El principe Nicolás Maquiavelo
Enviado por karlo • 6 de Octubre de 2018 • 1.923 Palabras (8 Páginas) • 532 Visitas
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Este método para hacerse de poder es cobarde y, por ello, Agatocles nunca se contará entre los grandes. Si las atrocidades fueran necesarias para adquirir poder, un aspirante a gobernante deberá llevarlas a cabo de forma rápida y en periodos determinados. Una vez logrado el resultado deseado, debe controlar sus acciones. Bajo ninguna circunstancia debería seguir utilizando la fuerza. Quienes exponen a sus súbditos a un grado de creciente violencia pronto pierden el dominio.
“La gente común siempre se deja llevar por las apariencias y el resultado de un acontecimiento. Y en el mundo sólo hay gente común”.
En segundo lugar, los ciudadanos pueden ascender al poder con el apoyo de la población o de los poderosos. Esto último es difícil porque cada uno de estos “hombres poderosos” siente que es él quien debería gobernar, y como grupo, tratan de oprimir a la población. Los líderes que son verdaderos hombres del pueblo refuerzan su gobierno al asegurar el apoyo de sus súbditos. Si la población anticipa que su gobernante será cruel, éste puede utilizar buenas acciones para fomentar su lealtad.
“Todos ven lo que usted aparenta ser, pocos logran conocer lo que usted es”.
Bajo sitio
Un gobernante fuerte suele necesitar un ejército privado para competir bien en el campo de batalla. Si un gobernante sin ejército se encuentra sitiado, su único recurso es refugiarse en una fortaleza. La ciudad debe estar preparada. Las áreas urbanas imperiales en Alemania son prototipos de estas ciudades. Están tan bien protegidas y poseen tantas reservas que pueden resistir el asedio durante un año. Este período deja a los atacantes vulnerables a los cambios de estación y suelen verse obligados a retirarse.
“Cierto príncipe ... predica sólo la paz y la fe y, tanto para una como la otra, es extremadamente hostil. De haber observado tanto la paz como la fe, le habrían quitado su reputación y su estado una y otra vez”.
Otra arma de un gobernante es la popularidad. Si la gente lo aprecia, seguirá siendo leal y a una fuerza extranjera le será aún más difícil penetrar el territorio. Por último, el liderazgo espiritual es una herramienta útil: Si el gobernante promueve la religión, la tradición y a Dios, el pueblo no se atreverá a rebelarse contra estas poderosas fuerzas.
“Mientras trabaja por el beneficio de los demás, son completamente suyos [pero ...], el príncipe que confía totalmente en las palabras de los demás, cae en la ruina”.
Fuerzas mercenarias
Quien busque consolidar su gobierno necesita buenas leyes y buenos ejércitos. Los que dependen de soldados mercenarios encontrarán abuso de confianza y traición. Éstos sirven a sus amos por codicia, no por honor, ni deber. Suelen ser deshonestos y roban a los ciudadanos en tiempos de paz. En tiempos de guerra, los mercenarios suelen ser cobardes y pueden cambiar de bando. Los líderes mercenarios son especialmente peligrosos: Si son maestros de su oficio, buscan el poder para sí mismos. Los líderes mercenarios principiantes, por el contrario, hacen daño al país por una mala administración.
Las tropas auxiliares, que podrían llegar gracias a un poderoso aliado, suelen hacer más daño que bien. Sólo aquellos Estados que poseen sus propias fuerzas reclutadas de manera local, como Suiza, realmente pueden llamarse libres. Por esta razón deben permanecer especialmente bien fortificados.
El arte de la guerra
Un gobernante nunca deberá descuidar el arte de la guerra. Muchos ciudadanos llegaron al poder mediante el perfeccionamiento de sus habilidades de guerra y técnicas de combate. También, muchos han sido relevados del poder por evitar la guerra. En tiempos de paz, los líderes deberían mantener a sus ejércitos listos. La preparación es la clave para la victoria. Un príncipe también debe conocer sus territorios, ya que no quiere caer en sus propios pantanos al tratar vencer al enemigo. El gobernante sabio debería estudiar las lecciones de otros que tuvieron éxito en las batallas usando su astucia y habilidad.
Mejor comportamiento
Un líder no ganará nada por adherirse a ideales. Rodeado de gente sin escrúpulos, la buena persona sufrirá una derrota. Si un gobernante posee ciertas virtudes, mucho mejor. Si posee malas cualidades, tiene que mantenerlas ocultas. La gente cree lo que ve sin investigar más allá. La generosidad es en general una característica inútil en un jefe de Estado. Con el tiempo, tendrá que aumentar los impuestos y la gente lo odiará de cualquier manera. Quien tenga la reputación de avaro no debe tratar de cambiarla. Puede recurrir a su habilidad para economizar si necesita dinero para servir al bien general, por ejemplo cuando el país esté bajo ataque.
Un príncipe debe ser amado y temido por igual. Si tiene que elegir, debe optar por el miedo de su pueblo, pero no al punto que se convierta en odio. Siendo caritativo, alimenta la anarquía, mientras que mediante el uso de la crueldad, mantiene la paz. Un gobernante amable, rara vez puede confiar en la gratitud de sus súbditos: A menudo son inconstantes y no corresponderán a su bondad. El jefe de Estado puede romper su palabra, aunque debe tener una razón válida. Si puede crear la apariencia de virtud absoluta, estará en una posición fuerte. El pueblo cree lo que ve y se siente feliz de seguirlo.
Emplee a ministros capaces, comprometidos con los intereses del Estado. Si son seguros de sí mismos e inteligentes, permita que le digan la verdad en lugar de que lo halaguen cuando surjan asuntos desagradables. Sus ideas le servirán más que sus elogios. Tenga en cuenta estas precauciones finales:
No interfiera con las posesiones o mujeres de los ciudadanos.
Proteja sus medios de vida y fomente su trabajo. Fomente los festivales y celebraciones. Aumentan la felicidad del pueblo.
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