THE MASQUE OF THE RED DEATH
Enviado por tolero • 22 de Junio de 2018 • 7.893 Palabras (32 Páginas) • 540 Visitas
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Mientras que él estaba hablando, algunos de los bailarines se movieron hacia el desconocido. Un terrible temor se apoderó de ellos, y ninguno de ellos podía poner su mano y quitar la máscara a la figura. Mientras que todos los bailarines retrocedían de nuevo hacia las paredes de las habitaciones, el desconocido anduvo lentamente desde la habitación azul hacia la morada, desde la morada hasta la verde, luego a la naranja, a la blanca y a la violeta. Nadie intentó pararle. Después, el príncipe Próspero, enfadado consigo mismo por su temor, corrió rápidamente a través de las seis habitaciones después del extraño. El príncipe sacó su espada y corrió a atacar a la figura enmascarada. Cuando el desconocido llegó a la habitación negra, de repente se paró. Había un fuerte llanto, la espada se cayó a la alfombra negra, y el príncipe cayó al suelo y… murió.
La multitud de los bailarines encontró el coraje para atacar al extraño. Ellos agarraron a la figura enmascarada y le quitaron su máscara y su traje. Ellos estaban horrorizados. La máscara y el traje estaban vacíos. No había nadie dentro.
Todo el mundo supuso que el desconocido era la muerte roja. Él vino como un ladrón por la noche a robar su esperanza, su alegría y sus vidas. Uno a uno de los bailarines murió. Ninguno escapó de la terrible muerte. El castillo no tenía ninguna defensa antes de la malvada plaga. Pronto, las siete habitaciones estaban manchadas de sangre.
Cuando el último bailarín murió, el reloj negro dejó de sonar, y las velas en el pasillo se apagaron. No había nada salvo la oscuridad, la descomposición y la muerte roja.
THE PIT AND THE PENDULUM
Yo estaba enfermo, enfermo para morir, con esa larga agonía. Cuando ellos me desataron, y fui permitido para sentarme, pensé que iba a desmayarme. Miembros de la inquisición estaban alrededor mío en la sala cuando ellos me sentenciaron la muerte. Después de eso, no entendí nada. Muerte. La palabra se repetía una y otra vez en mi cabeza. Las voces de mis tormentos perdieron todo el sentido para mí. Después no oí nada. Yo todavía podía ver, pensé que todo era extraño y exagerado. Los labios de jueces vestidos de negro se veían blancos- más blancos que el papel donde estoy escribiendo ahora. Sus labios eran delgados y grotescos cuando ellos pronunciaron mi destino. Aunque no podía escuchar lo que los jueces estaban diciendo, las palabras hicieron eco. Muerte. Yo vi esos labios que formaban las sílabas de mi nombre, y temblé de miedo.
Durante unos momentos de delirante horror, yo pensé que las velas en la mesa que parecían delgadas, ángeles blancos que estaban allí para salvarme. De repente, algo frío cubierto de hielo tocó mi espíritu y sentí que toda la fibra de mi cuerpo vibraba. La idea de que habría un dulce descanso en la tumba reptó a mi mente. La oscuridad me rodeó, seguida del silencio y la calma.
Muy de repente, el movimiento y el sonido volvieron a mí. Podía oír mis propios latidos del corazón. Sonido, movimiento, el tacto… luego las consecuencias de la existencia. Mi mente sabía que estaba vivo. Después, sentí terror al intentar entender quién era y dónde estaba.
Podía moverme. Todo volvió a mí, pero yo quería poder olvidar de nuevo. Yo recordaba al juicio, los jueces, la sentencia y la oscuridad cuando yo me desmayé.
Demasiado lejos no tenía los ojos abiertos. Yo sabía que estaba tumbado, desatado, en mi espalda. Yo levanté mi mano, y cayó pesadamente en algo húmedo y mojado. Intenté imaginar dónde podría encontrarme. Yo quería mirar a mi alrededor, pero la idea me asustó tanto que mantuve mis ojos cerrados. No estaba asustado por ver algo terrible, estaba así probablemente porque no había nada para ver. Finalmente, abrí mis ojos, y mis peores pensamientos se confirmaron. La oscuridad de la eterna noche me rodeaba. Intenté desesperadamente respirar y no entrar en pánico. Me tumbé tranquilamente e hice un esfuerzo para pensar. Yo recordaba la tortura y a la inquisición. Solo necesitaba descubrir que había pasado desde eso. ¿Dónde estaba?
Cuando alguien es condenado a morir, la ejecución es normalmente en las proclamaciones públicas de un tribunal, y una de ellas tuvo lugar la noche de mi juicio. Por alguna razón, ellos no lo eligieron para matarme. Tal vez querían esperar al próximo sacrificio, que podría ser a los tres meses. Pero eso era imposible; ellos querían víctimas ahora. De todas formas, si ese fuera el caso, yo podría ser condenado en una celda- todas las celdas en Toledo tenían algo de luz. No como aquí.
De pronto tuve una idea terrible. Mi sangre corría. Yo me desmayé otra vez. Cuando me desperté, me levanté. Yo estaba temblando entero. Yo moví los brazos en todas las direcciones. No sentí nada, y por primera vez no tuve el valor para moverme por si encontraba las paredes de mi tumba. Finalmente el suspense fue demasiado para mí, y empecé a moverme obstinadamente. Anduve muy despacio, mis brazos frente a mí. Mis ojos intentaron buscar desesperadamente la grieta más pequeña de luz. Anduve tres, cuatro, cinco…diez pasos. Todo estaba oscuro y vacío. Paré de temblar. Por lo menos ellos no me habían enterrado vivo.
Había miles de vagos rumores acerca de los horrores de Toledo. Yo sabía que mi destino era una terrible muerte; de eso no tenía ninguna duda. ¿Pero cuándo y cómo moriría?
Mis manos extendidas por fin encontraron algo sólido- una pared lisa y de fría piedra. Para establecer las dimensiones de mi mazmorra, arranqué el culo de mi bata y lo puse en el suelo en ángulo recto a la pared. Muy lentamente, puse mis manos en la pared y la seguí con la incertidumbre de un hombre ciego. Esperaba que de esa manera podría encontrar mi punto de salida cuando yo completara el circuito. Sin embargo, no había contado con el tamaño del calabozo o de mi propia debilidad. El suelo estaba húmedo y resbaladizo. Yo anduve dando tumbos y tanteé a ciegas mi camino por un tiempo, y luego tropecé y me caí. No tenía la energía para levantarme de nuevo, y caí rendido.
Cuando me desperté, encontré un trozo de pan y una jarra de agua al lado de mí. Me comí el pan en segundos, pero bebí el agua más despacio. Yo reanudé mi tour alrededor de la celda. Después de parecer una eternidad, encontré el fragmento de ropa en el suelo. Hasta el momento que caí, conté 52 pasos; ahora he contado 48 más antes de que encontrara el trozo de ropa. Eso significaba que mi celda tenía 100 pasos aprox. Sin embargo, con todos los ángulos en la pared, no podía adivinar el tamaño de la habitación.
Curiosamente, esto hizo que continuara
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