Recusros naturales, enfermedad holandesa en Colombia

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Así, Colombia emprendió la exploración de la mina a cielo abierto del Cerrejón, que en un principio abasteció el mercado interno y comenzó a exportar en 1985 con la ayuda de Carbocol e Intercol.

Recursos naturales y su impacto económico

En la academia hay numerosos estudios y debates sobre los impactos económicos que genera la abundancia de hidrocarburos en un país.

Los que están a favor de que las exportaciones de hidrocarburos tienen efectos positivos en la economía argumentan que estos recursos son generadores de divisas y a su vez atraen la inversión extranjera, fomentan el consumo interno de bienes extranjeros y aumentan el ahorro y la inversión, además de que el incremento de las rentas públicas por regalías e impuestos sirve como financiamiento de las políticas del Estado.

La hipótesis de los que están en contra, como Jeffrey Sachs (1997), es que los países que son abundantes en recursos naturales tienen a crecer más lento que los menos abundantes. Esto se debe a la esencia del mercado de hidrocarburos, que tiene grandes variaciones en el precio y nefastas consecuencias para los países que dependen de las ganancias

Así, los países que dependen en su mayoría de la exportación de recursos presenten un decrecimiento mayor a lo que representan las ganancias por el aumento en el consumo y la inversión. Y más aún, por la desgarradora desindustrialización que es causada tanto por la revaluación que quiebra a los que pretenden crear industria y al cambio de dirección de la inversión extranjera directa en el país.

De la abundancia de los recursos a la “enfermedad holandesa”

Siguiendo el estudio podemos observar que en la academia nos encontramos con más argumentos en contra de la abundancia de los recursos naturales, ¿entonces es una maldición poseer un territorio abundante en recursos naturales?

No necesariamente. El problema de la “maldición de los recursos” o la “enfermedad holandesa” no es precisamente la riqueza de un territorio, sino la mala administración de estos recursos por las precarias políticas estatales en la regulación de los diversos sectores de la economía, dejando de lado los sectores industriales y dependiendo cada vez más del comercio con los otros países.

El fenómeno de enfermedad holandesa adquiere su nombre debido a que en la década de los 60 Holanda centró sus exportaciones en hidrocarburos, lo que llevo a una revaluación fuerte de la moneda que afectó a las distintas exportaciones que no eran de hidrocarburos y al sector industrial.

La enfermedad holandesa comienza con un auge en los recursos naturales, tanto con el descubrimiento de nuevas reservas como con el incremento del precio a nivel mundial, y los efectos de este auge se pueden mirar desde dos puntos de vista: el efecto gasto y el efecto del movimiento de los factores.

El primero se caracteriza porque el incremento del ingreso percibido aumenta la demanda de todos los bienes de la economía. De esta manera, si la oferta interna no alcanza a satisfacer la demanda con los precios relativos del libre comercio, se abastecen de los bienes importados y cuando no hay mercado a nivel mundial de algún bien, el aumento de la demanda responde con inflación. En este sentido ocurre una revaluación de la moneda que beneficia al sector importador y golpea al sector exportador de bienes transables, que pierden competitividad a nivel mundial.

El segundo efecto surge como respuesta a la revaluación de la moneda, y la reducción de producción de los bienes transables que pierden competitividad, liberando así factores de producción. Como se supone que los factores no son perfectamente movibles, sino que tienen cierto grado de elasticidad al sector de producción, el desplazamiento de estos hacia el sector que se encuentra en auge no aumenta la producción como lo hace la reducción de los demás bienes de la economía.

Ahora, estaríamos pensando que realmente los recursos representan una maldición, pero hay que aclarar que no siempre es así: la política económica juega un papel clave en conjunto de la enfermedad holandesa, pues esta se puede acentuar o incluso evitar si se aplican las medidas adecuadas, que no solo mitiguen los efectos, sino que aprovechen la bonanza como financiamiento de los demás sectores.

La principal causa de la enfermedad holandesa es el desamparo de la política económica sobre los sectores de bienes transables, cuando el verdadero crecimiento económico se encuentra en la innovación y en la capacidad de competir en un mercado global.

Puesto que los bienes transables y los bienes primarios no caben en los supuestos de los modelos de ventaja comparativa que aluden a que la especialización en un sector significa ganancias para el país, es claro que el mercado de recursos naturales no representa una oportunidad de ampliar u controlar el mercado, y más aún cuando no se influye en la oferta ni en los precios mundiales.

La coyuntura actual de los hidrocarburos en Colombia

Las políticas de expansión del sector minero energético en el siglo pasado, y la solidificación de este sector en la década de los 80, no obedecieron a un auge pasajero, sino a un sector de la economía que más bien llegó para quedarse, pues con el paso del tiempo las exportaciones de petróleo y carbón cogieron gran importancia en la balanza comercial, sobre todo en el dinamismo en que tornó el desarrollo de la economía colombiana que transitó de un proteccionismo a la liberalización del mercado desde el consenso de Washington.

Durante el siglo XXI, las exportaciones de hidrocarburos propiciaron una fuerte revaluación de la moneda local, lo que afectó a una gran parte de exportadores de los demás bienes transables de la economía y a la cuenta corriente colombiana que ha estado en déficit en los últimos años. Y esto no es culpa únicamente de la balanza comercial, sino también a la balanza de servicios que se ha visto afectada no solamente por los hidrocarburos, sino por el uso desmedido del endeudamiento externo causado por mala operación de la política económica.

Desde finales del 2014, el precio del petróleo cayó alrededor de la mitad pasando de los 110 dólares por barril a cerca de 50 dólares. Han pasado tres años y el precio mundial no se ha recuperado: su media está ahora entre 55 y 45 dólares por barril. Esta caída se debe al aumento de la oferta de petróleo con la nueva forma de extracción llamada fracking y la respuesta de la Organización de Países Exportadores de Petróleo