Ética y Filosofía de la RSE Héctor.

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Podría aventurarme a decir que del mundo que conocemos el ser humano ha practicado estos valores, pero otras especies hasta por mera supervivencia aplican en cierta medida estos valores. La razón es que a mi parecer la cultura está subordinada a la naturaleza. Porque la cultura no puede brotar si no hay naturaleza y sobre todo si esta es más racional. Nuestra naturaleza nos empuja a cada vez darnos cuenta de la necesidad de estos valores, de practicarlos y perfeccionarlos, porque ha sido a través de ellos que hemos trascendido, ha sido a través de ellos que hemos expresado los mejores momentos de la humanidad, que se pueden observar inclusive en la vida cotidiana.

En el caso de las empresas, es una evolución cultural importante y su impacto también lo es. Las empresas cada vez pueden aglutinar a un mayor número de culturas lo que les da más poder a los individuos que las controlan para dictar cómo se mueve la sociedad. Las empresas deben estar obligadas sin excusas a incorporar estos valores.

Ahora bien uno podría argumentar. Bueno, pero se experimentaría un choque cultural, las personas no estarían dispuestas a trabajar así, la empresa estaría incurriendo en violentar a la cultura, etcétera. Sinceramente creo que solo son justificaciones infundadas. La razón es que el marco de los valores universales es una estructura preciosa, puesto que por un lado marca límites muy claros, pero que no ahogan a quienes las aplican, sino que solo encausan su fuerza. De entrada una cultura no puede imponerse a otra por creerse superior. El respeto es sin duda un valor fundamental, ya que por definición no violenta al otro. Es posible que la cultura tenga significados diferentes de los valores, pero eso se puede conciliar.

Otra cuestión es que la diversidad cultural no destruye los valores, sino que al contrario los enriquece. La diversidad cultural es poder expresar de manera más amplia el significado de los valores. Si la empresa quiere establecerse en una cultura diferente debe escuchar, conocer el contexto y utilizar los puntos fuertes de esa cultura para potencializar su valor y también ser fuente de satisfacción para las personas de esa cultura.

En caso de que la cultura se considere nociva (lo cual lo encontraría muy extraño), en ese caso la empresa no debería ser partícipe de una cultura que sea dañina a terceros o a la empresa, aunque tenga mayores beneficios lucrativos. Es más si fuera el caso, sería preferible denunciar para que no se repitieran este tipo de casos. Todo esto de manera genuina y habiéndolo reflexionado varias veces para que no se incurra en guerras e injusticias por haber considerado inferior a la cultura.

En conclusión los valores son universales y cualquier persona o empresa deben comprender que están obligados a garantizar la promoción de estos valores. La cultura no debe ser una justificación, sino que al contrario debe ser una oportunidad para poder enriquecer y posiblemente aprender de otras culturas de manera que formar este tipo de alianzas permitan la cooperación y el bienestar.