Primavera Árabe: El fin del poder
Enviado por poland6525 • 25 de Abril de 2018 • 2.907 Palabras (12 Páginas) • 270 Visitas
...
Mientras Mohamed estaba en el hospital, fue visitado por Ben Alí, quien se dejó retratar junto al joven vendedor y le prometió que lo enviaría a Francia a recibir tratamiento, aunque no cumplió la promesa, también se dirigió a la comunidad tunecina esa noche, pero su discurso televisivo expresa su ceguera. Ben Alí denuncia a los manifestantes como extremistas y agitadores a sueldo y anuncia una represión feroz. Lejos de calmar las cosas, su intervención convierte la revuelta popular en insurrección. El pueblo tunecino ya no denuncia solamente la injusticia social sino el poder político.
Mohamed falleció el 4 de enero de 2011 y se estima que más de 5000 personas participaron en la procesión funeraria que se inició en Sidi Bouzid, pero la policía no permitió que pasara cerca del punto en el que Bouazizi se inmoló. Hay registros de cantos durante la protesta que decían: «Adiós, Mohamed; te vamos a vengar. Hoy te lloramos y haremos que quienes causaron tu muerte lloren también».
Tras la muerte de Bouazizi se inició la Revolución de los Jazmines en donde Los enfrentamientos se extienden a varias regiones y, posteriormente, alcanzan la capital tunecina. El sindicato UGTT y un colectivo de abogados organizan manifestaciones, sellando así la alianza entre las clases populares y la burguesía alrededor de una organización estructurada.
Es así como a partir de este gran pistoletazo de salida podemos comenzar a observar más de cerca como se dan las revoluciones de Naím. La revolución del más, tiene sus inicios mucho antes de la primavera árabe, puesto que Túnez ha sido un país con un gran desempeño económico, reduciendo la pobreza y haciendo que la clase media crezca, volviéndola impaciente, mejor informada y, «cuya intolerancia respecto a la corrupción la ha convertido en una potente oposición» (Naím, 2013, p.69). Esta clase está conformada en su mayoría por jóvenes menores de treinta años «que disfrutan de buena salud y formación, con una larga vida por delante, pero que no tienen trabajo ni buenas perspectivas» (Naím, 2013, p.94). Así mismo la revolución de la movilidad comienza a canalizarse desde aquellos problemas sociales, pero estalla cuando muere, a quien consideraremos un micropoder progresista, Mohamed Bouazizi, porque todos aquellos jóvenes informados que sabían de la corrupción del clan Ben Alí, comenzaron a reclamar puestos de trabajo debido a que la tasa de desempleo alcanza en este país al 23,4% de los jóvenes diplomados (según cifras oficiales); sin embargo, la realidad es que afecta al 35%. Estos reclamos los hicieron a partir de manifestaciones que comienzan a alterar la distribución del poder.
El resultado de estas dos revoluciones, es la revolución de la mentalidad, aunque cabe considerar que pueden ser estas tres consecuencia una de la otra, es decir, pueden ser vistas como un conjunto en donde todas son consecuencia de todas. Es así como se puede observar a la revolución de la mentalidad como un proceso que se va dando a lo largo de toda la primavera árabe, y que de hecho puede considerarse un factor desencadenante de aquellas revoluciones puesto que muchos de estos países presentan una alta tasa en turismo y muchos de los habitantes de países como Túnez, podían observar y escuchar las condiciones de vida que tenían aquellas personas en los países que están al otro lado del Mar Mediterráneo o en los otros continentes. Esto convierte a esta población en personas muy conscientes de que otros disfrutan de mucha más prosperidad, libertad y satisfacción personal que ellos, lo que «nutre su esperanza de que no es imposible alcanzarlos algún día» (Naím, 2013, p.104).
Estas revoluciones que abarcamos aquí, no solamente acabaron con el poder de Ben Alí, sino que se propagaron como una infección en donde todos los países del mundo árabe querían salir de la represión total y mejorar sus condiciones de vida, terminando con los regímenes dictatoriales. Esta propagación de esperanza, se da gracias a herramientas como internet en donde Facebook, Twitter y los mensajes de texto ayudaron a fortalecer a los manifestantes. Cabe resaltar, que solo son herramientas, «que para causar efecto necesitan unos usuarios que, a su vez, tienen objetivos, dirección y motivación» (Naím, 2013, p. 35) porque en sí el más importante motor de la protesta fue la realidad demográfica de los jóvenes, como lo veíamos anteriormente.
La fragmentación del poder que aquí se comienza a generar la podemos denominar, como los militares norteamericanos, «guerra de cuarta generación» en donde el conflicto se da desde un micropoder o, como dice en el libro, desde un actor no estatal violento lucha contra un poder tradicional, en este caso, dictatorial. Este enfrentamiento es militar no solo por su magnitud armada, sino también porque se desarrolla entre los medios y cada frente o poder se esfuerza por debilitar las bases del otro así como por derrotarlo. Es así como «el terrorismo, la guerra cibernética y la propaganda son instrumentos habituales de la guerra de cuarta generación» (Naím, 2013, p. 179).
En esta guerra de cuarta generación en la revolución tunecina, la guerra cibernética juega uno de los papeles más importante desde las revelaciones de WikiLeaks, en los medios de comunicación y las redes sociales, con respecto a la realidad concreta del sistema mafioso establecido por el gobierno Ben Alí y que sirvieron de prueba definitiva sobre la corrupción de su régimen, del que todo el mundo sabía sus abusos.
Es así como después de 28 días Ben Alí huye de Túnez a la capital de Arabia Saudita pero no sin antes haberse llevado consigo 1,5 toneladas de oro robado del tesoro público tunecino. Esta caída del régimen en 28 días se dio debido a los siguientes factores: primero, las represiones sociales tachadas por Ben Alí como “maniobras políticas” y ordena a las fuerzas de orden público que respondan con mano dura y por las cuales mueren cientos de personas. Segundo, el cierre de las universidades debido a que miles de jóvenes acuden a las manifestaciones y reemplazan su foto de Facebook por la foto de la bandera nacional bañada en sangre pero Ben Alí les promete la creación de 300.000 nuevos puestos de trabajo y a cambio les paga con el cierre de todas las escuelas y universidades. Por último, la instauración del toque de queda y las críticas internacionales.
Cabe mencionar que Ben Alí también decide huir del país porque sus antiguos amigos: Francia, Estados Unidos y Roma, le dan la espalda y le niegan el asilo político pero, especialmente centramos la atención en Estados Unidos dado que el Consejo de Seguridad Nacional decide tomar riendas del asunto y organizar la sucesión antes que
...