La Teologización de la política

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En el Libro Tercero, se prueba que cualquier señorío viene de la mano de Dios. Esto es así porque todo depende del primer Ser, origen de todas las cosas. Es así como Dios permite el gobierno del Rey justo y hace “… gobernar al hombre hipócrita por los pecados del pueblo”. Si el gobernante es virtuoso pero el Poder y las riquezas lo corrompen, serán castigados por Dios. Se concluye lo siguiente “… cualquier dominio, legítimo o tiránico, procede de la mano de Dios, según las diversas consideraciones de su ininvestigable providencia.” (p. 56)

El tema del Dominio es aplicado a la naturaleza por parte del hombre, siempre basados en la Biblia

que nos ordena ser señores de los peces, las aves y todos los animales. En cuanto al dominio del hombre, este se justifica por la misma naturaleza del orden que citando a San Agustín “Orden es una disposición de cosas desiguales, que da a cada uno lo que es suyo”, lo cual implica desigualdad, de donde se infiere que el “dominio del hombre sobre el hombre es natural...” (p 61). Este dominio lo clasifica en: sacerdotal-real, real (incluye el imperial), político y económico.

Tomás de Aquino, a diferencia de San Agustín, considera que en el Poder terrenal ejercido a través de la figura del Estado, está presente la mano de Dios, justificando mediante designios divinos el ejercicio del Poder por parte de un monarca, el cual debe ser justo según las leyes de Dios, pero esto no le priva en la búsqueda de riquezas materiales o expansiones de su reino que se consideran necesarias para obtener recursos.

San Agustín, La Ciudad de Dios.

Agustín fue un sacerdote consagrado Obispo de Hipona (Ciudad ubicada en lo que hoy se conoce como Argelia) en el 395 d.C. Su filosofía es creacionista, Dios es el creador del mundo conocido, creó al hombre y la mujer, que al cometer el pecado original son desterrados del paraíso. Este mal proceder fue posible porque el creador les dio libre albedrío para que tomaran sus propias decisiones acerca de obrar en forma recta o no hacerlo. Es así que la pareja desterrada tiene hijos, uno de ellos Caín, tiene un comportamiento alejado de los mandatos de Dios, lo cual lo aleja de la familia y así se sentaron las bases de la conformación de la Ciudad Terrena signada por el caos, el desorden y el pecado.

De esta forma Agustín explica la existencia de dos ciudades la Ciudad de Dios -el Paraíso- y la Terrena, las cuales estarán en conflicto hasta que la Ciudad de Dios venza luego del Juicio Final. En su obra la Ciudad de Dios expresa:

“Al Autor y Fundador de esta Ciudad Santa quieren anteponer sus dioses los ciudadanos de la Ciudad terrena, sin advertir que es Dios de los dioses, no de los dioses falsos, esto es, de los impíos y soberbios que estando desterrados y privados de su inmutable luz, común y extensiva a toda clase, de personas, y halIándose por este motivo reducidos a una indigente potestad pretenden en cierto modo sus particulares señoríos y dominio, y quieren que sus engañados e ilusos súbditos los reverencien con el mismo culto que se debe a Dios, sino que es Dios de los dioses piadosos y santos, que gustan más de sujetarse a sí mismos a un solo Dios que sujetar a muchos a sí propios; adorar y venerar a Dios más que ser adorados y reverenciados por dioses.”

La importancia de esta filosofía es que señala una separación entre la Iglesia y el Estado. Con un sesgo espiritual, Agustín cree que el Estado sirve para ejercer algún control en la Ciudad Terrenal caótica y pecadora y que la política es una herramienta válida hasta tanto no se alcance el paraíso de Dios.

Bibliografía

Santo Tomás de Aquino, Del Gobierno de los Príncipes, www. Statveritas. com.ar

San Agustín, La Ciudad de Dios www.iglesiareformada.com

Samsón Nabih, Análisis sobre los puntos esenciales de la filosofía agustiniana http://www.monografias.com/trabajos52/san-agustin/saagustin2.shtml#ixzz4LzFwTRiq