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Como es el Sobre En busca del tiempo perdido, de Proust

Enviado por   •  5 de Diciembre de 2018  •  1.695 Palabras (7 Páginas)  •  241 Visitas

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al igual que ciertos factores que alteran la comunicación y que ya fueron utilizados por Proust, como las repeticiones y recurrencias de signos; pero lo hará para crear una ficción distinta, más demente.

Kafka trasciende la literatura fantástica, entendida tal como la plantea Rosemary Jakson . No hay algo que irrumpa en su relato. En este sentido, logra la evolución en relación a su contexto de producción.

En esta fábula degradada, con respecto a las categorías tradicionales del relato, un roedor carnívoro pero impreciso, está solo, sin comunidad, dentro de su guarida. Este personaje es un ser despersonalizado, híbrido, cruza entre hombre y animal.

Al comienzo del relato, la madriguera está construida y el “arquitecto”, abandona el mundo de lo visual para entrar en el mundo de las especulaciones, de las hipótesis, del pensamiento obsesivo.Vive preocupado por su seguridad y por el ruido de un presunto enemigo que lo acecha. Se impacienta por terribles protuberancias, las inquietantes grietas que aparecen en los muros de su madriguera. Teme ser atacado, a pesar de todos sus recaudos: “¿o acaso no puedo ser yo atacado pese a toda vigilancia, desde el lugar menos previsto?” (pág.23). Cuenta con detalle obsesivo su inquietud por construir un refugio contra el mundo exterior ya que nada le parece suficiente: “¿Acaso terminan en ella (en la madriguera) las preocupaciones alguna vez por completo?’” (pág. 48)

Maurice Blanchot, señala al respecto que “…la narración deja de ser lo que se hace ver, por medio y desde la perspectiva de un actor- espectador elegido. El reinado de la conciencia circunspecta –de la circunspección narrativa (del “yo” que mira todo alrededor y se mantiene bajo su mirada)- se ve sacudido sutilmente, sin que desde luego tenga fin.”

A medida que el relato avanza, la madriguera bien puede pensarse como condición psicológica de un narrador paranoico: “Yo y la madriguera hacemos parte indisolublemente el uno del otro… nada puede separarnos por mucho tiempo” “Tú haces parte de mí y yo de ti, estamos unidos; ¿Qué podría hacernos daño?” (pág. 50, 51) Otro ejemplo de esta conciencia introspectiva del protagonista se da cuando sale de la madriguera y vigila la entrada, sintiendo que se mira dormir desde afuera: "Se me hace entonces como si estuviera no delante de mi casa, sino de mí mismo mientras duermo, y tuviera la dicha de poder dormir profundamente y al mismo tiempo vigilarme con todo rigor."(pág. 38)

Al tiempo que envejece, piensa. Tiene miedo: los enemigos, “incontables”, pueden descubrir la madriguera, entrar, atacar, matar. Especula, se autocritica: cree que la construcción pudo o debió haber sido efectuada de otro modo; pero sabe que ya es tarde; está viejo. Deja de pensar para sumergirse cada vez más hondo en los olores hasta que no soporta más. Es entonces cuando siente que está ligado a esa cueva y piensa que tranquilo, puede recibir la herida mortal de su enemigo, porque ahí su sangre será absorbida por su propio suelo y no se perderá. Harto de pensar, se atreve a salir de la cueva, y el mismo hartazgo que lo invade lo trae de vuelta al interior de la cueva.

Se produce entonces, el único acontecimiento del relato: un ruidito. Un siseo. Llega de todas partes. El siseo anuncia a un otro, hipotético: “el animal”. Tal vez sean los “asistentes”. Esos animales más chicos, que vienen por la menudencia y que el constructor soporta porque los pequeños túneles que ellos cavan traen aire y caza menor. Pero quizá la causa del ruido no sean los asistentes, quizá sea otro animal, un animal tan inmenso como para que el siseo de su respiración llegue de todas partes a la vez. El híbrido personaje no deja de cavilar, de suponer, de imaginar. Por un momento su relato se vuelve impersonal, como si quisiera generalizar lo que le ocurre: “Uno se guarda de verificar… uno escupe… uno se aleja… uno tiene la sensación…” (pág. 70-71) Luego, vuelve al uso de la primera persona para seguir el fluir de su conciencia.

Hay un párrafo en que el protagonista regresa al hogar: “He venido por ustedes (...) y ante todo por tus requerimientos (...), estimando en nada mi vida, después de que largo tiempo cometí la tontería de temblar por ella y demorar el regreso. Qué me importa el peligro, ahora que estoy junto a ustedes. Ustedes me pertenecen, yo a ustedes, estamos unidos, qué nos puede suceder.” (pág. 54) El texto y el contexto dan la impresión de que se trata de un reencuentro familiar. Pero ese “Ustedes me pertenecen...” va dirigido a las provisiones almacenadas, se refiere a la posesión de una carroña.

Finalmente, reflexiona sobre el trabajo realizado a lo largo de su vida y concluye en que “yo no soy más un pequeño aprendiz sino un viejo arquitecto y las fuerzas que aún me quedan fallan cuando llega el momento decisivo…” (pág. 81). A lo largo de todo el relato observamos que la acción se sustituye por la conciencia interna que nunca llega a cerrar en una conclusión.

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