Mujer revolucionaria

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fue escuchada por los altos oficiales revolucionarios; finalmente murió el 15 de octubre de 1925 en la ciudad de México.

Dentro de la historia de la revolución están las famosas mujeres llamadas soldaderas (adelitas) mujeres soldados, quienes acompañaban a “sus hombres” al frente de las batallas, y servían de espías, informantes, estrategas, enfermeras y lavanderas, al mismo tiempo que criaban a sus hijos; ellas tenían que procurar los alimentos tanto en su preparación como en su abasto para alimentar así a sus hombres. El estar en esos ambientes les permitió aprender técnicas militares, así como portar armas sin ningún problema, obteniendo con ello experiencias que las colocaron en puestos estratégicos, llegando así a altos grados militares. Como coronelas tenemos a Carmen Alanís quién se levantó en armas en Casas Grandes, Chihuahua y participó en la toma de Ciudad Juárez con 300 hombres a su mando; del mismo modo está Juana Gutiérrez de Mendoza y una mujer llamada “La China” quienes comandaron un batallón formado por viudas, hijas y hermanas de combatientes muertos. Por último, la ya mencionada Dolores Jiménez y Muro, coronela redactora del plan político y social. La presencia de la mujer en la Revolución Mexicana, no sólo se limitó a estar a la sombra del hombre en el campo de batalla, sino que desempeñó funciones importantes como despachadoras de trenes, telegrafistas, enfermeras, farmacéuticas, empleadas de oficina, reporteras, editoras de periódicos, encargadas de negocios y académicas. Al probar sus habilidades y destrezas, las mujeres dieron un giro diferente a su vida y a su papel en una sociedad colapsada por luchas sociales prolongadas y violentas, heredando una vida mejor para las generaciones que conformaron una nueva sociedad mexicana. Como podemos observar en este breve ensayo es innegable la influencia que ha tenido la participación activa de la mujer mexicana en los grandes acontecimientos históricos y políticos de nuestro país, aun cuando esto significó desafiar los modelos tradicionales de comportamiento femenino en el siglo XIX.

Refiriéndonos a la Revolución, la actividad de la mujer se hizo más evidente si consideramos que muchas de ellas –algunas celebres, otras no– se incorporaron a la lucha armada o formaron grupos en todo el país unificando un solo deseo de libertad e igualdad; esas batallas sin tregua que las mujeres han protagonizado desde décadas pasadas y que, generaciones después, no están dispuestas a ceder terreno. La lucha por conservar el lugar merecido dentro de una realidad nacional, así como el reconocimiento y la equidad de géneros por un México lleno de oportunidades, se ha mantenido constante hasta nuestros días. Hoy por hoy las mujeres ocupan posiciones relevantes en nuestra sociedad asumiendo el rol de la dirección general de empresas nacionales y trasnacionales, gobernadoras, secretarias de estado, deportistas con trascendencia internacional, secretarias de sindicatos, directoras de instituciones educativas, académicas eméritas y, por último, pero tan importantes como las demás, las administradoras de familia.

Es importante seguir reconociendo el papel de la mujer en la Revolución mexicana, ya que gracias a muchas de ellas logramos ser libres. Reconozcamos la importancia de nuestras mujeres revolucionarias.