EL Ensayo Literatura Hispanoamericana III
Enviado por Jillian • 8 de Noviembre de 2018 • 1.048 Palabras (5 Páginas) • 636 Visitas
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El ensayo no empieza por Adan y Eva, empieza por aquello que quiero hablar, dice lo que a su propósito se le ocurra. Termina cuando se siente llegado al final, y no donde no queda resto alguno. Hay libertad en su construcción en no tener limitaciones temáticas, pues va a manifestar lo que nos gusta y lo que no nos gusta, vinculándose así al deleite y a lo lúdico. Sus conceptos no se construyen a partir de algo primero ni se redondean en algo último. El ensayo es un entender, el lector devela el ensayo entonces usando la espontaneidad de la fantasía subjetiva. el autor sabe de la experiencia individual, aunque para él, la experiencia individual de todas maneras está mediada por la conciencia histórica del momento.
El ensayo es más dialéctico que la propia dialéctica porque va a tomar la lógica hegeliana al pie de la letra: no puede afirmar la verdad de la totalidad, ni puede hacer finita la verdad convirtiéndola en un juicio individual. Algunas veces el ensayo va a interpretar conceptos de forma parcial y fragmentaria. El autor destaca que no es necesario la búsqueda por la verdad absoluta. El ensayo tiene una independencia estética que no puede ser equiparada del todo con el arte.
En el ensayo el pensamiento no procede linealmente y en un solo sentido, los momentos se entretejen como los hilos de una tapicería. La fecundidad del pensamiento depende de la densidad de esa intrincación. Pero, el ensayo no es ilógico. La cuestión es que el ensayo desarrolla los pensamientos de una forma diferente a como hace la lógica discursiva, pero es más dinámico que el pensamiento tradicional, y está expuesto al error, se hace verdadero en su avance.
El ensayo es anacrónico. Se encuentra entre la ciencia en la que se pretende controlar todo y entre la filosofía. Al ensayo le gustaría polarizar lo opaco y desatar las fuerzas latentes en lo opaco. El escritor aborda el objeto desde diferentes ángulos y reúne en su mirada espiritual lo que observa, traduciendo en palabras el objeto por las condiciones creadas en la escritura. No es objetivo del ensayo concluir y poner al descubierto la incapacidad de realizar conclusiones acabadas.
Históricamente, el ensayo se vincula a la retórica. La flexibilidad del orden de los pensamientos de un ensayista lo obligan a una intensidad mayor que aquella del pensamiento discursivo, porque el ensayo no actúa, como el pensamiento discursivo, de forma ciega y automática, sino que a cada instante tiene que reflexionar sobre sí mismo. Su ley formal más íntima es la herejía , pues develar la herejía, en cambio, es la finalidad del ensayo.
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