REPORTE DE LECTURA “ÉTICA NICO MAQUEA”
Enviado por John0099 • 13 de Febrero de 2018 • 1.191 Palabras (5 Páginas) • 541 Visitas
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En este libro Aristóteles también nos habla sobre la felicidad. Él nos dice que la felicidad es el bien supremo del hombre al cual están destinadas todas nuestras acciones, el objetivo de la vida de los seres humanos.
Él nos dice si no tuviéramos un objetivo final, la vida carecería de sentido. Este planteamiento podría llevarnos a la errónea impresión de que Aristóteles era relativista, nada más lejos de la realidad, ya que aunque un medio sea un mal, tiene como finalidad un bien (el supremo).
Aristóteles también nos habla del placer, y nos dice que parece estar asociado de un modo muy íntimo a nuestra propia naturaleza lo que explica el que, por ejemplo, los educadores se sirvan del placer y del dolor como un timón para dirigir a la infancia. Por otro lado parece ser también un elemento de suma importancia en relación con la virtud moral y, consiguiente, con la felicidad ya que todos parecen perseguir lo agradable y rehuir lo molesto. Además el placer ha sido una constante en las reflexiones de múltiples filósofos lo que justificaría, según Aristóteles, la necesidad de intentar analizar y definir su naturaleza.
Según Aristóteles todos aspiramos al placer porque todos deseamos vivir. Y dado que la vida es una actividad y cada uno se ejercita en aquello que más ama, de ahí que el placer, al perfeccionar la actividad, perfeccione también la vida y, por ello, todos lo deseen.
Aristóteles nos habla de que la virtud no basta con conocerla sino que es necesario también practicarla. Los simples razonamientos bastan únicamente para aquellos hombres excelentes y bondadosos, pero resultan incapaces para excitar a la bondad y a la nobleza al vulgo, que de un modo natural no obedece por pudor, sino por miedo, y no se aparta de lo que es vil por vergüenza, sino por temor al castigo. Como la mayor parte de los hombres viven a merced de sus pasiones no tienen noción de lo que es verdaderamente hermoso y agradable ya que no lo han probado nunca. A tales hombres, se pregunta Aristóteles, ¿qué tipo de razonamiento podrá reformarlos? Es muy difícil desarraigar con la razón lo que está desde antiguo arraigado en el carácter.
Algunos afirman que se puede llegar a ser bueno por obra de la naturaleza; otros piensan que a través del hábito; y, por último, algunos a partir de la instrucción. Según Aristóteles, no está en nuestra mano ser buenos por naturaleza. Únicamente unos pocos afortunados parecen ser sabios por naturaleza. Por su parte la instrucción no tiene fuerza en todos los casos sino que se requiere de los discípulos haya sido trabajada de antemano por los buenos hábitos. Y es que, en general, la pasión no parece ceder ante al razonamiento, sino ante la fuerza. Es necesario, por tanto, que el carácter sea de antemano apropiado de alguna manera para la virtud. Por ello es difícil encontrar desde joven la dirección recta para la virtud si no se ha educado uno bajo las leyes. Pero además es necesario no olvidar y dejar de practicar lo aprendido y, por ello, necesitamos leyes para toda la vida, porque la mayor parte de los hombres obedecen más bien a la necesidad que a la razón, y a los castigos que a la bondad.
Aristóteles, por tanto, no parece tener gran confianza en la naturaleza humana. Por ello, el razonamiento, por sí mismo, nunca podría lograr que los hombres fueran virtuosos. Ahora bien, si no son virtuosos, tampoco podrían ser felices. De ahí la necesidad de la intervención de las leyes y de la política en el ámbito de la educación.
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