HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. Marx
Enviado por Jillian • 1 de Febrero de 2018 • 4.694 Palabras (19 Páginas) • 373 Visitas
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En su obra “tesis sobre Feuerbach”, afirmará que hasta el momento, los filósofos se han conformado con explicar el mundo, pero que ya ha llegado la hora de contribuir para transformarlo. La ideología, como conjunto de ideas que el hombre tiene sobre sí mismo y la sociedad, puede convertirse en la culminación de un proceso de alienación, ya que puede ofrecer una falsa imagen de la realidad, cuando se convierte en una forma de ver el mundo al servicio de los intereses de la clase social dominante, de los explotadores. Esa ideología hace que los que están siendo explotados consideren naturales e inevitables sus condiciones de vida. Por ello la ideología solo puede producir falsa conciencia. No basta cambiar las ideas para cambiar las conciencias; lo que hay que hacer es cambiar la realidad, porque es esta última la que determina la conciencia, y no al revés.
Los filósofos alemanes no han tenido en cuenta que para hacer verdadera Historia no hay que partir de ideas, sino de la vida real de los hombres protagonistas de la historia, de sus condiciones materiales de vida (de los procesos de la producción y el intercambio de bienes económicos). En eso consiste la concepción materialista de la Historia, según Marx.
Tanto Marx, como Nietzsche o Freud, han sido denominados “filósofos de la sospecha”. En el caso de Marx, su crítica procede del uso de la ideología, por parte de la clase privilegiada para legitimar su ventaja sobre los oprimidos. Dentro de la ideología estudia la religión, el derecho, la moral, la política o la propia filosofía, cuando en vez de ser una praxis transformadora de la sociedad, se limita a contemplar el mundo. Por esa razón, los problemas de los que se ocupó Marx, en la Filosofía, fueron el ser humano y la sociedad, la política. No tanto el conocimiento, Dios o la moral. En el terreno ético, solo afirma que con su teoría lo que pretende es liberar al hombre por medio de la revolución comunista. Pero esa empresa no puede ser individual, sino colectiva.
Además de la situación histórica del inicio del Capitalismo industrial en Europa y de su formación filosófica dentro de la izquierda hegeliana, también hay que destacar el Socialismo utópico francés y la economía política inglesa, en especial el trabajo de Adam Smith y de David Ricardo. Con respecto al Socialismo utópico, aunque en su juventud Marx simpatizaba con las ideas de Saint- Simon o Fourier, pronto empezó a ser crítico también con ese movimiento, que con un gran idealismo romántico, solo pretendía reformar las desigualdades sociales por medio de la educación y de la buena voluntad. Frente al Socialismo utópico, Marx propone un Socialismo realista y científico, basado en un conocimiento real de la sociedad y de las estructuras económicas.
En cuanto a los autores de la Economía Política, Marx escribió en contra de “la ley de hierro de los salarios” de David Ricardo, que presentaba el trabajo como una mercancía más por la que se paga un precio: el salario. Por tanto, el empresario debía pagar al obrero solo lo necesario para que este pudiera recuperar su fuerza y estar en condiciones de seguir trabajando para él. Un salario mínimo de supervivencia era lo recomendable. Marx enseguida se dio cuenta de que las leyes por las que se regía la economía capitalista se hacían pasar por leyes necesarias como si fuesen leyes naturales y eternas, sin tener en cuenta que el Capitalismo es un producto más de la Historia. Por tanto, aunque afirmaban hacer ciencia económica, lo que único que hacían era ideología al servicio de la clase dominante. Igualmente, Adam Smith, quien en su obra: “El origen de la riqueza de las naciones” había afirmado que el estado no debía intervenir en la economía, ya que cada ciudadano sabía cómo prosperar y con la acción espontánea del egoísmo humano bastaba.
Frente a esas teorías, Marx realiza en su obra “El Capital”, su estudio sobre la Plusvalía, en la que afirmó que en el salario del trabajador nunca iba incluida la parte del beneficio que el empresario obtenía con la venta de sus productos. El obrero transforma con su trabajo las materias primas en productos fabricados que incrementan su valor. Pero, esa plusvalía se la quedaba íntegramente el capitalista, y eso es algo que, en una sociedad justa, debería repartirse. De ahí surge el incremento del capital y se derivan las desigualdades sociales y la alienación de los obreros en el trabajo. El obrero así está contribuyendo a perpetuar un sistema que le está robando el fruto de su trabajo, mientras el empresario capitalista se enriquecerá a su costa.
Frente a las afirmaciones de Adam Smith, no puede haber un contrato libre entre propietarios de los medios de producción y desposeídos. Sin una igualdad de oportunidades real, puede crecer la riqueza en conjunto, pero también lo harán la desigualdad y la injusticia. Antes del surgimiento de los sindicatos (los primeros fueron los Trade Unions en Inglaterra), el propietario podía decirle al obrero: “si quieres puedes trabajar para mí con mis condiciones, y si no tú y tu familia podéis pasar hambre”. Esa es la trampa del contrato libre.
Además, el trabajo según Marx, no debe ser considerado nunca como una mercancía, ya que el hombre se puede realizar por medio del trabajo. Por él crea las condiciones de vida, modifica la naturaleza, adaptándola a sus necesidades y se hace a sí mismo. El trabajo no tiene por qué ser considerado como la maldición bíblica, consecuencia del Pecado original, ni algo inferior propio de los esclavos, como ocurría en la antigüedad griega o romana. El trabajo puede ser un medio de realización para el ser humano, siempre que no se dé en condiciones alienantes.
3. El problema de la realidad: el materialismo histórico-dialéctico:
Para Marx, la realidad se va construyendo a partir de la relación entre el hombre y la naturaleza por el trabajo, en los de diferentes modos producción históricos que han ido apareciendo sucesivamente: desde el comunismo tribal, en el que apenas había división de trabajos, con muy poca productividad; luego en la ciudad antigua griega y romana, en donde ya aparece la propiedad privada y surgen dos clases enfrentadas: ciudadanos libres y esclavos; la sociedad feudal en la Edad Media, en donde se oponen los señores a los siervos de la gleba; y por último, en la historia occidental, el Capitalismo, en donde la clase dominante es la burguesía, propietaria de los medios de producción, y el proletariado, la clase oprimida. Para Marx, toda la historia de la humanidad se puede resumir en una lucha entre clases sociales.
Analizando la estructura de cualquier sociedad, siempre tenemos que distinguir
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