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Monarquía y “Estado” medieval.

Enviado por   •  13 de Febrero de 2018  •  4.133 Palabras (17 Páginas)  •  220 Visitas

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6.3. Reinos y Coronas. La cuestión del Imperio medieval español.

El Reino como unidad política.

El Reino se constituye mediante un proceso de agregación de los diversos territorios del príncipe. Al principio no existía un concepto unitario del Reino. Los reyes no figuraban como titulares de un reino preciso, sino de los pueblos que les estaban sujetos (se enumeran todos los territorios en los textos).

El mantenimiento prolongado de las mismas tierras bajo los mismos reyes hizo que surgiese el concepto global de Reino. Incluso cuando más tarde aparezcan las organizaciones más complejas conocidas como Coronas, los reinos mantuvieron su identidad dentro de esas organizaciones.

Jurídicamente hay que distinguir dos tipos de reinos: de abolengo y ganados. Los de abolengo son los reinos heredados, integran el patrimonio sujeto a los principios hereditarios. Los reinos ganados son los conquistados durante el reinado del monarca, pudiendo disponer de ellos como desee a la hora de nombrar el heredero, a partir de entonces se convierten en reinos heredados. En el derecho navarro, concretamente en el Fuero General de Navarra, se permitía que los reinos acapetos (ganados o captados) pudiesen adjudicarse a cualquiera de los hijos legítimos. De este modo se armoniza el principio de primogenitura con la posibilidad de que otros hijos hereden parte de los territorios del padre.

Las Coronas de Castilla y Aragón.

La Corona es una superestructura política en la que se integran los distintos reinos y señoríos de un mismo príncipe, manteniendo cada una de estas partes su propia personalidad.

La Corona de Castilla surge de la unión definitiva de los Reinos de Castilla y de León en 1230 en la persona de Fernando III. A estos territorios se unirán más tarde los Reinos de Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada.

Castilla y León se fusionaron en un sistema homogéneo con las mismas instituciones. Esto hace que la Corona de Castilla no se adapte perfectamente a la definición que hemos utilizado. De hecho, en la Corona de Castilla los distintos Reinos pierden su identidad.

La Corona de Aragón si fue una entidad política plural, pues los Reinos de Aragón, Mallorca y Valencia junto al Principado de Cataluña mantuvieron su propia identidad y sus instituciones.

El Imperio castellano-leonés.

El Imperio también es una superestructura que alberga reinos y territorios de naturaleza diversa. En Europa el Imperio surge como consecuencia de la estructura feudal, unos reyes se convierten en vasallos de otros reyes de superior poder, que aparecen como emperadores o rey de reyes. Esto explica el origen del imperio carolingio.

En España algunos monarcas de Castilla y León se titularon emperadores, Alfonso VII llegó a ser coronado. Esto se comprende por el ideal neogótico por el que los reyes asturleoneses se consideraban herederos del Reino visigodo de Toledo, así los reyes leoneses tendrían una superioridad sobre el resto de reyes cristianos de la Península. Esto explica la existencia de un Imperio Hispánico o Leonés que llegó hasta mediados del siglo XII con Alfonso VII.

Menéndez Pidal, apoyándose en ciertas referencias de los reyes Alfonso VI y Alfonso VII, reivindicó la idea del Imperio Hispánico o Leonés. Esta idea fue apoyada tanto en el mundo científico como por la política de la posguerra civil en España. La teoría imperial fue matizada o desmitificada por García-Gallo.

El hecho de que algunos reyes leoneses se titulasen emperadores ha sido explicado en base a estos motivos:

- Afirmación de la supremacía peninsular que se explica en base a la tradición visigoda.

- Contraposición al imperio carolingio

- Réplica al Califato Omeya.

- Oposición a la Santa Sede que tenía pretensiones sobre España.

García-Gallo matiza la tesis de Menéndez Pidal al afirmar que sólo cabe hablar de imperio si existe propiamente como tal, es decir, si existe una estructura política aceptada por otros reyes o príncipes. Esta característica si se da en Alfonso VII que recibió el vasallaje de diferentes príncipes, pero era un rey de Castilla y León, por lo que García-Gallo habla de imperio castellano-leonés. García-Gallo considera que, pese a su titulación como emperador, Alfonso VI no pasó de una pretensión política sin carácter efectivo. Gambra demuestra que quizá se pueda retrotraer ese imperio también a Alfonso VI

Los defensores de la teoría imperial alegan que varios reyes exclusivamente de León utilizaron el título de emperadores desde el siglo IX. García-Gallo considera que no se trata en realidad de emperadores pues apenas existe referencia documental (siendo la mayoría falsa). Observa, además, García-Gallo que, en el siglo IX y siguientes, los condes castellanos se autodenominan emperadores, por lo que defiende que utilizan ese título los que ejercen el poder, los que mandan, sin ser en realidad un rey de reyes.

Acogiéndonos a la teoría de García-Gallo podemos concluir que no existió un Imperio leonés pero si un Imperio castellano-leonés. Ese imperio proyectado por Alfonso VI encontraría su desarrollo con Alfonso VII con una ambiciosa e inconsistente base internacional. Esto sería la causa de su ruina. A partir del siglo XIII ya no se volvió a hablar de ese Imperio hispánico medieval.

6.5. El poder del Rey y su ejercicio.

Su origen.

Desde el siglos IX los reyes asturleoneses utilizan la fórmula “por la gracia de Dios”, con ello el origen del poder real se remite a Dios. El origen divino del poder, basado en el Nuevo Testamento, fue una constante medieval.

De este origen divino del poder real caben tres interpretaciones diferentes:

1º Santo Tomás de Aquino desarrolló la teoría de que el poder originario de Dios llega al rey a través de la comunidad, sentando las bases de una concepción democrática del orden político, ya que la comunidad está legitimada tanto para entregar como para retirar el poder.

2º Otros teóricos medievales (el dominico catalán Eymerich) consideran que el rey recibe el poder temporal del Papa, vicario de Cristo en la tierra, quedando el monarca supeditado al Papa, de este modo el Pontífice puede deponer a un mal rey,

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