Creación de marca Ficus Alto

Ficus Alto

Siempre es agradable cuando llega un proyecto con el cual te identificas, que no es lo mismo que te guste y disfrutes hacer, sino que realmente resuena con tu estilo o forma de ver la vida.

Así me sucedió con “Ficus Alto”.

El cual es un proyecto que funciona como laboratorio de experiencias, creatividad y emociones.

Un par de ojos chinos y distantes entre sí, hablaba poco, pero al instante de hacer música logró silenciar al resto. A Jordan lo conocí hace más de 4 años en un festival de arte que junto a mis amigos montamos en Babahoyo, mi ciudad natal.

Lo elegí de entre la multitud porque vi en su rostro algo que no vi en otros, ese siempre ha sido mi proceso creativo sentir una conexión y ahora ha sido el quien me ha elegido a mi para darle imagen a su proyecto.

Se contactó conmigo y me explicó su idea… que me dijera la emoción que sintió al ver que logré captar al instante la imagen y esencia de su marca fue desempolvar esa emoción que tenía guardada.

En la actualidad lleva mostacho, pero no es italiano, él es sudaca (sudamericano para los pocos entendidos). Tiene una personalidad calmada y te hace sentir como si fluyes cuando de hablar de arte se trata... es una persona que se hace notar por su sutileza y te contagia de esa chispa escondida cada que agarra su guitarra que es el medio que usa para mostrar que vive apasionadamente del arte.

Y así como Jordan… Ficus Alto es “El sabor escondido entre las montañas”.

-En materia de imagen:

Este logo fue casi hacer un retrato... porque esta imagen es explícita , literalmente es su casa y el árbol de su infancia. La paleta de colores nace del entorno… es entonces una marca orgánica.

-El sentir Hogareño:

Todo aquí está hecho a mano, y el sabor nace de un laboratorio de investigación que duró alrededor de 4 meses para traer lo que hoy conocemos como Ficus Alto.

Y es que en definitiva un producto con estas propiedades no podía ser comunicado de otra forma, completamente natural incluso en su presentación para la venta al público, su infraestructura y su estética gráfica. No solo estamos recuperando la cocina hogareña sino trayendo al imaginario local una experiencia gastronómica nueva… que nace de un hogar real.

La niñez latente en el espíritu aventurero de Jordan y la magia que da sabor es de Vanessa su madre.

“A mí me encanta cocinar y se lo he dicho a mi hijo, más allá de ser mi profesión es mi forma de expresión”. Verlo a él, y sentir como le gusta lo que preparo me hace sentir bien... siempre que cocino algo disfruto de compartirlo y recibir las sugerencias. Así, Jordan y Vanessa pasaron mucho tiempo en la cocina, creando y mezclando ingredientes mientras que Cumpleañero, Papucho y Lulú (sus perros) los miraban sin entender, pero fieles a los trozos que iban cayendo.

El confinamiento al que nos llevó la pandemia sirvió como impulso para que ambos decidieran hacer de este un negocio familiar, que no solo lograra unirlos sino ser su fuente de ingreso.

La búsqueda de la introspección y la valoración de sus talentos fue la inspiración y perfecta compañía en el proceso creativo de este hijo y su madre.

Anteriormente todo aquello que decía ser Hogareño se consideraba “Artesanal” de alguna forma denotaba que no era un producto profesional o de la más alta calidad. Esto fue así desde el nacimiento de la revolución industrial donde las máquinas suplantaban con una ejecución más precisa, a más escala y a menor tiempo el trabajo del humano.