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Análisis Literario Conde Lucanor Ejemplo XI

Enviado por   •  7 de Agosto de 2018  •  3.775 Palabras (16 Páginas)  •  2.737 Visitas

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El libro se compone de dos prólogos y cinco partes diferentes entre sí: la primera contiene cincuenta y un ejemplos; y otras cuatro partes, claramente diferenciadas, de las cuales la última es muy distinta de las anteriores, aparece el moralista medieval preocupado por la salvación del alma.

Su intención.

Don Juan Manuel concibe y escribe su obra con una misión específica; su vocación de escritor es fundamentalmente didáctica. En este sentido se nos muestra dentro de una tendencia presente ya en las primeras manifestaciones de la prosa castellana y como digno continuador de la obra de Alfonso el Sabio. No es sin embargo, la obra un mero árido tratado doctrinal, sino una obra de amenos ejemplos con una intención didáctica moral. Su arte narrativo es el que le da mayor valor artístico propio, independientemente de su contenido educador. Es interesante señalar cómo a don Juan Manuel no sólo le preocupa la salvación del alma, como a cualquier moralista medieval, sino también el reconocimiento; éstas se convertirán en las preocupaciones del noble castellano al momento de su escritura.

La forma que elige es el exemplum, herramienta apropiada para la finalidad que persigue. Su utilización no sólo se explica por la tradición en la que estaba inmerso y de la que sería el máximo exponente, a la vez que, inicio del camino hacia nuevas formas narrativas, sino, sobre todo, por influjo de la orden dominica cuyo interés por conseguir una predicación amena y accesible consagró la utilización de exempla y originó las primeras colecciones.

El afán didáctico, pues preside todo El Conde Lucanor, no sólo la elección del exemplum sino también, la del marco: consejero-aconsejado, forma predilecta de la narrativa oriental, en la que aquéllos se insertan; y el mismo empeño condicionó su estilo.

En general podría decirse que don Juan Manuel trataba los mismos temas que preocupaban a cualquier moralista de la época y que podrían resumirse en los siguientes: aspiraciones y problemas en los dominios espiritual (angustia por el problema de la salvación) y material, político y social (la guerra y la paz, problemas de la riqueza, etc.); observaciones sobre el comportamiento humano (el autor parece analizar los hábitos mentales y morales de sus contemporáneos), con predilección marcada por determinados vicios y virtudes considerados como esenciales (engaño, mentira, soberbia, fidelidad, amistad, etc.). Estos últimos son planteados más dentro de una necesidad de moralización que de sátira, y todos son problemas del hombre en general, más que propios de una clase social determinada, aunque sea la perspectiva desde la que los plantea el autor la que le da cierta dirección a su didactismo, la que relaciona sus exemplos con la situación concreta del noble.

Estructura del Enxemplo.

La ficción general que enmarca los enxemplos consiste en los diálogos del Conde Lucanor, joven magnate sin experiencia, quien al presentársele situaciones de difícil o dudosa resolución, recurre entonces a su consejero Patronio, hombre sabio y experimentado que contesta recurriendo a relatos. Entre tan variados temas destaca el del consejero, que, además de formar parte de la base estructural de la obra, se convierte en central; del consejero se hace una continua alabanza y se insiste en su necesidad.

Si El Conde Lucanor no tiene unidad temática, sí la tiene estructural. La forma del ejemplo es cerrada, esto es, demarcada por un comienzo y un final de fórmula, estructura corriente en la narrativa medieval de cuentos moralizados y obras didáctico-morales en general. Los relatos insertados en un marco eran procedimiento frecuente y predilecto de la narrativa oriental.

En cada Exemplo existen fundamentalmente tres elementos o tres planos que se repiten invariablemente y que se relacionan entre sí, tanto en lo didáctico como en lo narrativo: son el marco, la historia y los versos finales.

- El marco. Abre y cierra cada relato y sirve de enlace entre ellos. Generalmente tiene un breve desarrollo. Engloba un diálogo inicial, donde Lucanor expone una problemática a su preceptor. La respuesta de Patronio que aplica por semejanza la enseñanza de la ´estoria´ al caso, acompañado de reflexiones.

- Una ´estoria´ en sí, propiamente narrativo que contiene el relato. Don Juan Manuel aquí se nos muestra en toda su plenitud como narrador y, al reconocer las fuentes de casi todos los cuentos, podemos comprobar su arte y originalidad. Además de ser ilustración de un contenido doctrinal, adquiere por sí misma valor de demostración convincente. Sus asuntos son muy variados: los hay de origen medieval, clásico, arábigo-hispánico, historia española, etc.

- El cierre de cada exemplo se produce con la intervención del propio autor, que aparece para componer un verso que resume la sentencia. Estos versos finales condensan y resumen la ejemplaridad. Sirviendo de mediador entre el universo narrado y el lector. Estos versos condensan la enseñanza del exemplo en sí, repiten palabras e incluso frases enteras, y son frecuentes en la literatura didáctica.

El Público de su obra.

Todo mensaje lingüístico, y por lo tanto, toda obra literaria, está condicionado de algún modo por el destinatario o público al que va destinado. En el primer prólogo de El Conde Lucanor don Juan Manuel describe ya el público de su obra: Lo hizo por entención que se aprovechassen de lo que él diría las gentes que non fuesen muy letrados nin muy sabidores. E por ende, fizo todos los libros en romance e esto es señal cierto que los fizo para los legos e de non muy grand saber commo lo él es. (pág. 16, Ed. Losada). El autor contrasta dos estratos culturales existentes en la Edad Media que condicionan y, a la vez, explican la total manifestación literaria medieval: el de los clérigos y laicos. No refiriéndose a una relación de cultura-incultura, sino entre cultura romance (laicos/legos) y erudición latina (los eclesiásticos). Escribe para un selecto público perteneciente a su misma clase social y de parecida cultura. O sea, a la nobleza. Sin embargo, no hay que pensar que las enseñanzas del libro se queden sólo ahí. Su validez universal aplicaba tanto a la nobleza como al vulgo.

Don Juan Manuel, pues, se dirige a los nobles sin perder nunca la finalidad didáctica del texto. En el Conde Lucanor su lector no sólo encontrará enriquecidas las descripciones de personajes, ambientes y situaciones que le serán conocidos, sino que la meta final de su libro será hacer apología de su propio jerarquía, delinear la perfecta y generosa figura del noble defensor,

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