Cada diciembre la ciudad de La Plata empieza a vivir otro clima

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Pero a pesar de esta ordenanza, son especialmente los adolescentes quienes dedican gran cantidad de horas a la construcción del muñeco, tanto de día como de noche. Además, se fijan “guardias nocturnas” para cuidar el muñeco, si es que no tienen lugar disponible donde guardarlo o se hace imposible por las dimensiones y estructuras propias del diseño. Hay casos en que, a pesar del tamaño, los productores desarrollan mecanismos para que las partes se desmonten y así sea posible su guardado.

De todos modos, el argumento más recurrente es que el objetivo de los turnos nocturnos es continuar y cuidar la construcción de posibles robos, rupturas o incendios intencionales provocados por otros muñecos o personas que no tengan mucha afinidad con el grupo que realiza el muñeco o algún integrante del mismo.

Pero hacer un muñeco es todo un ritual. No solo por el trabajo que lleva, sino también por las experiencias que se viven. El compañerismo juega un papel crucial en la confección del momo gigante. Tarde de risas, apuros por falta de materiales o presupuesto para comprar los fuegos artificiales, estar pendiente del clima para evitar que la lluvia o algún granizo (que en verano suele haber) que pueda sorprender al muñeco y arruinar el trabajo hecho.

La confección del muñeco puede ser algo sorprendente. Una experiencia que tanto platenses, como personas que sean de otros lugares del país, del mundo, deberían poder vivir y formar parte. No se necesita creatividad, ni agilidad con las manos, lo único necesario es voluntad y ganas de lograr un buen show para despedir al año que pasó y recibir con alegría al año que entra.