecer cualquier tipo de programas integrales de realidad virtual, con transmisión de sensaciones no sólo ópticas y acústicas, sino también otras capaces de avivar nuestros restantes sentidos. Esto crea un escenario donde un desarrollo bastante costoso que podría significar muchos ingresos para la industria, a la vez si se explota en exceso vuelve a significar una reducción de precios porque:
1) La gente podría negarse a pagar un precio premium por el servicio en cine y conformarse con una calidad un poco más baja de video por
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