LOS OJOS DE LA PIEL. LA ARQUITECTURA Y LOS SENTIDOS
Enviado por Christopher • 14 de Mayo de 2018 • 5.172 Palabras (21 Páginas) • 876 Visitas
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PARTE PRIMERA
Visión y conocimiento
En este primer capítulo se realiza un viaje a lo largo de la historia de la cultura occidental. Es en esta cultura donde la visión ha tenido un papel muy importante, siendo considerada como el más “noble de los sentidos”. Ya en la Grecia clásica, el pensamiento se basaba con seguridad en la vista y la visibilidad. Platón consideraba la vista como el mayor don de la humanidad, e insistía en que los universales éticos deben ser accesibles al “ojo de la mente”. Peter Sloterdjk (filósofo contemporáneo alemán) escribía: “Los ojos son el prototipo orgánico de la filosofía. Su enigma consiste en que no sólo pueden ver sino que son capaces de verse a sí mismo viendo. Esto les otorga una prominencia entre los órganos cognitivos del cuerpo”. Es así, como pasando el tiempo se llega al Renacimiento, en donde se establece un sistema jerárquico para los cincos sentidos, estando en el más bajo el tacto (empieza a crearse aquí el problema que hoy día tienen la arquitectura, el arte y la sociedad). La propia representación de la perspectiva se convirtió en una forma simbólica que no sólo describe, sino que también condiciona la percepción. [pic 5]
En la actualidad, nuestra sociedad ha ordenado y separado aún con más claridad los sentidos, la vista y el oído son ahora los socialmente privilegiados; mientras, los otros tres restantes se les considera como arcaicos.[pic 6]
Pallasmaa asegura que la falta de humanidad de la arquitectura y las ciudades contemporáneas puede entenderse como la consecuencia de una negligencia del cuerpo y la mente, así como un desequilibrio de nuestro sistema sensorial, en el que el más privilegiado por excelencia es la vista. Se genera así un problema de distanciamiento y soledad en el mundo tecnológico; no es de extrañar que sean justamente los centros más avanzados tecnológicamente (hospitales, aeropuertos, etc) los que a menudo generen esa sensación de distanciamiento e indiferencia. El proyecto moderno ha albergado el intelecto y el ojo, pero ha dejado sin hogar al cuerpo y al resto de sentidos, así como a nuestros recuerdos, sueños e imaginación.
Crítica al ocularcentrismo[pic 7]
En este capítulo, Juhami realiza una crítica hacia la sociedad occidental donde impera el “ocularcentrismo” (todo gira alrededor de la visión).
Apoyándose en grandes pensadores de la historia como Descartes o Nietzsche, intenta hacernos entrar en razón sobre el enorme error que supone el “ocularcentrismo”. Aquí, nombra a Matin Jay (historiador e intelectual estadounidense contemporáneo) que expone una crítica “anti-ocularcentrista". Para Jay, la cultura moderna se centra en la visión a través de campos tan diferentes como la imprenta, la iluminación artificial, la fotografía, la poesía visual y la nueva experiencia del tiempo. [pic 8]
El mundo del ojo hace que vivamos en un eterno presente aplanado por la velocidad y la simultaneidad de las diferentes imágenes que nos llueven ante nuestros ojos. La vista es el único sentido capaz de seguir este desenfrenado ritmo, lo que ha provocado que en nuestro tiempo, las artes vivan en una creciente histeria nerviosa; en un bombardeo incansable de imágenes.
El ojo narcisista y nihilista
[pic 9]
El arquitecto empieza reflexionando acerca de los proyectos de los últimos veinte años. Al comenzar a observarlos con ojo crítico, advierte que la gran mayoría son grandes expresiones de una suma equilibrada entre narcisismo y nihilismo.
El ojo narcisista ve a la arquitectura sólo como un medio de autoexpresión, un juego intelectual y artístico separado de las conexiones mentales y sociales fundamentales. Mientras, el ojo nihilista adelanta deliberadamente la distancia sensorial (la vista nos aleja de la percepción plena) y mental y trae consigo una fácil alineación. “La arquitectura nihilista aísla y separa al cuerpo”.[pic 10]
Espacio oral versus espacio visual
El escritor en este capítulo nos dice que pese a los antecedentes que aseguran que la vista ha sido siempre el sentido dominante, no siempre ha sido así. De hecho, un primigenio dominio del oído ha sido gradualmente sustituido por el de la vista.
Numerosos textos antropológicos describen a muchas culturas en donde, nuestros sentidos privados (gusto, olfato y tacto) siguen teniendo una importancia colectiva e influyen en el comportamiento y en la comunicación.
Posteriormente, Pallasmaa nombre a Walter J. Ong (profesor de filología inglesa, historiador cultural y religioso, lingüista, y filósofo) que en su libro “Oralidad y escritura” analiza los cambios que el paso de la cultural oral primigenia da a la cultural de la palabra escrita, para llegar hasta la cultura impresa. Walter, sostiene que a medida que el predominio del oído ha cedido en favor de la vista, el pensamiento situacional se ha visto sustituido por el pensamiento abstracto. Sostiene además, que una persona que ha aprendido a leer no puede recuperar plenamente el sentido de lo que la palabra significa para la gente que sólo se comunica de manera oral.
Para concluir el capítulo, Pallasmaa relaciona lo que Ong dice con lo que en la actualidad sucede. Actualmente, la creciente hegemonía del ojo parece ir en paralelo con el desarrollo de la autoconciencia occidental y la separación cada vez mayor entre yo y el mundo; “La vista nos separa del mundo, mientras que el resto de los sentidos nos une a él”.
Arquitectura retiniana y la pérdida de la plasticidad
Aquí, se evidencia que la arquitectura de las culturas tradicionales está fundamentalmente conectada con el saber tácito del cuerpo, un saber que proviene de nuestra propia naturaleza. La construcción está guiada por el cuerpo de la misma manera que un pájaro conforma su nido mediante sus propios movimientos. Es así, como podemos visualizar que en la transición de la construcción indígena a la de hoy en día se ha ido sucediendo una pérdida constante de plasticidad e intimidad, y del sentido de la fusión total característica de los asentamientos de las culturas indígenas. El sentido de la vista puede incorporar, o incluso reforzar, otras modalidades sensoriales; el ingrediente táctil inconsciente de la vista es especialmente importante y está fuertemente presente en la arquitectura histórica, pero muy descuidado en la cultura de nuestro tiempo.
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