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Estructura de Juntacadáveres Juan Carlos Onetti.

Enviado por   •  27 de Abril de 2018  •  7.802 Palabras (32 Páginas)  •  511 Visitas

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CAPÍTULO VI

Narrador omnisciente en tercera persona

Díaz Grey fue a preguntar por Larsen -Junta- a El Liberal y le información que tenía licencia y podía encontrarlo en la pensión en los altos del Berna. Caminó hacia la pensión y golpeó la puerta, Junta respondió que pasará, que estaba abierto. Entró y Junta lo saludó con sorpresa, lo invitó a sentarse. Díaz Grey dijo que iba de parte de Barthé para informarle que esta vez el proyecto del prostíbulo ya estaba aprobado y quería que le ayudara. Junta se negó y le dijo que cada seis meses era lo mismo, las promesas del proyecto nunca se cumplían. Junta había llegado del Rosario a Santa María sólo por ese proyecto, se había quedado a vivir tanto tiempo por la esperanza de que se cumpliera pero que ahora que precisamente parecía ser verdad ya no le interesaba y estaba decidido a regresar al Rosario luego de haber recibido una carta de un amigo y meditar qué era lo que estaba haciendo en Santa María. Después de contarle a Díaz Grey que ya en un tiempo Barthé lo había dejado fuera y había tenido trato con otra que se llamaba La Tora. Le sugirió que entonces ahora la buscara y a él no lo metieran porque iba a regresar al Rosario para siempre. Se despidieron y bajaron juntos las escaleras de la pensión hacia la calle. Junta agradeció a Díaz Grey y le contó que tal vez sí le haría una vista a Barthé todavía.

CAPÍTULO VII

Narrador primera persona. Narrador- homodiegético

Jorge continúa narrando su encuentro en el cuarto de Julita con ella, Jorge estuvo un rato escondido detrás de un altarcito porque Julita ayudaba a su hermano Marcos a vomitar en el baño mientras lanzaba amenazas contra el pueblo y contra el prostíbulo que estaban por abrir. Jorge escuchó los pasos de Marcos en las escaleras y arrancar el coche rojo, entonces salió. Julita se lamentó porque hubiera estado ahí, le dijo que ya era tarde y lo invitó a rezar. Rezaron de rodillas y ella lo besó, él se dio cuenta de que para ella ya no era Federico sino que comenzaba a ser Jorge y nunca dejaría de serlo ya. Terminaron de rezar y se levantaron, lo acompañó hasta la puerta y volvió a besarlo. Ella bostezó y él comenzó a bajar las escaleras, salió al jardín, ya no llovía. No tenía ganas de ir a su habitación con comida que robaría de la cocina y pensó que como no era más que media noche podía ir a El Liberal y platicar con Lanza sobre cualquier tema. Se dirigió hacia allá convencido de que iría subiendo las escaleras mientras recibía los saludos para el hijo del patrón, su padre, que fundó El Liberal. Llegó con Lanza y él le dijo que pidiera un café para que pudieran conversar, conversaron bebiendo café y fumando. Jorge mostró a Lanza sus poemas, buenos y malos para él, después conversaron acerca del prostíbulo. El padre de Jorge era el dueño de la casa donde se instalaría el prostíbulo, pensó Jorge.

CAPÍTULO VIII

Narrador omnisciente en tercera persona

Después de la entrevista que tuvieron Díaz Grey y Junta en la pensión, éste decidió hacerle una visita a Barthé a su farmacia. Llegó y le dijo que ahora que lo necesitaba mejor se arreglara con La Tora por quien casi había cambiado sus servicios tiempo atrás, Barthé lo miró con indiferencia y Junta se lamentó de que no estuviera con ellos el doctor Díaz Grey para que sirviera de testigo, Barthé sólo siguió la conversación tranquilamente diciendo que Díaz estaba enfermo, reumatismo que lo ataca todos los años. Junta volvió al tema del prostíbulo, Barthé aceptó tranquilo que ya no quisiera ser parte del negocio pero le recalcó que él seguí teniendo las mismas condiciones para hacerlo partícipe, sólo quería quinientos pesos por mes de lo total recaudado por el lugar, pero que él debía hacerse cargo de todo lo demás, muebles, perfumes, conseguir a las mujeres para trabajar allí. Luego de este encuentro Larsen decidió tomar diez días en su trabajo sin goce de sueldo para ir a la capital y ser atendido por un especialista. Vázquez, su amigo, no entendía por qué quería irse, pero sólo bebió con él y Junta recordó a una mujer, Maria Bonita, que a Váquez lo había sacado de la cárcel en una ocasión, siguieron bebiendo, se despidieron y Junta pasó la noche en vela en su cuarto en la pensión.

CAPÍTULO IX

Narrador omnisciente tercera persona

Larsen estaba anclado en el Rosario, dejando pasar el tiempo cuando escuchó que La Tora quería vender su casa y creyó que tal vez no podría comprarla pero de todas maneras quería saber cuál era la cifra que estaba pidiendo por ella.Y llegó a su casa, la vio vestida de negro y largo y lo hizo pasar al estudio con ella, le ofreció de beber y él preguntó el precio, La Tora dijo no saber de qué hablaba, que no vendería y no le dijo tampoco una cifra. Larsen regresó a la pensión y despertó al mediodía con una mujer roncando a su lado, sostuvieron una plática sobre malos sueños.

Larsen fue a Santa María, habló con Barthé y se imaginó lo bueno que sería aquel negocio que proponía, su propio negocio y la oportunidad de derrotar a la Tora y sólo había una persona a quien quería contarle lo que estaba próximo a pasar, María Bonita.

CAPÍTULO X

Narrador omnisciente en tercera persona

Todos los días la casa con las persiana celestes se cerraba a las dos y María Bonita estaba ahí, sin importar que al final del turno, cuando ya se estaban yendo todos, había o no algún hombre esperándola en su habitación, se ponía a recoger los vasos para juntar el restante de las bebidas en uno solo y se fumaba un cigarrillo junto a la ventana, cuando lo había terminado ponía la colilla en el vaso de las sobras y se lo daba a la señora que estaba limpiando la casa, ella iba y se veía al espejo antes de ir o no con algún hombre a su habitación. Desde que llegaron a Santa María ella renunció a tener el día libre que tenían las otras dos mujeres y que aprovechaban para salir a caminar y hacer compras, para tomar un café y platicar cosas del trabajo, de perfumes y de vestidos. María Bonita se quedaba en la casa de la costa con Junta a platicar sobre cuentas y el negocio y de vez en cuando también tenía intimidad que los hacía sentirse más jóvenes. Las dos mujeres, Nelly e Irene recibían insultos por la calle pero de cualquier modo ellas no renunciaban al placer de caminar por el pueblo los lunes

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