El último de día de mi tranquila vida

...

A la cuarta semana comencé a notar que algo me estaba sucediendo, me dolía mucho la garganta, se me estaba cayendo un poco el cabello, además que en la zona de la ingle me comenzaban a salir úlceras y mi flujo vaginal estaba algo amarillento.

No sabía qué pasaba, comencé a buscar en internet diagnósticos médicos conforme a los síntomas que estaba presentando y encontré que estaban relacionados con una enfermedad de transmisión sexual llamada sífilis; al principio no podía creerlo, después me di cuenta qué debió haber sucedido en la fiesta de Diego. Me quedé atónita pensando en la situación y decidí no contarle nada a mis padres, por lo que, buscaría un tratamiento por mí misma.

Al día siguiente en la escuela estaba sentada en mi silla, cuando se me acerca un muchacho muy guapo de mi grupo llamado James Lorens y me dice

– Andrea, ¿Estás bien? – me dijo preocupado.

A lo cual le respondí – ¡si claro!, estoy bien, gracias por preguntar – dije con cierto tono de ironía en mi voz.

Por supuesto él no me creyó entonces me respondió – puedes contarme lo que sea, no diré nada–.

En ese instante respiré hondo y le dije todo lo que me pasaba, que tenía sífilis y que Diego me lo contagio, creí que le daría asco, James me miro preocupado, me abrazo y me dijo

– todo saldrá bien, ya verás, ¿le dijiste a tus padres? – me preguntó preocupado.

Entonces le dije – no les diré nada, buscaré ayuda por mi cuenta, si se enteran me mataran –.

James me miro con desaprobación y dijo

– diles antes de que sea tarde –.

– Inmediatamente le respondí –¡no lo haré! Después de decir eso salí corriendo y me fui a mi casa.

Cuando llegué pensé en lo que James me dijo, me armé de valor y llamé a mis padres para decirles todo

– ¿Qué te pasa hija? – Dijeron mis padres confundidos.

Entonces dije – Hace cuatro semanas fui a una fiesta, tuve relaciones sexuales con un muchacho y me contagio de sífilis.

Mis padres se quedaron atónitos, después de un rato mi padre dijo con una mirada de enojo

– ¿Cómo es posible?, ¿en qué estabas pensando?

No sabía qué hacer, subí a mi habitación, cerré la puerta con seguro y lo único que pude escuchar era a mis padres discutiendo. Estaba tan confundida, triste y enojada por cómo reaccionó mi padre y me dije:

–¡Oh dios mío! ¿Qué voy a hacer?

En un instante tomé una decisión y me dije llorando – ya no quiero sufrir, mi vida no tenía por qué ser así.

Entonces tomé un cúter, me corté las venas y mi último pensamiento antes de desangrarme fue – me arrepiento de haber ido a esa fiesta, solo por un chico.