Mi nombre es James Robinson. Un chico que solía vivir en una ciudad al este de Seattle, en una ciudad llamada First Hill.
Enviado por Albert • 3 de Enero de 2018 • 1.451 Palabras (6 Páginas) • 610 Visitas
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tan solo hubiera leído hubiera leído el diario, o tan solo hubiera mirado las noticas, me hubiera preparado para lo que estaba por venir… Pero sinceramente, nadie estaba suficientemente preparado para lo ocurrido.
No hay mejor forma de describir lo sucedido sino como un apocalipsis, causado por el hombre…
CAPITULO II
Todo empezó como un día como cualquier otro. El cielo tenía un azul índigo que combinaba con las escasas nubes blancas que se podían observar desde la ventana de mi cuarto. Hacía un clima fresco, como cualquier otro en la ciudad.
Me desperté, me cambié mi ridículo pijama de Aventure Time, tomé mi toalla y me fui a dar una ducha rápida, para despejar un poco mi mente. Me vestí con unos jeans azules, una camisa blanca, unos zapatos deportivos negros y una sudadera azul.
Bajé a la cocina al sentir el olor del tocino frito. Cuando llegué pude ver a mi mamá preparando el desayuno. Unos típicos huevos con tocino frito, jugo de naranja y unas cuantas rodajas de pan tostado.
– Buenos días James.- Dijo mi mamá con una sonrisa en el rostro. – Siéntate, que ya casi está listo el desayuno.
– Buenos días mamá. – La saludé con un ligero movimiento con la mano – Se me hace un poco raro que todavía no hayas ido a trabajar.
– ¿No has visto las noticias? Anunciaron que hoy habrá asueto por una celebración militar. Tu abuelo lo ha estado diciendo desde hace una semana.
– Mamá, tu sabes que yo detesto los noticieros. Pero igual gracias por el aviso.
Me senté a la mesa e inicie a comer.
Mi padre no estaba. Había tenido que viajar a España para firmar un acuerdo entre su empresa y estaría fuera más o menos una semana.
El abuelo se notaba un poco inquieto, veía como sujetaba el viejo diario a su pecho. No le tomé importancia, hacía eso de vez en cuando, así que yo ya estaba acostumbrado a verlo así.
Como no había escuela, decidí llamar a Mike para que jugáramos unas partidas en algún videojuego. Aceptó, y me avisó que vendría luego. Mientras lo esperaba, me puse a escuchar un poco de música con mis auriculares.
Desde mi habitación escuché el sonido de algo romperse, así que decidí bajar para enterarme de que era. Al llegar vi a mi mamá discutiendo con el abuelo. También noté la lámpara que mi abuelo había quebrado. Supongo que fue por su ataque de ansiedad de ese día. Desde ese momento, sentí una rara sensación en la piel, como una corazonada, pero como siempre, la ignoré.
Luego de recoger y tirar los pedazos de vidrio de la lámpara rota, que mi mamá me obligó a levantar. Regresé a lo mío. Para entretenerme, tomé mi celular, y revisé mis redes sociales. Luego de responder unos cuantos mensajes, vi en las noticias algo que me pareció interesante; la noticia hablaba acerca del misterio del asueto de ese día. Según entendí el asueto fue a nivel mundial, cosa que no es común. Nuevamente la corazonada invadió mi ser. Una sensación bastante rara dentro de mi pecho. Esta vez no pude ignorarla.
Escuchaba ladrar a Jeff, lo hacía de una manera bastante rara. Y eso alimentaba mi miedo.
Bajé a la sala, donde se encontraba mi abuelo. Pero no lo vi por ningún lado, solamente estaba su viejo diario en el sillón. Pude notar que sobresalía una página, como si hubiese tratado de arrancarla. Tenía la curiosidad de saber que ocultaba en ese diario. Cada segundo que pasaba contemplando desde la orilla del sillón me preguntaba: ¿Estará ahí la respuesta de porque mi abuelo se comportaba tan raro esa mañana? ¿Tendría algo que ver con lo que siento dentro de mí?
Tenía tanta curiosidad como miedo… Podía sentir los latidos de mi corazón, que iban rápido y fuertes. Quería estirar mi brazo y tomarlo, pero una fuerza que salía de mí, de mi miedo, no me dejaba hacerlo.
Al fin decidí hacerlo. Estiré mi brazo, cuando estaba a punto de tomar el diario de mi abuelo, una mano se posó sobre mi hombro, y con una voz grave y fuerte escuché:
– ¡¿Qué
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