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Yo y la eutanasia

Enviado por   •  7 de Noviembre de 2018  •  2.417 Palabras (10 Páginas)  •  277 Visitas

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Ahora bien, por lo que se refiere a los argumentos contrapuestos, es común encontrar su fundamento en el hecho de que el medico tiene como función la de salvar vidas y no destruirlas. Sin embargo, dicha proposición que al parecer luce razonable, al reflexionar seriamente sobre ella, emergen excepciones a la regla, dependiendo de las circunstancias de cada caso. Así, la religión señala en relación al sufrimiento y al uso de analgésicos que a pesar de la valoración de este, no se puede pedir, una actitud heroica al enfermo, y la prudencia aconseja el uso de medicamentos que alivien el dolor, aunque como efecto secundario acorten la vida del paciente.

Hay clasificaciones modernas de eutanasia y hablare brevemente de ellas.

Distanasia

La Distanasia es lo completamente opuesto a la Eutanasia, se trata de la oposición que tiene el paciente, los familiares y hasta los médicos de que morir. A pesar de todas la complicaciones que se puedan suscitar en torno a una enfermedad, la Distanasia se puede considerar una oportunidad para quienes no desean morir, pero es importante destacar que en la sociedad que apoya los derechos humanos en todas sus características, la Distanasia es considerada un “Ensañamiento” contra el paciente, pues por lo general al paciente se le somete a una serie de acciones que lo hacen sufrir sin medida.

Ortotanasia

La ortotanasia o muerte digna, designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. Por extensión se entiende como el derecho del paciente a morir dignamente, sin el empleo de medios desproporcionados y extraordinarios para mantener la vida. En este sentido, ante enfermedades incurables y terminales se debe procurar que se actúe con tratamientos paliativos para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables hasta que llegue la muerte. La ortotanasia se distingue de la eutanasia en que la primera nunca pretende adelantar deliberadamente la muerte del paciente.

Aunque en la cultura actual la consideración de ortotanasia o muerte digna en el final de la vida de enfermos incurables y terminales se asocia como aquella que se produce sin ensañamiento terapéutico y con aplicación de cuidados y tratamientos paliativos, sobre todo dirigidos al sufrimiento y dolor innecesarios, no debe entenderse excluida de una muerte digna cualquier persona cuya muerte se produjera al margen de esas consideraciones genéricas, ya sea por decisión personal del enfermo u otras circunstancias. La medicina paliativa, se concentra en mejorar la calidad de vida y en aliviar los síntomas en el marco de un equipo multidisciplinario, formado por médicos, enfermeras, psicólogos, asistentes sociales, nutricionistas, etc. En otros países se ofrece terapia de expresión artística -como la música y la pintura -lo que permite a los enfermos encontrar una forma de comunicación no verbal, para las angustias, temores que le puede ocasionar el enfrentamiento con la muerte. A los pacientes que lo deseen se les ofrece asistencia espiritual. Dado que a la familia se le considera parte del equipo terapéutico se procura educarla para que pueda asumir un rol activo para el cuidado de la persona enferma.

Sin embargo, este siempre será el dilema quiero comprender que para el bien morir no solo es desconectar al paciente de los soportes vitales también hay que ayudarlos espiritualmente a que tenga una muerte digna, sin dolor y sin sufrimiento, a ayudarlos a trascender como lo hacían en la época prehispánica para ir dejando atrás esos prejuicios acerca de la muerte.

Aun cuando la eutanasia es una decisión individual, es necesario que se legisle para evitar abusos y lograr que su aplicación sea realmente un satisfactor de necesidades que vaya más allá de ideas filosóficas, religiosas, culturales y políticas, pues no es posible asegurar que en México no se practique la eutanasia o suicidio asistido, ya sea por las condiciones de gravedad de los pacientes terminales, o bien porque algunos médicos se sienten con la responsabilidad de efectuarla para mitigar el sufrimiento.

CONCLUSION

En mi opinión hay muchos prejuicios sobre la muerte, durante los tiempos prehispánicos la muerte era algo para trascender de una manera pasar del plano material al plano espiritual, en cual tenían una previa preparación y era netamente voluntaria, quiere decir, que para ellos morir era una forma de ser parte de los dioses y deidades que ellos creían y ser seres inmortales en otros planos, sin embargó, durante la conquista nos hicieron ver que la muerte era algo que no tenía nada que ver con lo religioso y que era malo para el espíritu, porque decían que morir era dependiendo de tus actos que habías hecho en vida pasabas al cielo o al infierno, entonces por creencias al inculcarnos esos mitos se fueron pasando de generación en generación.

No obstante nosotros los seres humanos en la actualidad no estamos preparados para la muerte, es algo que de alguna manera nos da cierto temor, hasta miedo a ello, por consiguiente morir es un fenómeno que no nos da mucho confort, pero que pasa con las personas con alguna enfermedad terminal para ellos dar una buena muerte es dar confort y hasta cierto punto un alivio, una manera digna de dejar de sufrir.

Es verdad que, cuando se habla de eutanasia, suavizamos el término con un lenguaje afectivo para purificarlo de toda su carga negativa. No se quiere matar por capricho, por egoísmo o por simple utilidad, sino que se justifica como un gesto de cariño y compasión humanitaria, para eludir un desenlace trágico y doloroso. La buena intención pretende quitar el carácter de violencia e injusticia que todo atentado contra la vida encierra, como si tales sentimientos pudieran modificar el significado profundo de la acción.

Podríamos decir que si la última alternativa para escapar de una muerte terrible, insoportable y angustiosa fuera el empleo de la eutanasia, la condena de esta última se haría difícil. Resultaría compleja dejar morir a una persona en medio de dolores intolerables sabiendo que no existe ninguna posibilidad de salvación. Con los principios dados anteriormente se consigue obtener esa misma finalidad, pero dentro de un espacio ético y sin invadir la frontera que delimita un derecho intangible: el respeto a la vida.

La fuerza de este presupuesto está avalada por una conciencia casi universal. Hasta los mismos defensores de la eutanasia y los diferentes proyectos presentados en algunos países para su legalización civil, en algunos casos concretos no se refiere nunca

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