Ética de la veracidad
Enviado por Helena • 27 de Agosto de 2018 • 3.197 Palabras (13 Páginas) • 354 Visitas
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Quien no respeta la verdad no puede hacer el bien. Donde no se respeta la verdad no puede crecer la libertad, la justicia y el amor. La verdad, sobre todo la sencilla, humilde y paciente verdad de la vida diaria, es el fundamento de las demás virtudes (...). Cuando la verdad no está presente, se desintegra el suelo social sobre el que nos apoyamos. De ahí que esta virtud aparentemente tan inútil sea en realidad la virtud fundamental de toda vida social. (Ratzinger, J. Madrid 1991, p. 182-183)
- VIRTUDES VINCULADAS A LA VERACIDAD
3.1. SINCERIDAD
“La sinceridad significa expresarse sin fingimiento, con sencillez y veracidad”. Se debe aplicar en todo ámbito ya que lo que busca es decir y practicar la verdad con uno mismo y en una sociedad en la que se va a convivir con otras personas.
Esta virtud es necesaria para gozar de una óptima salud mental. Lo que ésta causa en la persona al ser aplicada, es satisfacción, una sensación de tranquilidad. Lo contrario a lo que se siente cuando se miente y oculta la verdad, se está ansioso y la conciencia o salud mental no goza óptimamente sino negativamente.
Además es necesaria para establecer relaciones personales. Cuando hay sinceridad por ambas partes es decir entre dos personas o conjunto de personas, se entablará una unión que permitirá mantener una relación estable y veraz, ya que se puede decir que se “contagia” la necesidad de sincerarse con la otra persona.
Los vicios que atacan a ésta virtud son la mentira y el miedo. La mentira es lo contrario a la verdad y lo que pretende es librarse de problemas. Y el miedo lo que pretende es asustar a las personas y sentirlos incapaces de decir la verdad ante problemas personales o en una sociedad.
3.2. SENCILLEZ
La persona sencilla respeta a los demás por encima de todo, no se siente superior en ningún aspecto respecto al resto, no menosprecia a los demás, no tiene afán por destacar ni por presumir y no necesita sentirse admirada.
Al igual que la sinceridad, la sencillez permite entablar relaciones siendo transparentes y honestos. Lo que la ética busca es el bien particular y común para poder alcanzar la perfección moral. Ambas son importantes e indisolubles, una depende de la otra.
Así como estas virtudes existen, habrá muchas más que buscarán el bien común y el particular, que es lo que la ética y política también buscan.
3.3. FIDELIDAD A LA PALABRA DADA
La fidelidad no es un valor más, una virtud más, sino que por ella, para ella, hay valores y virtudes. Es cierto que no sería menos verdadera, pero sería una verdad sin valor de la que no podría surgir ninguna virtud. Por lo tanto no hay virtud sin fidelidad.
Entonces, la fidelidad es la virtud que dispone al hombre a mantener aquello que ha prometido. Mientras la veracidad consiste en la conformidad de las palabras y acciones con las realidades que expresan, la fidelidad es la conformidad de lo que se dice con lo que se hace. Como la veracidad, la fidelidad reposa sobre la honestidad que debe reinar entre los hombres.
Gracias a la capacidad del hombre de prever y proyectar, es decir, que no está anclado al momento presente, es que puede adueñarse de su futuro y entregarlo. De ahí que asumir un compromiso, según las propias capacidades, no implique una reducción de la libertad, sino, por el contrario, un acto de libertad; y la fidelidad a ese compromiso, que exige ejercitar la libertad día tras día para hacer realidad lo que se ha prometido, perfecciona la libertad. No decidirse o no comprometerse no significa tener más libertad, sino convertir la libertad en esclava del propio egoísmo o de la propia soberbia.
La fidelidad no es fruto de la inercia ni del entusiasmo. Ésta exige poner los medios adecuados para consolidarse como virtud: el conocimiento propio, que lleva a reconocer las debilidades y, en consecuencia, a rectificar y a vivir lo que se ha prometido; la lucha por vivir la fidelidad en los pequeños deberes de cada día, que prepara a la persona para ser fiel en situaciones de mayor dificultad; y el crecimiento en el amor propio y a los demás.
- LAS OFENSAS DE LA VERDAD
4.1. LA MENTIRA
La mentira es decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. El engaño es dar a la mentira apariencia de verdad. La intencionalidad y el propósito deliberado son elementos definitorios de la mentira, por ejemplo las mentiras “malas” no poseen una finalidad amistosa y pretenden causar daño o perjuicio de cualquier tipo a una víctima.
4.1.1. ¿POR QUÉ SE MIENTE?
Casi siempre las personas mienten por temor a las consecuencias de algo hecho, algo que se hizo, algo que no se hizo, que se oyó, etc. También se miente para no asumir las consecuencias de los actos propios e inculpar a una persona que no es responsable del acto y así salir libre de cualquier castigo. Se miente para evitar la vergüenza y ocultar algo que se ha hecho, para conseguir la ventaja sobre otra persona u obtener algún beneficio de manera fraudulenta. La mentira y el engaño son instrumentos para conseguir muchas cosas en esta vida, pero de manera deshonesta.
Además se miente por otras razones muy variadas y a veces “positivas” como por ejemplo para ayudar a alguien, es el caso de las mentiras altruistas, que se utilizan para halagar o ayudar a alguien que muchas veces puede sufrir de baja autoestima o algún otro problema emocional. También para no dañar a alguien o evitar algún conflicto.
4.3. LA JACTANCIA Y LA IRONÍA
La jactancia es una forma de mentir que consiste en aparentar más de lo que uno es. En cuanto expresa una falsedad, se opone directamente, por exceso a la veracidad; pero por su origen o finalidad se relaciona muchas veces con la soberbia. A la veracidad se oponen, la jactancia por exceso, que indica una exageración en la alabanza propia, por cuanto nos elevamos sobre lo que somos o nos atribuimos perfecciones que no tenemos; y la ironía, por defecto; es una forma de dar a entender algo expresando lo contrario de lo que se quiere decir o se piensa.
4.4. PECADOS CONTRA LA FAMA DE LAS PERSONAS
Toda acción cuya intencionalidad objetiva directa sea deshonrar a una persona, lesionar o destruir su fama, será siempre contraria a la virtud de la justicia.
La difamación
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