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Literatura y Política ¿Son dos elementos incompatibles entre sí?

Enviado por   •  31 de Julio de 2018  •  1.908 Palabras (8 Páginas)  •  392 Visitas

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Ese ciudadano que pueda aprender a interpretar estos diferentes textos va a poder comparar permanentemente lo que lee con lo que vive. No se va a conformar con lo que ve en esa sociedad a la que pertenece y va a actuar. Va a convencer a sus pares para que lo ayuden a conseguir ese mundo ideal en el que desea vivir, ese mundo ideal que la obra literaria le hizo conocer y que algo distinto (para bien) puede ser posible.

Vargas Llosa considera que la buena literatura es aquella que “inevitablemente produce efectos políticos, más allá de las intenciones del autor”. Cómo se mencionó al principio existen muchos autores que consideran que la literatura y la política son completamente diferentes e incompatibles, que una no puede estar dentro de la otra y mucho menos trabajar juntas. Pero como se logro ver a lo largo de este trabajo, ninguna buena literatura puede dejar de lado a la política, más allá de que el autor odie a ésta. Cuando en cualquier ficción, novela o poema, entran en juego personajes, que tiene su vida como cualquier persona real, que tiene sus actividades, sus valores, sus costumbres, donde existe una sociedad movilizada por el amor, la pasión, el drama, es cuando se visualiza la política. Cuando aparece ese contexto social, inevitable en cualquier texto literario que quiera sustentarse en el tiempo, es cuando esa ficción se torna política. Todo lo que en el texto refleje lo social, sus instituciones, sus estructuras, es política. Cualquier obra que pretenda reflejar la vida y establecer relaciones entre el pasado y el presente, entre lo bueno y lo malo de la historia e intente moldear la personalidad e ideología del lector, es política.

“La política es un ingrediente esencial en la literatura”. No se debe rechazar la acción política en los textos porque si ocurre esto el individuo dejaría de entender su realidad.

A su vez, la política tampoco puede desarrollarse sin literatura ya que esto haría que caiga en un “pragmatismo puro”. Si no hay literatura en la política, el lenguaje de los dirigentes va a ser una mera secuencia de estereotipos, de palabras sin algún sentido coherente y tenderían a caer en palabras comunes que usen sus adversarios. Al ocurrir esto puede llegar a producirse una distancia abismal entre esos dirigentes políticos y el resto de los ciudadanos quienes van a tener una gran dificultad a la hora de entender el lenguaje que usen estos políticos sin saber diferenciar las palabras de uno u otro, creyendo que todos dicen lo mismo. Esto es grave para todos los miembros de la sociedad porque si no pueden entender lo que están diciendo estos políticos, tampoco podrán juzgarlos o elegirlos, deberían tomar decisiones por intuición o libradas al azar.

La política necesita a la literatura para no caer en esos errores, para que esos dirigentes sepan hablar, para que puedan dominar el lenguaje, para poder seleccionar las palabras justas y necesarias para los momentos determinados y en el lugar correcto. Un político sólo puede enriquecer su pensamiento llevando adelante la lectura de una buena literatura. A través de esta también va a lograr conseguir una buena comunicación con lo que va a conseguir llegar de una manera más efectiva y convincente al público deseado de la manera deseada. Es imposible ser un buen político si no se sabe hablar, para transmitir un pensamiento es necesario encontrar las palabras adecuadas y eso sólo se consigue con formación. Formación que sólo puede ser brindada a través de la lectura de textos profundos.

Pero tampoco la literatura debe ser sólo política, ni la política debe ser sólo literatura. Las obras literarias tienen que tener ficción, nos tienen que conducir al uso de la imaginación, nos tienen que enseñar, también, a soñar, nos debe dar valores y poder sacarnos de la rutina para poder despejarnos y no vivir atados a todo lo que nos disgusta de la sociedad en la que vivimos. La política, por su parte, debe aprovechar los beneficios que le brinda la literatura pero no debe olvidarse de que atrás de esas palabras fáciles de entender debe existir un propósito, algo que desee comunicar y que esté sustentado en una base consolidada y con fundamentos siguiendo la lógica de la coherencia. Ambas deben tener una relación de intercambio, que vaya cambiando según la ocasión, que enriquezca a ambas.

En conclusión, la literatura y la política no deben ser consideradas como fenómenos separados y desencontrados. Ambos se necesitan mutuamente para poder llegar a su finalidad. La literatura para ser buena necesita a la política, de la misma manera que la política para ser buena necesita a la literatura.

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