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Manual de Psicopatologia FCM UNAH FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS. DEPARTAMENTO DE PSIQUIATRÍA

Enviado por   •  22 de Noviembre de 2017  •  22.302 Palabras (90 Páginas)  •  724 Visitas

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Puesto que los pacientes se sienten usualmente angustiados y pueden tener dificultad para expresarse aún bajo las mejores condiciones, es conveniente realizar la Entrevista en un ambiente privado o donde haya quietud y no se presenten interrupciones. Como regla general al iniciar la entrevista el médico debe presentarse a sí mismo ante el paciente y asegurarse de que éste se encuentre cómodo, invitándolo a tomar asiento o colocándolo en una posición cómoda en su cama, mostrando una actitud cortés, interesada y respetuosa, ello puede ayudar inmediatamente a que el paciente se tranquilice. Por el contrario, una actitud presuntuosa, aislada, fría, angustiada o irritada disgustan al paciente y disminuyen sus posibilidades de colaboración. En toda entrevista es necesario que el entrevistador muestre interés, tolerancia, cordialidad y flexibilidad y que se comporte con dignidad, simpatía, buena voluntad, atención y buen modo hacia el paciente. La mejor manera de iniciar una entrevista es pedirle al paciente que indique el motivo de la consulta o ingreso al hospital; frases como “cuénteme que le sucede” o “cuál es la razón para haber ingresado al hospital” , resultan ser suficientes para inicie el relato de sus problemas; sin embargo a veces puede necesitar mayor dirección, en tales casos se le puede decir, “me parece que hay algo que le molesta, le causa sufrimiento o preocupación, me gustaría que me hablara sobre esto y todo lo referente a su persona que quiera decirme”. De este modo trataremos de preparar al paciente para una exploración generalizada y detenida y lo estimulamos para que hable espontáneamente acerca de cualquier cosa que se le ocurra sin temor de molestar o aburrir al médico quien deberá de escuchar cuidadosamente permitiéndole que relate su historia de una manera espontánea. El paciente debe darse cuenta del deseo de ayudar que tiene el médico así como del respeto que éste le muestra como persona; por supuesto que la capacidad de respetar a otros depende en alto grado del auto respeto.

Conviene destacar de la importancia de Observar el llamado Lenguaje No Verbal o Corporal en la comunicación: los gestos, ademanes, movimiento, posturas y actitudes son medios, a menudo, más elocuentes que las palabras para transmitir un mensaje efectivo.

Resulta útil pedirle al paciente que nos relate las sensaciones corporales que acompañan a sus ideas, a fin de tener una noción simultánea sobre los aspectos somáticos y psíquicos del comportamiento. Hay que Observar cuidadosamente la conducta del paciente, los cambios posturales, la entonación de la voz, las expresiones faciales y sus reacciones emocionales ante cada uno de los puntos abordados. Si el paciente es espontáneamente productivo hay que permitirle libertad en su narración y limitar las preguntas tanto como sea posible; especialmente en esta etapa inicial el paciente debe darse cuenta que no importa cuál sea el contenido de su relato, el médico le escuchará atentamente sin discutir con él, reprenderlo o juzgarlo y que no tratará de ridiculizarlo por expresar ideas extrañas, en contraste con lo que usualmente hacen sus familiares y amigos. El médico necesita escuchar sin inmutarse, aunque el material expresado le recuerde sus propios problemas o experiencias perturbadoras. Si el paciente no informa de circunstancias o eventos precipitantes del episodio actual, el médico deberá preguntarle acerca de esto, debe obtener una descripción clara de cada síntoma o signo de enfermedad tal y como lo percibe el paciente. Cuando un síntoma constituye parte predominante de la enfermedad, deberá obtener un recuento detallado de las circunstancias que rodearon su aparición y del contexto social en que se presentó.

Si bien es conveniente que el paciente describa sus problemas tan espontáneamente como sea posible, un estado de completa pasividad por parte del médico puede desconcertarlo y por lo tanto debe de evitarse. Es conveniente intercalar preguntas cada vez que se presente una coyuntura apropiada, pero estas preguntas no deben en ningún caso buscar determinada respuesta preconcebida por el médico, simplemente encaminada a aclarar o ampliar un punto y permitir que el paciente aumente la comprensión de un problema. La entrevista debe desarrollarse más bien como un diálogo y NO como un interrogatorio judicial a fin de que el paciente responda con SI o un NO, sin la posibilidad de profundizar en la comprensión del tema. Una explicación simple o una frase amable pueden utilizarse certeramente para obtener información cuando el paciente necesita aliviarse de su angustia en determinado momento.

Deberá de emplearse un lenguaje sencillo, sin rebuscamientos ni tecnicismos y que esté en todo momento al alcance de la comprensión del paciente. Sin embargo es preferible no usar jerga ya que esto puede herir la susceptibilidad del paciente. El uso de imprecaciones (palabras que expresan el vivo deseo de que alguien sufra un mal o daño) deben proscribirse definitivamente, pero el sentido del humor bien entendido puede ser de utilidad. El hecho de que una persona necesita ayuda con sus dificultades emocionales no significa necesariamente que es inferior a otros y por lo tanto una actitud autoritaria de parte del médico resulta inapropiada e interfiere con la comunicación. Por lo demás al paciente hay que aceptarlo en términos de sus propios valores morales o éticos, sin pretender juzgarlo, catequizarlo (persuadirlo a que haga algo contrario a su voluntad) o castigarlo. Cuando el paciente cesa de hablar el médico debe de hacer algún comentario o pregunta. Los silencios prolongados resultan molestos e innecesarios.

Al hacer preguntas el médico debe de repetir, en lo posible, las frases del paciente a fin de minimizar la distorsión subjetiva de la información. Cuando el sentido de una frase no es claro, el médico debe tratar de aclararlo por medio de preguntas. Un interrogatorio discreto y diplomático puede enfocar temas íntimos que en circunstancias usuales el paciente no se siente dispuesto a revelar; si el médico permanece tranquilo y no da la sensación de inmutarse, puede obtener información clara sobre áreas tan íntimas como la sexualidad; si al hablar de ellos el paciente muestra perturbación o intensa angustia puede ser necesario suspender esta exploración.

La Transición entre un tema y otro debe ser suave y en lo posible siguiendo una línea de asociación producida por el mismo paciente. Sin embargo en determinadas ocasiones es necesario realizar una Transición acentuada a fin de ahorrar tiempo o aclarar una situación. . En otros casos se impone una Transición Abrupta, especialmente cuando se trata de evitar la aparición de una intensa angustia. Después de haber establecido el contacto inicial el médico

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